

Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
PARIS.- El quíntuple ex ganador de esta prueba, el español Miguel Indurain, no ahorró elogios para Armstrong: "El año último, Armstrong ganó el Tour como lo han hecho a lo largo de la historia muchos grandes corredores. Pero ganarlo este año de nuevo ya es algo más serio. Eliminó el factor suerte entre los argumentos que pudieran aducirse en su contra y, además, demostró que es mucho mejor ciclista de lo que se pudo comprobar en 1999, porque este Tour ha sido mucho más complicado y duro". PARIS.- Y la Ciudad Luz, una vez más, se rindió a sus pies. La majestuosidad de Champs Elysées le rindió tributo a Lance Armstrong; 100.000 parisienses se acercaron para venerar a la nueva figura del ciclismo mundial. Fue un ladrón de emociones. Se robó el espectáculo: sentenció el 87º Tour de Francia en la 10a etapa, cuando asumió el liderazgo para ya nunca quitarse la malla amarilla. París lo esperó con los brazos en alto, como se recibe a los grandes. Si algo le faltaba a Armstrong para recibirse de campeón era triunfar por segundo año consecutivo en la carrera ciclística más importante del mundo.
El norteamericano fue un vencedor irrefutable. Con el tiempo se transformó en un ciclista completo que domina todos los terrenos: el contrarreloj y la montaña. Venció como en su momento lo hizo Miguel Indurain, su gran ídolo en la juventud.
Este año tuvo una evolución increíble. El paso por la montaña no dejó dudas de su fortaleza mental, de su capacidad y de su esfuerzo. Podría entenderse la mejoría de Armstrong en su desconocida faceta de escalador, ya que luego del Tour del año último corrió para el equipo Trek-Volkswagen en mountain bike. Le gusta tanto rodar en carretera como en su mountain bike: "Hay una diferencia: para correr en todo terreno es necesario ser mas atlético y más técnico. En cambio, en ruta no se necesita ser tan técnico; alcanza con mantener el paso", aclara el rey del Tour.
Y va mucho más allá en sus apreciaciones: "Me gustan las carreras de mountain bike. Tienen un estilo de vida muy diferente y es un buen cambio. En las de carretera hay mucha tensión, no se ve a la gente ayudándose uno al otro. Ni siquiera a los hombres de un equipo conversar con los otros teams. En las de mountain pasa todo lo contrario".
Atrás quedó su historia del cáncer de testículos -que se extendió a los pulmones y al cerebro-, que le diagnosticaron los médicos una mañana de octubre de 1996. Aquella enfermedad lo sumió en el calvario: se le realizó una metástasis en el cerebelo, se le extirpó el testículo derecho y por tres meses se sometió a intensas sesiones de quimioterapia. Fueron 518 días que lo dejaron fuera del ciclismo.
Hijo de una madre soltera de 17 años, la historia de Armstrong está relacionada con el rencor y el odio hacia su padrastro (el segundo marido de su madre, Linda), quien los abandonó tiempo después de casarse. "Cuando cumplí 13 años y aprendí a odiar, a la primera persona que odié fue a mi padrastro", contó Armstrong. "Sí, él me dejó su apellido, pero tampoco tiene sentido cambiarlo ahora". Con un físico privilegiado, fue nadador, luego triatleta y más tarde ciclista. Su madre es su vida. Su fuerza. Desde lo más hondo hasta la cima.
Pasó la meta en Champs Elysées y tomó a su hijo Luke de diez meses en brazos. Lo alzó al cielo, lo besó, lo apretó contra su cuerpo... Síntomas de la enorme felicidad de un gran campeón.
PARIS.- El quíntuple ex ganador de esta prueba, el español Miguel Indurain, no ahorró elogios para Armstrong: "El año último, Armstrong ganó el Tour como lo han hecho a lo largo de la historia muchos grandes corredores. Pero ganarlo este año de nuevo ya es algo más serio. Eliminó el factor suerte entre los argumentos que pudieran aducirse en su contra y, además, demostró que es mucho mejor ciclista de lo que se pudo comprobar en 1999, porque este Tour ha sido mucho más complicado y duro".

