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El clima previo hacía suponer un gran partido: por un lado, All Boys, el equipo local, uno de los candidatos, con sus figuras y buen fútbol. Por el otro, Arsenal, uno de los conjuntos más tácticos de la B Nacional. Pero lo cierto fue que ni uno ni otro cumplieron con las expectativas de la gran cantidad de público que se acercó a Floresta.
El triunfo por 2 a 1 de Arsenal le sirvió para quedar como único puntero del torneo, luego de disputadas dos fechas, pero en lo futbolísitco le aportó poco y nada al equipo que dirige José María Bianco.
El comienzo del partido arrancó como para entusiasmar a todos. All Boys buscó el arco rival apostando al toque de pelota del eterno José Luis Villarreal y a las sutilezas del ahora semiblondo Alberio Usuriaga (mitad rubio, mitad morocho).
El colombiano era el portador de las esperanzas del equipo de Floresta. Pero el delantero de los zapatos plateados poco hizo para conquistarse a la hinchada local. Falto de distancia y de estado físico, después de un par de jugadas de gran jerarquía, se convirtió rápidamente en un fantasma que deambuló por el área rival. Y Arsenal sólo esperó el error del Albo.
A los 23 minutos de la primera etapa, All Boys se encontró con 10 jugadores, luego de la expulsión de Villarreal, tras una jugada por demás confusa -una supuesta infracción sobre Boujón-. A partir de allí, la historia cambió: el equipo local se replegó, levantó la guardia como un boxeador herido y aguantó. Arsenal poco a poco comenzó a imponer su mezquino juego. El 0 a 0 marcó el primer round.
El segundo pareció borrar todo lo sucedido antes. Los locales, con muchas ganas y pocas ideas, se lanzaron al ataque y, ante la sorpresa de todos, a los 23 minutos, de penal, Yáñez puso el 1 a 0.
Pero la alegría no duró mucho. Ocho minutos después, Soler -que ingresó en la segunda etapa- dijo presente y marcó el empate transitorio.
All Boys estaba groggy en pie y no podía salir de su confusión. Bianco lo notó y mandó a sus hombres a rematar el partido. Arsenal no se cegó, se tomó su tiempo y utilizó su mejor arma, el cabezazo, y a dos minutos del final Soler volvió a reafirmar su condición de verdugo para establecer el 2 a 1 final. Ya no había tiempo para más...


