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Habrá que creer que Buenos Aires se reservó para sí buena parte de las alternativas y la emoción que al TC 2000 se le reclamaban, y justo ante un marco imponente en las tribunas. Si anteayer se asistía a un corte en el dominio de los Ford Escort en la clasificación, ayer, si bien se repitió la historia de casi siempre en cuanto al resultado, sobró lo que siempre faltaba: suspenso, sobresaltos e incertidumbre. Y hasta hubo una compensación de la fortuna hacia los autos de Oreste Berta (h.), objetos de la mala suerte hace dos semanas, en Paraná.
Si Walter Hernández ya había mostrado cartas de sobra para que se lo considere el principal postulante al título, ayer las reforzó con una victoria en cuya concreción convergieron todas las circunstancias posibles. No llegaba como favorito el puntero del certamen al trazado del Oscar Alfredo Gálvez. El lastre que cargaba su Ford desviaba la expectativa hacia otros autos, pero uno a uno todos fueron dejando pasar el tren . Hernández, agradecido, no dudó. Y tuvo, además, los nervios templados y la mano firme en el momento más crítico, cuando a pocos metros de la llegada una mancha de aceite casi le estropea todo.
Las series previas empezaron a tejer esa conjunción de hechos que el vencedor terminó por usufructuar. En especial, el muy caliente primer ejercicio, que redujo al mínimo las posibilidades de uno de los máximos favoritos, Gabriel Furlan (Mitsubishi Lancer), y de Cacá Bueno (Peugeot 306), tras un controvertido choque múltiple que involucró a varios autos.
De eso y de lo ocurrido en la tanda siguiente surgieron otros nombres como candidatos: Guillermo Ortelli y un muy afilado Honda Civic, Emiliano Spataro, con el otro Peugeot 306, y Gabriel Ponce de León, con un Ford listo para ganar.
Pero se habló de los muchos incidentes y de cómo influyeron en el final. Hubo uno que fue clave, en el comienzo: en el curvón se atravesó el auto de Spataro y Ortelli, sin frenos, no pudo evitar llevarlo por delante. Dos menos para la pelea. Paralelamente, más atrás, el Toyota Corolla de Juan María Traverso se iba al pasto para evitar embestir a Oscar Fineschi (Honda Civic), en otro revuelo derivado de lo que ocurría en la punta.
Aprovechando el río revuelto , Ponce de León adelante. Y otro imprevisto, en el giro 6: el joven de Junín entró en trompo, se fue afuera y quedó décimo. Hernández, impensadamente, tenía ante sí el camino limpio y la lucha a sus espaldas -sin tregua- entre los Honda Civic de Omar Martínez y Oscar Larrauri.
Era el momento de aportar los méritos propios. Hernández aceptó la invitación y controló todo con solvencia y sin errores, mientras su compañero de equipo empezaba una remontada notable desde atrás.
Pero faltaba el momento más dramático, en la última vuelta. El aceite dejado en la pista por el Fiat Marea de Sergio Tettamanzi hizo patinar a Hernández y a Poppy, por entonces segundo. Parecía que el destino premiaba a Ponce de León por el esfuerzo de la gran escalada. Larrauri pagó con la pérdida de dos posiciones, pero Hernández se recompuso y volvió con lo justo para ver la bandera antes que nadie, por cuarta vez en el año. Y para ir moldeando su incipiente perfil de campeón.

