En el mismo lugar y 25 años antes, se "incendiaba" su papá; ahora ganó Max Verstappen
Fuego y agua. Drama y festejo. El Gran Premio de Alemania, el circuito de Hockenheim y la familia Verstappen resultaron, con un cuarto de siglo de diferencia, protagonistas de la Fórmula 1. Del pavoroso incendio que sufrió Jos durante la detención para repostar combustible en 1994 a la épica victoria de Max, en una carrera que se presentó como una montaña rusa de emociones. La 11ma estación del calendario dejó a todos sin aliento, hizo saltar por el aire los pronósticos, desarticuló las estadísticas, desairó al máximo candidato Lewis Hamilton y a Mercedes, que ensayaba un festejo en casa... También rescató de las feroces críticas a Sebastian Vettel y a Ferrari, trajo a escena al ruso Daniil Kvyat con su primer podio y a Toro Rosso que no se trepaba al estrado de las celebraciones desde 2008… La Fórmula 1 es un show que en sus últimos capítulos mostró que está de regreso.
El olor a combustible, los ojos absortos bajo la visera levantada del casco al ver las llamas, la bola de fuego que crece, el caos y el milagro en el box de Benetton en 1994. Todo en apenas siete segundos, un tiempo que se hizo eterno para Jos, que a pesar del escenario dantesco y de tensión apenas necesitó que los asistentes le echaran agua y le embadurnaran el rostro con crema porque no presentaba quemaduras. Muy lejos de vivir esa presión, 25 años más tarde a Max se le dibujaba una sonrisa debajo del casco: convivió con las desventuras de un Gran Premio alocado, del que el neerlandés y Red Bull Racing salieron airosos, enseñaron una enorme fortaleza para recuperarse y desatar un festejo que enmarca la unión entre el piloto y los mecánicos que lo asisten en el box: cuando la bandera a cuadros cayó sobre el auto al cruzar la línea de meta, todo el cuerpo de asistentes estaba sobre el muro, trepado sobre el alambrado.
De lluvia a seco, de seco a lluvia, trompos, accidentes, despistes, Autos de Seguridad, penalizaciones… Una partida desalentadora para caer del segundo al cuarto puesto, apenas se apagaron las luces rojas; el rostro incrédulo de Christian Horner, que observaba cómo su mejor espada patinaba en un asfalto húmedo. El error de Verstappen no pasó de largo para Mercedes, que con Hamilton y Valtteri Bottas hacían soñar a Mercedes en su Gran Premio 200 y los 125 años en el automovilismo.
El agua provocó inestabilidad en la pista y desconcierto en el paddock. Porque Verstappen, un talento que hace una temporada recibía las mayores reprimendas de la clase por el exceso en alguna maniobra, elaboró la victoria, la segunda de la temporada, pero también corrigió la desacertada estrategia de Red Bull Racing, que lo calzó con el compuesto más duro de neumáticos lisos cuando la pista pedía los intermedios, lo que lo empujó a dibujar un trompo que pudo terminar en desilusión. Cinco detenciones en el pit-lane realizó MadMax, que encontró en la última curva del circuito un aliado impensado para sellar el séptimo triunfo en 92 Grandes Premios.
La lluvia volvió a ese sector tan resbaladizo como un cristal: lo sufrió Hamilton, que pudo escapar de la trampa, aunque los 30 segundos que demoró en cambiar neumáticos y la trompa después del despiste lo despidieron de la pelea por la victoria; el español Carlos Sainz (McLaren) también se libró del escollo, a pesar de la avería; menos suerte tuvieron Charles Leclerc (Ferrari) y Nico Hulkenberg (Renault). "No puede ser que haya tan poco agarre, es inaceptable para la F.1: iba a 60k/h y no pude hacer nada", se quejó el monegasco Leclerc.
El desastre de Ferrari, que hundió a Vettel el día anterior en la prueba de clasificación, lo solucionó el piloto alemán, que partió desde el último cajón de la grilla y después de una escalada de película terminó segundo. "Fue divertido, pero también era muy difícil saber si estabas tomando la decisión correcta", aseguró quien en Silverstone fue vapuleado por la maniobra sobre Verstappen. "Fue una película de terror salpicada de comedia negra", dijo Kvyat, en su primer podio.
Un Gran Premio alocado no podía terminar sin novedades después de la bandera a cuadros, las que llegaron con los 30 segundos de penalización que recibieron los pilotos Kimi Räikkönen y Antonio Giovinazzi, ambos de Alfa Romeo, sanción que posibilitó a Hamilton clasificarse 9no y rescatar un puñado de puntos, y premiar al polaco Robert Kubica y a Williams con el primer punto del año.
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