Conocé a los basquetbolistas argentinos que juegan en las universidades de Estados Unidos en busca de la elite
En 2009 llega un mail con la invitación para el campus de la NBA Básquet sin Fronteras en México. Fue emocionante recibirlo, un acontecimiento memorable para mis 16 años. ¿Qué jugador no sueña con esa invitación? ¡Lo que ni imaginaba era que a partir de eso mi vida daba un vuelco de 360°! Al cuarto día en México me convocaron a una reunión con directivos de la NBA. ¡Tenía un miedo bárbaro! Las rodillitas se me juntaban, ja ja... Me preguntaron cuáles eran mis objetivos, y vaya a saber uno qué les contesté. Yo seguía preguntándome mientras hablaba: «¿Por qué estoy en esta oficina?». Y en medio de la charla escuché: «¿Te gustaría estudiar y jugar al básquet en EE.UU.?». ¡¡¡Por Dios!!! ¿¿Eso era para mí?? ¿Me preguntaban si quería cumplir mi sueño, mi locura desde chico? El corazón se me aceleró, fue difícil ordenar mi cabeza y parecer coherente, me costaba concentrarme en la conversación. Sólo me quedó claro que me ofrecían dos años de beca para terminar el secundario y cuatro para la carrera universitaria. Me dijeron: «Podés tomarte un tiempo para contestar». Yo les dije que no tenía que pensarlo. Pero ¿cómo daba una respuesta sin consultar a mis padres? Volando llegué a mi habitación, agarré el teléfono, le dije a mi vieja: «Poné el altavoz, quiero que escuchen los dos: ¡¡¡me voy dentro de un par de meses a EE.UU.!!!». ¡Pobres viejos, los maté! No entendían nada! Yo sólo escuchaba «nooo, noooo», y del otro lado les decía: «¡¡Mañana contesto que SÍ!! A partir de eso viví una vorágine: la difícil cuestión de elegir entre los colegios que me querían, los preparativos, la visa, los pasajes, las despedidas, mi vieja con cara de póquer (¡cuánta fortaleza! Soy su único hijo) y yo en Ezeiza rumbo a Orlando, camino a una nueva y espectacular vida."
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La pasión con que Patricio Garino cuenta cómo llegó al básquetbol universitario de EE.UU. representa la de sus compatriotas, que ven allí un camino de aprendizaje y una vidriera internacional. Y el medio utilizado para contarlo a la nacion, un mensaje de correo electrónico, es un símbolo de lo ocupados que viven estos chicos que, a la vez que despuntan el vicio del básquetbol, estudian una carrera. Y la estudian en serio.
Son seis los argentinos que están en el ámbito de los torneos universitarios o colegiales de los Estados Unidos. Hace unos cuantos años, cuando la NBA era un territorio inexplorado para los argentinos, se creía que el camino escolar podía ser la única vía para llegar al mejor torneo del mundo siendo extranjero. La internacionalización del básquetbol europeo y el brillo de los albicelestes en él hicieron que el Viejo Continente fuera una excelente catapulta hacia la NBA, la meca, la crème de la crème en ligas de este deporte. Contrariamente a lo que se pensaba, terminaron siendo muchos más los argentinos llegados allí desde Europa (Ginóbili, Scola, Nocioni, Oberto, Delfino, Herrmann y Prigioni) que los arribados desde la universitaria NCAA (Pepe Sánchez). Pero el primer debutante de las pampas en la NBA, con escasos minutos de antelación a Rubén Wolkowyski (transferido desde la Liga Nacional), fue Pepe Sánchez, el profesor de historia de la Universidad de Temple, en el año 2000.
Algunos eligen desarrollarse en la Liga y después dar el salto a España o Italia; otros prefieren irse cuanto antes al Viejo Continente aunque sea a campeonatos menores (Austria, por ejemplo), y otros apuestan al camino más largo aunque más físicamente cercano a la NBA, el ámbito universitario. Claro que es muy diferente. En primer lugar, no se es un profesional, pero sí un becado "todo incluido". Y en segundo, hay que seguir una carrera e ir aprobando las materias, a riesgo de perder la beca si las calificaciones no son suficientemente buenas.
De los seis argentinos, tres están en la NCAA, el certamen 100% universitario: Patricio Garino, marplatense de 20 años, y Pablo Bertone y Julián Chiera, cordobeses de 23. Dos actúan en la NJCAA, una categoría intermedia correspondiente al "college", que se podría equiparar con el CBC de la UBA: Sergio Rupil, barcelonés de nacimiento y cordobés adoptivo, de 19 años, y Erik Thomas, paranaense de la misma edad. Y terminando el "highschool", equivalente al secundario de la Argentina, se encuentra Álvaro Merlo, pampeano de General Pico de 18 años, hijo del ex base del seleccionado Raúl "Chuni" Merlo.
Cada uno llegó allá por diferentes vías. Algunos fueron a probarse a "prepschools", una suerte de campus preuniversitarios; otros entraron desde el highschool (el secundario); otros, por contactos que les abrieron una puerta en el ambiente universitario. Y a algunos los favorecieron sus actuaciones en seleccionados nacionales juveniles para llamar la atención de los reclutadores. Vale aclarar que la organización prohíbe tener contacto con los agentes de jugadores, aunque en el último año esa veda se relaja.
¿Qué incluye la beca? "Estudio, vivienda, comida, indumentaria. Si no querés gastar nada, no gastás", cuenta Pablo Bertone, que está en el cuarto y reglamentariamente último año de participación en el equipo de Florida Atlantic University, donde estudia dos carreras: sociología (título "major", completo) y justicia criminal (título "minor", intermedio). El subsidio dura ese lapso; si él se demora en recibirse, debe pagar por su cuenta el tiempo excedente a los cuatro años. Ahora bien: ¿por qué la institución académica brinda semejantes beneficios a un deportista juvenil, cuyo futuro es una incógnita? "Ganar un torneo universitario da prestigio, conocimiento, difusión. Y ser campeón en el nivel nacional puede reportar como 10.000 inscripciones nuevas en la matrícula", graficó el cordobés, que progresó notablemente en esta última temporada y está teniendo estadísticas estupendas.
Si bien no existen salarios, las comodidades disponibles en el nivel más alto son enormes, mayores que las de muchas ligas profesionales. Julián Chiera, de Southeastern Louisiana, explicó. "El ambiente es competitivo, el soporte es muy bueno. Por ejemplo, si quiero ir a tirar al aro no necesito que alguien esté pasándome la pelota: tengo una máquina que me la pasa. Ayuda a usar mejor el tiempo y al mismo tiempo puedo ver y comparar mis estadísticas de tiro en la máquina", detalla. Bertone da más datos asombrosos: "A lo bueno uno se acostumbra muy rápidamente y ya me olvidé de lo que me sorprendía. Esto es lo más cercano a la NBA. No hay mucha diferencia en instalaciones, servicios, difusión. Todos los viajes son en avión, y muchos equipos tienen avión privado. Tenemos comida, sillones y televisor en el vestuario sólo para relajarnos... Cinco entrenadores, dos videístas, cuatro asistentes con toallitas", enumera el mayor de los seis argentinos. Y Garino agrega: "El ambiente universitario es maravilloso. Los que tenemos la suerte de jugar al básquetbol gozamos de privilegios: departamento para cada uno, cobertura en todo, hoteles de buena categoría cuando jugamos de visitantes...".
Claro que todo eso tiene su contraprestación. A todos ellos fue difícil ubicarlos por teléfono por sus agendas siempre nutridas; por eso sus respuestas por correo electrónica, a veces luego de varios días. "Mi rutina es cursar, entrenarme, jugar, comer, estudiar, dormir. Y el poco tiempo que queda lo disfruto con amigos", narra Garino, el que de chico descartó ofertas tentadoras de Europa y de Liga Nacional para darse tiempo de maduración. Hoy, en su segundo año de básquetbol y de administración deportiva en George Washington University, se destaca en la cancha y es un buen proyecto a sus 20 años. "Somos un poco mimados por la comunidad universitaria y tenemos el apoyo de los coaches, pero también debemos responder a las exigencias académicas, que no son pocas. La Universidad de George Washington está entre las primeras en el nivel nacional, es extremadamente prestigiosa y nos exige estar a la altura de las circunstancias", completa el marplatense. Coincide Bertone: "Es difícil, estamos siempre ocupados. Tenemos clases a la mañana y entrenamientos de tres horas a la tarde. Después, estudiar. Y además hay reuniones semanales con tutores y gente que nos sigue académicamente. Alguno piensa: «Voy sólo a jugar al básquet», pero no es así. Hay que ir siempre a clases y tener un buen promedio; si no, la universidad o la NCAA nos suspende hasta que levantemos las notas".
En fin. Hay argentinos que buscan la excelencia doble, en el deporte y en lo académico a la vez. De las universidades estadounidenses saldrán buenos basquetbolistas y licenciados. Es el camino más largo, el más esforzado. El que suele dar un premio extra, también.
Garino y Bertone, en el radar de Julio Lamas
Los seis argentinos que juegan y estudian en EE.UU. tienen dos anhelos: llegar alto en una carrera profesional y vestir la camiseta argentina. Incluso Erik Thomas, que dejó su tierra natal a los 6 años y es hijo de un estadounidense que actuó en la Liga: "Quiero volver para representar a mi país", dijo el paranaense de 19 años en imperfecto español.
Dos son observados por Julio Lamas, DT del equipo nacional, que dijo: "Miramos detalladamente lo que hacen Garino y Bertone. Son seguidos para analizar si tienen que ser convocados. Son seleccionables. Me gustaría entrenarlos, antes de hablar de sus habilidades. Con Garino intenté en 2012 y 2013, pero estuvo lesionado. Veremos si este año puede venir".
El alero Garino (George Washington) ya jugó en la selección juvenil, está en su 2º año y el mes pasado se ganó una página en el Washington Post tras una fantástica actuación ante VCU. Promedia 11,4 puntos y 4,2 rebotes en 26m. El escolta Bertone (Florida) está en su 4º y último año, en el que tuvo una notable explosión. Es goleador y figura del equipo (18,9 puntos y 3,8 rebotes en 34m).
Lamas tiene su visión de la NCAA: "Hay muchísima diferencia entre las mejores y las peores en más de 300 que compiten. Es importante en la formación, un camino largo, pero tienen menos experiencia y oficio que los profesionales de su edad. Pepe Sánchez hizo ese camino, Ginóbili siguió el otro y salieron igual de bien. Es una buena opción formativa, pero el jugador compite entre jóvenes".
Existen muchas conferencias (ligas regionales), de las que surgen los clasificados para el certamen nacional, lo cual buscan los conjuntos de Garino, Bertone y Chiera. "Es una competencia fuerte, hay mucho talento. Estamos en igualdad de condiciones todos, no hay juveniles ni veteranos de 35 años. Tenemos que laburar para ganarnos nuestros minutos. La NBA es una liga de jugadores; la NCAA es una liga de técnicos. Nosotros jugamos 3 o 4 años y ellos están 20, 30. Si uno quiere destacarse sobre el equipo, lo cortan", describe Bertone.
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