Diego, el hermano de Chiquito Romero que revolucionó los Estados Unidos
El capitán y ala-pivot de Gimnasia de Comodoro habló con canchallena.com sobre cómo fue viajar en avión el 11 de septiembre de 2001, su experiencia en el básquetbol universitario y la relación con su hermano, el arquero del seleccionado argentino
Por Jeremías Prevosti Pilatti
Twitter: @Jerebeam
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No hablaba una palabra en inglés, pero no le importaba. Su admiración por "Pepe" Sánchez le había trazado un objetivo: jugar en los Estados Unidos. Con tan solo 18 años, y tras una gran actuación en el torneo argentino de 2000, disputado en Santa Rosa, a Diego Romero le llegó, a través de un "vaguito", la posibilidad de hacer su sueño realidad. "Tenía mucha desconfianza, pero le pasé el número de mi casa pensando que nunca iba a llamar", recuerda, con alegría, en una charla mano a mano con canchallena.com, en un perdido hotel del microcentro porteño.
El llamado llegó y la vida de Romero, capitán y ala-pivot de Gimnasia de Comodoro, cambió para siempre. "Le dije que no hablaba inglés, que no tenía chance. Pero me explicó que existía un junior college donde te preparan para la universidad y donde los dos años de juego se cuentan como universitarios", relata el jugador, con la mirada puesta en el horizonte, mientras cae el sol en la ciudad de Buenos Aires. El sueño de Diego comenzaba a tomar forma. "El vaguito que decía es Lisandro Miranda, que por aquella época reclutaba jugadores para las universidades y hoy lo hace para Dallas Mavericks", aclara.
"Estás loco. No te vas a poder comunicar con nadie. ¿Qué vas a hacer?", le decían sus familiares, que más allá de la preocupación, nunca se opusieron. "Al principio, creo que mi familia pensó que era una locura mía que nunca se iba a dar. Me ayudaron con todo, pero pensaron que, como a cualquier joven, se me iba a pasar", agrega. Pero la "locura" no paso. De allí en más, sus padres, Ramón y Betty, sus hermanos mayores, Marcos y Oscar, y Sergio, el más chico de la familia, sólo podían desearle suerte a Diego. Un viaje lo separaba de lo que soñó toda la vida.
Pero las peripecias de Romero en los Estados Unidos no se hicieron esperar. Para llegar a Jacksonville, Texas, pueblo donde se encuentra el Lon Morris Junior College, Diego debía hacer un trasbordo en Atlanta en una fecha particular: el 11 de septiembre de 2001. "Cuando fui a pedir el pasaje, me dieron uno para el otro día. Entonces, agarré un papel que me había dado mi cuñada con unas frases y leí la que decía que tenía que viajar ese mismo día. Cuando se la repetí, la chica me dijo ‘no’ y se largó a llorar. No entendía nada. Yo pensaba: ‘Qué le habré dicho’", rememora.
Sin entender que pasaba, tomó la decisión de ir a pasear por el centro de la ciudad. Sus limitaciones con el inglés no le impidieron comer en la casa de comida rápida de los arcos dorados por primera vez en su vida. "Estaba agrandado. Entré y dije: ‘ Number chu big ’", confiesa, entre risas. Y agrega: "A todo esto, eran las cuatro de la tarde y yo no estaba enterado de lo que había pasado con las Torres Gemelas". Camino al aeropuerto, se encontró con dos mujeres centroamericanas que le explicaron lo que había sucedido. En la ventanilla de la aerolínea lo derivaron a un hotel y lo ayudaron a hablar con la familia. "Llamé a mi vieja, me retó un rato y después me preguntó si estaba bien. ‘Esto está genial’, le contesté", recuerda Romero, que estuvo cinco días varado en Atlanta antes de poder retomar su viaje.
En su primer año en el colegio, Diego alternó su tiempo entre el estudio y el básquetbol, y la cosecha no tardó en llegar. Esa temporada el Lon Morris Junior College, liderado por el argentino, volvió a ganar su conferencia tras 55 años. Con el inglés ya incorporado a su vida cotidiana, Romero recibió 87 cartas de diferentes universidades que lo querían entre sus filas, cuando lo común era recibir entre 5 o 6. Además, lo visitó personalmente Bobby Knight, uno de los entrenadores universitarios más reconocidos, que le dijo que lo quería en su equipo. "En ese segundo año, hice las visitas a las universidades. Fui a cuatro: Texas Kate, Kentucky, Indiana y Florida State, la que finalmente elegí porque la ACC era la conferencia más fuerte que había y si yo quería llegar lejos era ahí", relata.
Sus primeros pasos en Florida State University fueron en falso. Si bien llegaba como figura, una nueva reglamentación le impedía jugar porque había sido profesional en Gimnasia de Comodoro, cuando en realidad había sido juvenil y sólo cobraba viáticos. Junto a la universidad, presentaron tres amparos ante la NCAA, pero fueron rechazados. Con la temporada ya iniciada, la única solución era hacerlo público. "La conferencia de prensa era en una sala como para 50 personas. Yo pensé que no iba a haber nadie, pero cuando entré, estaba llena. ‘Dónde me metí’, me preguntaba. Me presentaron y conté mi historia. Aclaré que no era sólo por el básquetbol, porque si me sacaban la beca, no podría estudiar y tendría que volver a la Argentina a decirles a mis padres que había fracasado. Les conté la verdad", rememora Romero.
Con las críticas de la prensa encima, y un fuerte revuelo en Internet, donde vendían remeras para que lo dejen jugar, la habilitación de la NCAA tardó tan solo una semana en llegar. Ahora se presentaba otro problema para Diego: ¿empezar a jugar en el medio de la temporada para no defraudar a sus compañeros o esperar a la siguiente y jugar dos completas? "Decidimos con los compañeros y con el cuerpo técnico que lo mejor era de que no juegue y que me prepare para el próximo año. Ni viajé a la Argentina, me quedé todo el verano entrenando. No me puse bien, me puse muy bien. Había subido de peso y mejorado muchísimo desde el juego, pero no me había cuidado, porque era joven y no elongaba nunca. Había entrenado tanto, con tanto esfuerzo, que el último mes de pretemporada la rodilla izquierda me empezó a joder. Pero típico de Diego Romero, no le di bola", recuerda, con la miraba perdida, como si aún se arrepintiera.
La temporada comenzó con un Diego Romero intratable, pero con una rodilla que cada vez respondía menos. "Robaba antiflamatorios y medicamentos para tomarlos sin que nadie me vea. Estaba mentalizado en que no tenía que regalar nada. Sabía que era mi momento. Pero la rodilla me dolía cada vez más", confiesa. Pero un día no pudo más. En medio de un minitorneo en Texas, el dolor le impidió seguir jugando. Padecía una grave tendinitis. "Era tarde. El médico me dijo que era muy tarde. Tuve que terminar la temporada como pude. Luego, me operé", recuerda, compungido, el jugador.
Tras siete meses de recuperación, Romero completó una buena segunda temporada en Florida. Ya con el título de licenciado en comunicación en la mano, y sin la posibilidad de jugar en la NBA, era la hora de empezar a pensar en la vuelta. "El barba siempre me hizo un guiño. Me estaba entrenado en un campo con jugadores recién salidos de la universidad y me llegó el llamado de Gimnasia de Comodoro [campeón de la Liga Nacional 2005/6]. Así que me vine para ser campeón. Fue algo impresionante", comenta.
Sergio, "el orgullo de la familia". "Quería ser arquero desde que tengo uso de razón. Yo iba a ser arquero de fútbol, iba a atajar en la selección y en Boca. Después me iba a ir un par de años a Europa e iba a volver a Boca. Iba a ser el mejor", confiesa, con una sonrisa dibujada en la cara, Diego. Hoy, muchos de esos sueños se ven reflejados en el más pequeño de la familia, en Sergio, arquero de Sampdoria, de Italia, y del seleccionado argentino. "Sergio no la tuvo fácil. Es el orgullo más grande que tenemos en la familia", asegura, con un tono de admiración que se deja percibir.
Diez años después de aquel accidentado viaje, pero que finalmente le permitió cumplir el sueño de toda su vida, Diego luce feliz la capitanía de Gimnasia de Comodoro. Más allá de los primeros objetivos cumplidos, sigue poniéndose metas: "Quiero jugar en Europa y en la selección", advierte. Hoy, vive el presente, pero ya sueña con un futuro: "Principalmente me gustaría enseñar básquetbol a los chicos, pero también me gustaría tener algún negocio o dar clases de inglés, por qué no". Las vueltas de la vida.
La carrera. Diego Romero nació en Misiones, pero surgió en Gimnasia de Comodoro, donde jugó desde 1998 hasta el 2001. Luego, en los Estados Unidos, jugó dos temporadas en Lon Morris Junior College (2001/03) y dos temporadas en Florida State University (2003/2005). En su regreso a la Argentina, jugó en Gimnasia de Comodoro (2005/2006 y 2008/presente), Regatas de Corrientes (2006/2007), Quilmes de Mar del Plata (2007/08).
Fotos: ligateunafoto.com , Télam y gentileza Diego Romero.
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