Nicolás Brussino, el chico que casi deja el básquet por una afección cardíaca y llegó a la NBA
Nicolás Brussino acaba de firmar un contrato de tres años con Dallas para jugar en la NBA; una dolencia cardíaca demoró varios años su despegue definitivo
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Juega al básquetbol desde los 5 años. Pero no fue fácil al comienzo. Hasta los 19, por mucho que se esforzara, los entrenadores no estaban conformes con él. Se cansaba muy rápido y observaba como sus compañeros tenían más resistencia. Jugaba de chico en la Asociación Deportiva Everton Olimpia, de Cañada de Gómez.
Pero como Nicolás Brussino siempre tuvo un tiro notable y un físico ideal para el básquetbol (mide 2,04 metros), todos veían potencial en él y creían que sólo era una cuestión de actitud. Que podía corregirlo. Pero siempre le faltaba algo para dar el salto y convertirse en un gran jugador: "Siempre terminaba cansado las prácticas y los partidos, sin fuerzas, como si no estuviera bien entrenado".
No fue hasta julio de 2012, cuando pasó a Regatas Corrientes, un club de Liga Nacional que le hicieron estudios obligatorios. Allí cambió su vida: "Me hicieron una ergometría y saltó que tenía una arritmia". Fue un momento difícil. Al principio pensó que no iba a poder jugar más. Hacer deportes era demasiado peligroso y estaba en riesgo su salud.
"Fue medio difícil la situación –contó hace un año en una entrevista con La Nacion-. Me dijeron que tenían que operarme del corazón; me asusté bastante. Al principio no sabían cuál era el grado de importancia y me dijeron que podía llegar a tener que dejar el básquet. Justo estaba presente mi familia y me tranquilizó".
Le diagnosticaron Wolf Parkinson White (síndrome WPW), enfermedad congénita, que básicamente consiste en una conexión eléctrica anormal entre las aurículas y los ventrículos. Apenas detectado el defecto se programó la operación. Lo ingersaron en el Instituto Cardiológico de Corrientes y le pusieron un catéter. Compusieron la débil circulación sanguínea y, siete días más tarde, Nicolás estaba de nuevo jugando al básquetbol. Asombroso.
Hoy no tiene secuelas de aquella dolencia. Sólo el recuerdo de aquella insuficiencia cardíaca que limitó su rendimiento durante tantos años. Cuando lo corrigió, comenzó otra vida. Se soltó. Creció. Tanto que llegó a la NBA. Y quiere seguir creciendo en Dallas.
jt
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