El boxeo de Nueva York recupera el manejo de los pesos pesados
Cuando nadie lo esperaba, ni el presente ni su gloriosa historia, la ciudad de Nueva York recobrará el dominio y el manejo de los pesos pesados como en sus tiempos de oro. Aquellos de Rocky Marciano, que perduraron hasta la era de Muhammad Alí y todos sus valorados retadores, que cooperaron para transformarlo en inmortal.
Ahora, todos aterrizarán allí, entre Manhattan y Brooklyn, afrontando los nuevos desafíos por sobrellevar: la competencia entre dos grandes estadios, la recuperación de la raza negra como exponente supremo de esta categoría y la aparición de un gigante inglés convertido en un personaje apasionante para el mundillo deportivo americano.
El estadounidense Deontay Wilder, campeón del CMB, y el inglés Anthony Joshua, campeón FIB – AMB – OMB, postergaron, otra vez, el esperado match unificatorio, pero afrontarán defensas inquietantes.
Sus peleas tendrán un atractivo singular: pondrán frente a frente a dos estadios imponentes, de raíces totalmente diferentes: el legendario Madison Square Garden , construido hace más de medio siglo, a pocas cuadras de las luces de Broadway, y el majestuoso Barclays Center, la última joya arquitectónica que cobija la bohemia de Brooklyn.
El héroe creciente de Brooklyn, se llama Jermell Miller, tiene 30 años, fue kick-boxer, estuvo suspendido por drogas y "resucitó" armando una carrera invicta de 23 ganadas (20 KO) y un empate. Tiene ángel pero carece de jerarquía. Deberá cruzar el "Brooklyn Bridge" para pelear con Joshua, que se autoproclama como el mejor completo del momento. Será el 1 de junio venidero, en el Madison, y los ojos del mundo estarán allí.
Miller reeditará las pasionales aventuras que, desde Brooklyn hasta la "Gran Manzana", animaron otros pesados ilustres de ese barrio, como Mike Tyson, Riddick Bowe y Shannon Briggs.
Joshua, un moreno de las colonias inglesas de 1,98 metros y 22 victorias consecutivas, debutará en Norteamérica y en el mítico Garden, lejos del show de luces en estadios futbolísticos europeos con 90.000 personas y cerca del olor rancio que los forasteros perciben cuando suben al ring en absoluta soledad.
El debut de Joshua en Nueva York constituye un suceso y saber cuál será su comportamiento en el cuadrilátero –en estas condiciones– constituye un acertijo atractivo. Pese a todo, es el gran favorito.
El poderoso sistema de Instagram DAZN tendrá a su cargo la distribución de éstas imágenes en Estados Unidos, hecho que aún desata curiosidad.
En tanto, como reto a ese evento, Premier Boxing Champions y Showtime, acordaron el desquite directo entre Wilder y el británico Tyson Fury, quienes empataron por el cetro CMB, en diciembre último, en gran combate. Será televisado por Showtime, en PPV (cable pago Premium).
El match – aun no oficializado- se llevará a cabo el 18 de mayo próximo en el Barclays Center. Será un negocio brillante para todos: púgiles, inversores y promotores.
Fury, un gitano inglés de 30 años y 2,06 metros, se convirtió –en poco tiempo– en un púgil admirado en Estados Unidos. Su mensaje y su ofrecimiento millonario para sacar de la calle a miles de vagabundos hallaron un eco masivo en la opinión pública. Casi tan importante o más que su récord invicto de 28 peleas.
Dos semanas separarán las propuestas del Madison y del Barclays. Los cuatro mejores pesados de estos días rondarán por allí. El gran boxeo vuelve a su lugar de origen, Nueva York, y a su esencia virgen: buenas peleas y buenos boxeadores. Una fórmula que parece infalible.
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