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Uruguayo, de Montevideo e hincha "a muerte" de Nacional. Hijo de una húngara y un polaco. Dice que los adoquines de Blandengues 1980, en la capital uruguaya, todavía sostienen un árbol semicaído que aún hoy le genera recuerdos. Sampson Lewkowicz recapitula, nostálgico. No pasa inadvertido, ni en Nueva York, ni en Indonesia, ni mucho menos en Buenos Aires. De las cadenas de oro que le cuelgan del cuello hay una que sobresale, con dos guantes de boxeo de 24 kilates. Para algunos, su nombre no significa demasiado; sin embargo es, desde hace casi cinco años, el representante de Sergio Maravilla Martínez, el carismático y talentoso boxeador bonaerense que despertó una enorme admiración y que puso al deporte de los puños en boca de todos tras muchos años.
"¡Cómo jugaba ese muchacho, por favor!", dice Sampson, al ver una gigantografía de Maradona en el sitio de encuentro con LA NACION. "En el 79 lo vi en el estadio Centenario, en un partido de la selección juvenil. ¡Qué grande fue!", añade Sampson, que por estos días dejó Las Vegas, donde vive, para seguir de cerca la organización de la pelea del 27 de abril próximo, Sampson Lewkowicz: Un personaje detrás de Maravillaen Vélez, entre Maravilla (expondrá su título mediano CMB) y el inglés Martin Murray. "Lo importante es Sergio", afirma, pero Lewkowicz tiene una historia muy particular.
"El boxeo me llegó de jovencito. Estuve en la Asociación Cristiana de Jóvenes, hice tres peleas amateurs, gané dos sin problemas y en la tercera me sacaron entre las cuerdas y me di cuenta de que no podía ser boxeador. Tenía 16 o 17 años. Nunca le puse la seriedad que merecía. El sacrificio de un boxeador es grande. El fútbol siempre me gustó. Pero no tenía un ídolo. Era más fuerte el odio que el amor. Odiaba al ecuatoriano Alberto Spencer, que jugaba en Peñarol: siempre nos arruinaba la fiesta. En ese tiempo vivía a unas 30 cuadras del Centenario, salía de la popular, me iba caminando y lloraba las 30 cuadras. Entonces me casé con una ecuatoriana porque no le podía ganar (sonríe), fue como una revancha. Me gustaba el fútbol, pero el boxeo es celoso. Hace 20 años que no veo ningún otro deporte que no sea boxeo, me absorbe. Para triunfar hay que concentrarse", explica, apasionado.
–En los 70, con 20 años, dejó Uruguay, viajó a Nueva York sin saber inglés, lavó pisos y fue empleado en un local de electrónica en el que terminó de gerente. ¿Cómo fue el cambio?
–Muy grande, especialmente cuando tenés 20 años. En ese tiempo, en Estados Unidos la marihuana y la droga eran normales. Y hoy puedo mirar a los ojos a mi hijo porque jamás probé nada, pese a estar frente al diablo. Comencé lavando pisos en la IBM. Cuando mi esposa me presentó a su madre y me preguntó de qué trabajaba, nunca me lo perdonó. Fue como una ofensa. Pero la ofensa es robar. Además, yo era el mejor lavador de pisos que había. En todo lo que hice quise ser el mejor. No tuve la garra del boxeador para dar y recibir golpes, pero sí la fuerza de voluntad.
–Su biografía dice que en la tienda de electrónica contactó a Stallone, Jack Nicholson y José Sulaimán, presidente del Consejo de Boxeo. ¿Allí comenzó todo?
–Siempre miraba el boxeo. Estaba cerca del Madison, aunque no tenía plata para pagarme una entrada. Pasaba por la puerta, miraba con tristeza. Pero los tiempos cambiaron, progresé. A veces la gente piensa que fue todo de regalo, como cuando dicen «Qué suerte que tiene Maravilla», y no, es trabajo. No hay boxeadores que puedan estar a la altura de él en los entrenamientos. Tengo un chico campeón mundial, Javier Fortuna, y me dice que no le puede seguir el ritmo y tiene 22 años. Ninguno logró mantener la velocidad, la pasión por el gimnasio como Sergio. Lo que lamento es que el pueblo argentino no lo haya visto cuatro años atrás. Fue campeón mundial, vino al país y nadie lo conocía. Algunos lo subestimaron. No fuma, no toma, no se droga. Cada triunfo lo festejamos con agua mineral. Es el boxeador más grande que hubo y posiblemente tardará mucho para que haya otro. Reto a que me den uno con la calidad humana de Sergio; el trabajo que hizo contra la violencia Pristuplukdoméstica fue emocionante. Lo he visto llorar, incluso en mis hombros. Es muy sensible.
–¿Cuál fue el primer momento fuerte que vivió con Maravilla?
–Nunca me voy a olvidar. Peleó con Saúl Román, en Texas. Si ganaba, podía pensar en el campeonato mun-dial, aunque hay política en el boxeo y no era fácil. Estaba tan contento que festejó dando una vuelta carnero y se lastimó un hombro. De la primera conversación a la última, hace un día, está igual, humilde. Cuando llegó a España compraba latas de arvejas, con su novia y las dividían...
–¿Cómo se maneja la fama?
–Se maneja con mucha conciencia. Es muy peligrosa la fama, atrae al diablo y a los malos amigos.
–Hay una fantasía alrededor del boxeo, de Las Vegas, los casinos, los hoteles, las mujeres. ¿Qué es lo real de ese mundo de luces?
–El casino es una tentación total. A todos les gusta la emoción, comer un poquito más sin que nadie los vea. Las Vegas, donde estoy radicado desde hace diez años, es la ciudad del pecado. Dicen que todo queda allí y es verdad. Pero el pecado es uno mismo, todo tiene que tener su control. Es como los campeones que festejan con champagne o cerveza, algo equivocado. Recomendaría a todos que conozcan la ciudad, al menos una vez.
–¿Qué le generan nombres como Don King y Mike Tyson?
–A King le tengo el máximo respeto. He hablado con él mil veces, hice dos negocios y en los dos me engañó (sonríe). Pero le brindó mucho al boxeo, lo hizo más grande, hizo la base del edificio. Los años pasan y hoy está semirretirado. Y Tyson boxeador, humilde hasta que le llegó la fama; cometió equivocaciones fatales. Como boxeador fue un gran atleta, con pegada fulminante, una leyenda.
–¿La pelea con Chávez Jr., en septiembre pasado, superó sus propias expectativas de difusión?
–Fue la primera vez que la esposa y el esposo se sentaron juntos a ver una pelea. El junio 15 de 2013 van a nacer unos cuántos niños que se llamarán Sergio, porque fue un festejo total y algunos no estaban preparados.
SORPRESAS, PANTALLAS Y 40 MIL PERSONAS
Las localidades para la pelea entre Maravilla Martínez y inglés Martin Murray, el 27 de abril, en Vélez Sarsfield, se pondrán a la venta el domingo próximo por el sitio www.tuentrada.com . "La capacidad será para unos 40.000 espectadores. Habrá emoción, piel de gallina para todos. Sergio es el que llenará el estadio, pero habrá muchas sorpresas y pantallas gigantes en cada sector", prometió Lewkowicz.



