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A la Fórmula 1 me gustaría llegar en el momento adecuado y con la maduración justa. No antes. Porque uno se puede quemar y después no vuelve más". Con este claro concepto descansa la mayor ilusión de Juan Manuel Cochito López, 19 años, hijo de Osvaldo Cocho López y piloto de la Fórmula 3 italiana, de paso por Buenos Aires. Y cuenta cómo le va en el difícil arte de sobrevivir en el mundo de la competición.
"Corro desde 1995, cuando empecé en la Fórmula Renault, aunque antes había pasado por el karting. Ser el hijo de Cocho me trajo buenas y malas; por un lado, estaban los conocimientos de mi viejo, que ayudaban. Por otra parte, al ser el hijo de un piloto reconocido, todos me exigían rápidos resultados", explica el joven conductor.
Los monopostos le sirvieron. Aprendió a viajar en pelotón y a tutearse con cierta potencia. Por aquellos años, la categoría acompañaba al TC 2000 y ya se había ganado un perfil profesional. Pero no todas fueron rosas: "En el 96 mejoré mucho, y en el 97 tendría que haber peleado el campeonato, pero tuve problemas con Ramini, el responsable de mi equipo. Me prometió un coche nuevo para la primera carrera y cuando lo vi todavía tenía tierra de la última prueba del año anterior... Dije así no sigo, me excusé con mi sponsor y me fui".
La Fórmula 3 Sudamericana lo albergó durante 10 carreras de aquel año. Después armó las valijas y fue a pelearla en la Fórmula Vauxhall inglesa. El sexto lugar en el torneo de invierno no fue una mala carta de presentación, pero tuvo que volver.
El año último empezó de cero. Tuvo una temporada atípica en la Fórmula Super Renault, ya que hizo cuatro carreras con un coche alquilado a Néstor Gurini, siguió con un Dallara que le compró a Gustavo Tadei ("muy roto, un desastre") y terminó con una máquina que pertenecía a Rubén Rullo. "Pese a tantos cambios, llegué sexto en el torneo", recordó sonriendo.
Sin embargo, 1999 le deparó las mejores sorpresas. "Salieron posibilidades de volver a Europa. Hubo charlas con gente de Alemania y de Inglaterra, pero los coches de punta de las F. 3 de esos países estaban ocupadas." Para Cochito, la tercera opción no tardó mucho en aparecer: Italia.
"Los vínculos de mi papá con Alfa Romeo me ayudaron -explicó-; llegué al equipo Prema y gané la primera carrera, en Vallelunga. Hubo una gran repercusión en Italia. Pero el resultado no pudo repetirse. Supuestamente, mi coche es igual que el de mis compañeros, Fulvio Cavicchi y Peter Sundberg, y tiene buenos elementos, así que esperamos terminar bien el año."
Radicado en Vicenza, donde también reside Angelo Rossin, el jefe de su equipo, Cochito aguarda lo que viene con optimismo. En su paso por la Argentina, recordó su fugaz participación en la Copa de las Naciones. "Fue una buena experiencia estar en el equipo de mi papá, pero los autos con techo no son lo mío", expresó. También elogió a algunos colegas ("El Pato Silva, Ortelli y el Gurí Martínez son muy buenos") y no se olvidó de la Fórmula 1 ("En este momento me aburre, pero sigue siendo lo que más me interesa").
Hincha de River y de novio con María Elena, que lo acompaña cuando puede, López ya encara su nuevo desafío. Será mañana, en Pergusa. De nuevo la búsqueda de los límites. Siempre, en la persecución del paso seguro. El que su popular padre le inculcó desde bien pequeño. El que espera que lo conduzca -algún día- a la Fórmula 1.


