

Encontrá resultados de fútbol en vivo, los próximos partidos, las tablas de posiciones, y todas las estadísticas de los principales torneos del mundo.
Y finalmente Pilará ganó. Sufrió, mucho, muchísimo. Olió la derota desde muy cerca. Tuvo un jugador, Sebastián Merlos, que protagonizó una de las caídas más espectaculares de los últimos años de Palermo. Pero ganó. Con todo y pese a todo. Ganó Pilará Piaget el partido que tenía que ganar, el de su debut en el 119° Campeonato Argentino Abierto, presentado por Movistar. Fue con un ajustadísimo 13-12 ante Alegría Sancor Seguros, resultado que le permite relajarse para lo que vendrá, recuperar energías en el partido ante Magual Prisa Polo y jugarse la vida ante La Dolfina Hope Funds en dos semanas. "No me conformo con perder por uno como en Hurlingham. Si dijera eso sería una gallina", afirmó tras la victoria Francisco de Narváez (h.).
Pero eso es futuro. El pasado cercano es esta victoria que mostró a dos equipos desconcertantes. Como en Hurlingham, se prestaron el partido de a ratos. Cada uno tuvo momentos para el aplauso y momentos para el silbido. Pilará tuvo el mérito de jugar mejor el final, y eso pesa mucho en el polo.
Los dos hicieron todo bien y todo mal. Cronológicamente, después de un comienzo extraño con un 4-1 para Pilará en el chukker inicial, con Alegría enredado en protestas a los jueces y con el castigo de tres técnicos, llegó la rápida recuperación de Alegría: 4-4 en el segundo y una clara supremacía hasta llegar al entretiempo. Las claves para sacar esa ventaja eran la solvencia y ubicuidad de Juan Ignacio Merlos para ordenar al equipo y empujar hacia adelante como una locomotora incontenible. El resto sabía lo que debía hacer: su hermano Agustín se sumaba en el armado del juego y Lucas Monteverde y Frederick Mannix corrían y metían sin parar.
Mientras tanto, Pilará se metía en una de esas lagunas en las que ya se ahogó en esta temporada. Del segundo al cuarto chukker hizo solamente dos goles. Pero lo más preocupante fue que no hizo nada de lo bueno que puede hacer. Como a veces pasa en el polo, perdió marcas y arrancó tarde en varias jugadas. Pero en especial rompió sus propios esquemas y no buscó su mejor opción, que es el palo largo para las corridas de sus hombres.
El panorama cambió radicalmente desde la segunda mitad del partido. Sería interesante saber psicológicamente que pasó en un palenque y en otro. En esas ocho cabezas. No hay un motivo claro para explicar porqué uno decayó tanto y el otro levantó. De pegarle a la bocha a no hacerlo, y viceversa. Del orden al desorden, y al revés.
Alegría hizo su noveno gol a los 2m30s del 4° chukker, cuando el equipo era una vendaval de polo y ganaba 9-5. El décimo llegó a los 3m56s del... 7°. Verdaderamente insólito. Pilará lo opuesto: hizo siete goles del 5° al 7° parcial, cuando se fue al descanso con ventaja por primera vez desde el comienzo: 12-11. Tuvo la inyección anímica nacida del coraje de Sebastián Merlos: rodó muy feo a los 3m45s del 6° chukker, cuando su equipo perdía 9-8. Gladiador deportivo, sólo sufrió algunos golpes. Se levantó y siguió aun con sangre en su rostro. Y eso pareció darle las últimas fuerzas necesarias para conseguir ese plus en el desenlace y quedarse con el festejo final.
La cancha 1 de Palermo se presentó en sociedad en 2012 con un partido demasiado intenso. Sobró fuego, faltaron constancia y precisión. Y en este esquema, Pilará se quedó con el triunfo tan preciado.



