Después de Dunga, Brasil sólo piensa en convencer al técnico más popular del país

SAN PABLO.– Se acabó el segundo ciclo de Dunga al frente de la selección de Brasil. Apenas aterrizó en el aeropuerto de Guarulhos, proveniente de los Estados Unidos, el técnico viajó hasta Río de Janeiro para reunirse con el presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol (CBF), Marco Polo del Nero, quien le comunicó la decisión. También Gilmar Rinaldi, coordinador de selecciones, fue apartado de su cargo. El dictamen fue oficializado en un breve comunicado, publicado apenas unos minutos después de ese encuentro en la sede de la CBF.

La derrota ante Perú, que desencadenó en la eliminación de la Copa América Centenario en la primera rueda, rebalsó el vaso de la tolerancia después de una secuencia de malos resultados: caída en los cuartos de final de la Copa América de Chile, en 2015, y una 6a posición en las Eliminatorias que, por ahora, deja a los pentacampeones del mundo fuera de Rusia 2018, también empujaron la decisión. A esas pálidas actuaciones se le suman la pérdida de apoyo hacia su proyecto dentro de la CBF y los encontronazos con varios referentes del plantel, entre ellos Neymar.

Pero en Brasil no hay tiempo que perder, cuando faltan 51 días para los Juegos Olímpicos. Por eso, mientras Dunga se escurría y gambeteaba micrófonos tras ser despedido, el jet privado de la CBF esperaba por Tite en San Pablo. Cuando terminó su (tal vez, último) entrenamiento como DT de Corinthians, enseguida fue trasladado hacia Río de Janeiro. Más precisamente, al despacho de Del Nero.

Paradójicamente, el presidente de la CBF optó por un entrenador que es abiertamente crítico de su gestión. Tal es así que seis meses atrás firmó una carta pidiendo la renuncia de Del Nero. Pero en la sede de la CBF, el mandamás del fútbol brasileño precisa de un técnico avalado por el "pueblo futbolero", y ese perfil encaja con el del entrenador de Corinthians. Ganador, respetado en el ambiente y pedido hasta por los torcedores de los rivales históricos del Timão, como San Pablo y Palmeiras.

Tite, por su parte, ya se resistió dos veces a esta oferta, en 2015 y 2016, aduciendo que no quería que haya un técnico trabajando mientras él negociaba con la CBF y por no tener libertad para armar su propio cuerpo técnico. La tercera podría ser la vencida. El DT y los suyos lo saben: será la última.

Hay que remontarse a 2001 para encontrar tanta aceptación en un técnico. Por entonces, Luiz Felipe Scolari se hizo cargo de Brasil, aclamado por propios y ajenos. Aquella unanimidad no se debía sólo a su trabajo en Palmeiras y, posteriormente, en Cruzeiro, sino también a las desastrosas gestiones de Vanderlei Luxemburgo y Emerson Leão. En poco más de un año, Felipão consiguió levantó la Copa del Mundo en Corea y Japón 2002; luego, renunció para hacerse cargo de la selección de Portugal.

Esta vez, la CBF no podrá darse el lujo de fallar en la elección. Ofrecerle el cargo a un técnico con espalda ancha parece ser la salida más fácil. A menos de dos meses de los Juegos Olímpicos, poco será lo que pueda modificar el nuevo entrenador, y la medalla dorada es una obligación. En las Eliminatorias, en cambio, podrá imponer un toque personal a un grupo de jugadores talentosos que hoy está lejos de ser un equipo.

fc/jt