El cambio de timón fue la jugada maestra para el SIC
Bajo la conducción de Santiago González Bonorino y Martín Cerioni, campeones como jugadores, y en su primera aventura al mando, los Zanjeros vencieron por 29-22 a Belgrano
Han sabido ser campeones. Han sabido ser compañeros. Han creado una gran amistad. Y son los hacedores de la ilusión del SIC; dos laburantes que en silencio, sin mucha estridencia, no sólo les devolvieron el alma y el cuerpo a los jugadores -a fin de cuentas los principales protagonistas-, sino que enaltecieron el nombre del segundo equipo más ganador del certamen de Buenos Aires (25 títulos), pero que hace tres años no peleaba ninguno.
Santiago González Bonorino y Martín Cerioni, el Chato y el Sapo, son las cabezas visibles de un proyecto en el que también colaboran Luciano Monti y Martín Rospide. Y en lo que viene siendo la primera aventura al mando de Los Zanjeros, los resultados, algo que en el rugby no suelen ser condicionantes en absoluto como en otros deportes, acompañaron y de la mejor manera posible: gracias a la victoria por 29-22 sobre el líder Belgrano, que llegaba invicto en el Top 14, aseguraron su presencia en los playoffs, situación que no vivían desde 2013. De ese tiempo a esta parte, debieron pulular con bastante sufrimiento por la zona clasificatoria y cargar con la cruz de haber finalizado últimos en la anterior temporada, ubicación que, con la reestructuración prevista para 2017, los hubiera relegado a otra categoría.
"Cuando asumimos, nuestro principal objetivo, más allá de recuperar nuestra esencia de juego, fue ?trabajar' las ganas de todos, porque parecía que el SIC terminaba los partidos y los campeonatos con pocas ganas. Y eso nunca había sido así", sostuvo González Bonorino, ex pilar y participante del Mundial 2007 (medalla de bronce), quien debió parar por una molestia crónica en su espalda años más tarde. Intentó regresar a la actividad, pero fue en menor medida hasta que se decidió por la dirección técnica con anteriores pasos por Buenos Aires y San Andrés. "A los jugadores... nada más que gracias y que disfruten de esto porque ahora se acercan grandes desafíos", añadió. Cerioni, un hombre-try en sus épocas, lo respaldó: "Lo importante fue convencer a todos de que se podía. De ir partido a partido, y de vivirlos con la intensidad y la actitud con la que ahora se le ganó al mejor equipo del torneo".
Entre caras nuevas y no tantas, en Boulogne amalgamaron un mix justo entre experiencia y juventud. Y, emocionalmente estables, se sacaron de encima a uno de los máximos favoritos. En ese rubro, sobresalieron las actuaciones de Santiago Méndez (19 puntos) y de Benjamín Madero, que vivió momentos duros por reiteradas lesiones (no jugó en todo 2015): "Eso fue lo malo; lo bueno es que la satisfacción en este momento es doble", dijo el héroe de la última alegría (2011).
El Marrón, si bien ya estaba clasificado, puso todo a disposición y se llevó el duelo de tries (4-2). Se vio extrañamente superado y no le alcanzó pese a arrancar en ventaja y a reaccionar en el final. Al menos, rescató el bonus que lo salvaguarda solitario en la cima. Ya no quedaban dudas: la fiesta estaba del otro lado.