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Con el triunfo por 1 a 0 frente a San Miguel, Arsenal se mantiene firme en la cima de la Zona Metropolitana de la primera B Nacional.
Ni la lluvia le humedeció la pólvora en su búnker de Sarandí. Y el resultado final fue exiguo. Porque mereció mayor diferencia, si se tiene en cuenta el mejor orden táctico y las claras situaciones que generó.
El líder no se apiada de nadie.En cuanto se le otorga el mínimo espacio para sus maniobras ofensivas, no perdona.
San Miguel, en cambio, dio la impresión de que se olvidó las municiones en Los Polvorines, porque su ataque fue tan inoperante que apenas le dio un par de sustos al seguro Coldeira, que nunca corrió riesgos de sufrir alguna zozobra.
José María Bianco, el técnico de Arsenal, parece que pregona entre sus dirigidos aquello de que al que madruga Dios lo ayuda. Porque cuando el líder convierte primero gol, después es muy difícil llegarle con peligro. A la vez, el adversario queda expuesto a sus mortíferos contraataques.
Lo sufrió Quilmes; lo padeció Banfield y, ayer, lo sintió San Miguel. Así encadenó tres éxitos consecutivos, sin que le marquen goles, después de la derrota que recibió en Rosario, con los cuatro goles de Central Córdoba.
Aquello le fue útil como experiencia, para no subestimar al rival; para recuperar el orden y la seguridad en el fondo y para volver a conformar un tándem ofensivo con Palavecino, Mannara, Cuartas y el Pulpo González, que siempre están dispuestos a originar una explosión de gol.
Así sucedió, también, esta vez. Apareció Cuartas por la izquierda, apiló a dos adversarios y metió el pelotazo en profundidad para que González le ganara la posición a Berardi, en el forcejeo, y con la frialdad de los francotiradores vulneró a Cirrincione.
El mismo goleador casi convierte un gol de lujo en el segundo tiempo, que impidió Acosta, y hubo un misil de Palavecino que se estrelló en el travesaño. Además de otras cargas peligrosas favorecidas por el desorden de San Miguel.
Los visitantes, por sus propias limitaciones, intentaron contener al vencedor en el medio, pero fracasaron sin atenuantes.
Al terminar el partido entre Arsenal y San Miguel, según el intendente del club de Sarandí, Néstor Gorjón, recibió un puñetazo y un puntapié de Héctor Grondona, que se acercó al vestuario para recriminarle no haber permitido el ingreso de un viejo hincha que no tenía el dinero para la entrada y que siempre colaboró con la institución. El presidente de Independiente reconoció la discusión, pero negó la agresión.
En otro partido, la hinchada de Chicago generó corridas con la policía al llegar al estadio de Morón y, después, en el entretiempo, fueron los parciales locales los que en la tribuna cabecera se toparon con los agentes del orden, que reprimieron con balas de goma y detuvieron a cinco de los revoltosos.



