Claudio Bravo, el líder que eligió cada técnico argentino

SANTIAGO, Chile.– Su nombre se repite en las convocatorias de la selección de Chile desde hace más de 10 años. A partir del primer encuentro oficial de la Roja en 2008, y por decisión del entonces entrenador Marcelo Bielsa, es el capitán del grupo; referente en el vestuario del último campeón de la Copa América, pero también un jugador que sin estridencias se hizo un espacio para convertirse en una pieza esencial del engranaje de Barcelona, un equipo que deja a cada paso una marca en la historia del fútbol mundial.

La ascendencia de Claudio Bravo en el medio futbolístico de su país se podría resumir en un pequeño detalle que se dio en el inicio del ciclo Pizzi. En el primer contacto entre el técnico argentino, el cuarto en cadena que comanda a Chile desde que Bielsa tomó el control, hace nueve años, el guardavalla mostró su liderazgo: después de una charla con el director técnico, peticionó para que los futbolistas no se concentraran hasta ayer, aunque los ejercicios se iniciaron un día antes, en el predio Juan Pinto Durán. Bravo no levanta la voz cuando habla, pero sus respuestas movilizan a sus compañeros y retumban en el corazón de la ANFP, una estructura que se vio sacudida por el FIFAgate y que pretende renovarse. "No es nuestra labor sanear al fútbol chileno, por algo hay un nuevo presidente y un nuevo directorio. Lo de antes [la gestión que lideró Sergio Jadue] empañó todo lo que logramos en base a lo que fueron las dos últimas participaciones en los mundiales y en ganar la Copa América. La disposición siempre está para que las cosas funcionen. Cuando las cosas no resultaron es porque no fuimos de la mano", es la pintura que realiza el guardavalla, acerca de la actualidad de la Roja.

Enfrentar la problemática está en sus genes, como también pensar en el futuro de la selección, aunque el mayor deseo de Bravo es enfocarse en los encuentros con la Argentina y Venezuela, por las eliminatorias, rumbo al Mundial de Rusia 2018. "Mejorar esta sala que tenemos, donde estamos todos muertos de calor, las instalaciones en el predio Pinto Durán, son cosas en donde no se ven reflejada las ganancias de la federación, pero sí se habla de los premios que nos corresponden", disparó el arquero, de 32 años, el que disfruta la mayor parte del año de Messi, aunque ahora le tocará medirse con el mejor del mundo. "Tenemos un partido importante para nuestras pretensiones. Jugar para la selección es una motivación enorme, y hacerlo ante un rival de la jerarquía de la Argentina exige un poco más. Somos fuertes como grupo, no basamos el juego en dos o tres nombres, sino en el conjunto", repite, y busca aliviar las ausencias de Valdivia, Vidal, Aranguiz y Vargas, nombres que fueron titulares el 4 de julio de 2015, cuando Chile superó a la Argentina y levantó, por primera vez, la Copa América.

Cien partidos cumplirá mañana Bravo con Chile. "El tiempo pasa muy rápido, no se alcanzan a dimensionar las cosas. No lo imaginaba, nadie lo hizo en la historia de nuestro fútbol", dijo el arquero.

Era otro tiempo, con Sampaoli en la conducción técnica. Una salida que provocó algunos resquemores, aunque Bravo fija la vista al frente. "Es pronto para hacer comparaciones o hablar de metodologías de trabajo. Es complejo para el técnico planificar con escaso tiempo de preparación. Somos una selección que asume riesgos en el juego. El funcionamiento y la dinámica nuestra serán las mismas. Llevamos muchos años juntos y sabemos cómo sacar el partido adelante. Con Sampaoli tuvimos la satisfacción de vivir un gran proceso, que nos generó ser una selección exitosa y ganar algo. En ese aspecto, agradecidos. Después, la gente cambia, sabemos cómo se vive esta profesión", remató el capitán sobre el ciclo anterior, que a diferencia del que inició Pizzi resultaba menos cálido en el trato, algo que se observó en la fría despedida del casildense y en la recepción amigable para el santafesino.

jt