Cómo es el Engenhão, el Estadio Olímpico que no resistía el viento: River visitará allí a Flamengo por una mudanza obligada
El año 2013 transitaba sus primeros meses y el Estadio Olímpico Nilton Santos, en su sexto año de vida, empezó a entregar síntomas preocupantes de cara a los Juegos Olímpicos 2016: debido a fallas estructurales, el alcalde de Río, Eduardo Paes, lo clausuró en marzo de forma temporal y se iniciaron una serie de reformas que duraron hasta febrero de 2015 por el temor de que la cubierta se viniera abajo por los fuertes vientos. Ya renovado, y con capacidad para 45 mil espectadores, en la actualidad es la casa de Botafogo y será la de Flamengo en su primer partido de la Copa Libertadores.
River será el primer rival que tendrá el equipo de Río de Janeiro, que se clasificó tras finalizar en el sexto puesto en el Brasileirão del año pasado. Por una serie de recitales (el 22 de febrero tocó Phil Collins y el 25 Foo Fighters), el Maracaná no podrá estar disponible para el debut, que será a puertas cerradas tras la sanción que la Conmebol decretó por los incidentes en la final de la Copa Sudamericana ante Independiente.
Así, se había decidido hacer de local en el Estadio Luso-Brasileiro, que pertenece al club AA Portuguesa y es administrado desde 2017 por Flamengo. Pero, durante un temporal, se cayeron dos torres de iluminación a dos semanas del partido y todo derivó en el Estadio Olímpico, que tiene una rica y ajetreada historia pese a sus 11 cortos años.
Ideado para los Juegos Panamericanos 2007, su construcción comenzó en diciembre de 2003 y finalizó en marzo de 2007. La inauguración se produjo el 30 junio de 2007 con un duelo entre Botafogo y Fluminense, equipos de la ciudad, por el Brasileirao y en julio se utilizó para las competencias de fútbol y atletismo de los Panamericanos. Pese a que es propiedad del municipio de Río de Janeiro, es arrendado por la Compañía Botafogo, concesionaria del club que hace de local allí.
Debido a que el Maracaná fue cerrado entre septiembre de 2010 y abril de 2013 por las reformas necesarias de cara al Mundial 2014, el Engenhão, llamado así porque se encuentra en el barrio Engenho de Dentro, fue durante un tiempo la casa principal de Flamengo y Fluminense. Al reabrir el gigante brasilero, comenzaron los problemas para el Estadio Olímpico: fue clausurado porque existía riesgo para los hinchas ya que, dependiendo determinadas circunstancias como la velocidad del viento y la temperatura, las vigas que sostienen toda la cobertura podían llegar a caerse.
De marzo de 2013 a febrero de 2015, el Engenhão estuvo cerrado y volvió a abrir a medias para los partidos de Botafogo, ya que las obras se atrasaron más de la cuenta. A ocho meses de los Juegos Olímpicos, se desató el escándalo: en enero de 2016 la luz y el agua estaban cortadas por la falta de pago de los servicios.
En medio de acusaciones cruzadas entre la Alcaldía de Río de Janeiro y el club, y con la crisis económica a cuestas, finalmente la Alcaldía se hizo cargo de todos los gastos pendientes y el Estadio llegó en condiciones para recibir las competencias de atletismo y fútbol de los Juegos.
Imposibilitado de contar con el Maracaná y el Luso-Brasileiro, y sin poder jugar con su gente por la suspensión de la Conmebol, Flamengo recibirá a River en un contexto poco habitual para su historia. Mientras, el Estadio Olímpico Nilton Santos (llamado así en honor al ídolo de Botafogo y bicampeón mundial con la Selección de Brasil) sigue acumulando historias.
Crónica de la mudanza de Flamengo: de los incidentes frente a Independiente al temporal
Lejos estuvo la final de la Copa Sudamericana entre Flamengo e Independiente de ser un pacífico enfrentamiento. En el partido de ida, en Avellaneda, el clima estuvo caldeado y los hinchas brasileros que viajaron hasta Buenos Aires denunciaron actos de racismo por parte de los fanáticos del Rojo. Ambas instituciones emitieron comunicados repudiando los hechos, pero nada pudo frenar la alta temperatura.
En Río de Janeiro se produjeron serios incidentes en el hotel de Independiente durante la noche previa: los simpatizantes del Mengão no dejaron dormir al plantel con bombas de estruendos y cánticos, y hasta hubo peleas a golpes de puño con los argentinos que estaban allí. Al día siguiente, en el Maracaná, nada cambió: a horas del partido, hubo corridas, gas lacrimógeno cuando el equipo argentino llegaba al estadio e incidentes en los ingresos.
A partir de lo ocurrido, la Conmebol decidió sancionar a Flamengo: deberá jugar a puertas cerradas sus dos próximos partidos de local organizados por la Confederación y se le impuso una multa de 300 mil dólares, que se descontará de los ingresos obtenidos por derechos de televisión o patrocinio.
Sin la posibilidad de jugar en el Maracaná, el club optó por jugar en el Estadio Luso-Brasileiro, conocido también como Estadio Ilha do Urubu, ubicado en la Isla del Gobernador, Zona Norte de Río, con capacidad para 20 mil espectadores. Pero por la rotura de dos torres de iluminación producto de un temporal que azotó el 14 de febrero a la ciudad, la institución debió buscar una nueva alternativa ya que, a dos semanas del partido, era muy difícil llegar a tiempo con los arreglos necesarios para poder jugar. Finalmente, se decidió disputar el duelo ante River en el Estadio Olímpico Nilton Santos.
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