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YOKOHAMA.– Otra vez en lo más alto del planeta fútbol. Como en 2000, cuando la FIFA puso en marcha el Mundial de Clubes en reemplazo de la Copa Intercontinental, Corinthians se consagró campeón. Esta vez debió recorrer miles de kilómetros para celebrar la conquista el equipo más popular de Brasil, que estuvo acompañado por 20.000 torcedores, aunque la travesía y el sacrificio tuvieron la mejor recompensa al superar 1-0 a Chelsea. Doce años atrás, los festejos se desataron en Río de Janeiro, tras ganarle 4-3, en la definición por penales, a Vasco da Gama. El dramatismo de ambas finales es un puente que une las dos conquistas del Timao, que tuvo en las atajadas de Cassio y en el oportunismo del peruano Paolo Guerrero los argumentos para devolverle el título a América del Sur, luego del reinado durante cinco años de los clubes europeos.
Tuvo dos héroes la final, dos futbolistas con particulares historias. Cassio, elegido el mejor guardavalla del torneo, recuperó en Corinthians la motivación, después del sufrimiento que le significó su paso por el fútbol holandés. Después del Mundial Sub 20 de Canadá, en 2007, PSV Eindhoven compró su pase a Gremio, donde sólo había jugado un partido. La experiencia resultó frustrante: apenas actuó en 17 encuentros, 15 de ellos en Sparta, de Rotterdam, donde fue cedido a préstamo. "En esa época tuve dudas, pensé en parar. Pero ahora volví a la cima", expresó el arquero, que fue abandonado por su padre y que tuvo como espejos a sus compatriotas Taffarel y Danrlei, gaúchos como él, y al colombiano Oscar Córdoba, multicampeón con Boca.
Participar de un Mundial de Clubes sin dudas fue una meta que se trazó Guerrero, que no dudó en llegar a un acuerdo con Corinthians, tras jugar durante 10 temporadas, entre Bayern Munich y Hamburgo, en la Bundesliga. Una lesión muscular en la pierna derecha, sufrida el 2 de diciembre pasado, estuvo a punto de desvanecer su sueño. Con fisioterapia e infiltraciones se recuperó el atacante, autor del gol de la final –anotó de cabeza, después de un rebote–; el peruano también fue el artillero en el éxito 1-0 sobre Al Ahly, de Egipto, en las semifinales. "Cuando me lesioné tuve miedo: pasé días difíciles, pero ahora es el turno de celebrar. Es una alegría increíble, aunque yo quería ganar este partido hiciera el gol o no", comentó Guerrero, que fue reemplazado a los 42 minutos del segundo tiempo por el Burrito Juan Manuel Martínez.
Corinthians desató una fiesta en Japón y, al igual que Barcelona, inscribe por segunda vez su nombre entre los ganadores del Mundial de Clubes. Doce años, la ausencia de títulos internacionales era motivo de frustración entre sus seguidores.
La solidez defensiva, uno de los fundamentos de Corinthians. No recibió tantos en el Mundial de Clubes y apenas le convirtieron cuatro veces, en 14 partidos, en la Libertadores.
Una temporada sin luces arrastra Chelsea: perdió la final de la Supercopa de Europa, fue eliminado en la Liga de Campeones, y ahora cayó en la final del Mundial de Clubes.
El delantero argentino César Delgado, de Monterrey, y el japonés Hisato Sato, de Sanfrecce Hiroshima, fueron, con tres goles, los artilleros del Mundial de Clubes.
AFP y EFE

