El Boca de Alfaro: ¿mantener el arco invicto significa que se defiende bien?
Boca no recibió goles en la Superliga, Esteban Andrada batió el récord de Antonio Roma y va por más. ¿Eso es sinónimo de defender bien? Si el fútbol fuera una ciencia matemática, la respuesta sería afirmativa. Sin embargo, en el juego siempre hay matices, contextos. Gustavo Alfaro dirigió a Boca en 38 partidos oficiales y solo perdió 3, aunque sufrió dos caídas que le generaron algún temblor: la final de la Copa de la Superliga ante Tigre (0-2) y la eliminación por penales de la Copa Argentina ante Almagro (tras el 1-1). El estilo de Alfaro genera debate desde que el DT xeneize decidió ser más fiel a sus convicciones futboleras (después del último receso), al punto que más de 15 días después de la igualdad en el Monumental (0-0) se sigue opinando –y discutiendo– sobre aquel planteo.
En lo que va de la Superliga, Boca defendió bien ante Huracán, Patronato y Estudiantes, más allá de que contra el equipo platense sufrió desconcentraciones en jugadas de pelota parada; rindió más o menos ante Aldosivi. Pero la pasó mal ante Banfield (con dos tiros en los palos) y River. Entre ambos le generaron 15 situaciones de gol y le patearon al arco de Andrada 40 veces. Sumando los otros cuatro partidos, fueron 14 chances sufridas y un promedio general de 12,3 remates en contra por cotejo.
Cada remate no significó una chance de riesgo, eso parece tenerlo controlado Boca, con apenas un promedio de 4,6 aproximaciones por partido. Es cierto que el River de Gallardo, el mejor equipo de la Argentina, no le creó chances tan claras, aunque en aquella tarde tuvo que ver también no solo el planteo defensivo xeneize, sino también la falta de eficacia para finalizar jugadas del millonario. Andrada igual transmite seguridad, le generen mucho o poco y más allá de que sus defensores rindan bien individualmente (algo que no siempre va de la mano).
Lisandro López se afirma y responde muy bien la mayoría de los partidos, aunque a veces se tienta en pensar más en atacar que en defender (y ahí puede desproteger algo la zona); Carlos Izquierdoz, por características, le sienta mejor cuando el bloque defensivo lo hace cerca de su arquero que si tiene que salir a tomar lejos a los delanteros rivales, pero todavía no termina de ofrecer seguridad con continuidad; Marcelo Weigandt y Nicolás Capaldo acortan el tiempo de adaptación a la primera de Boca con entusiasmo y una entrega admirable y (hasta el momento) se imponen a las presencias de dos experimentados. El primero le ganó la pulseada a Julio Buffarini, el segundo a Daniele De Rossi.
El lateral izquierdo parece ser el sector más vulnerable: Emmanuel Mas le aporta a Alfaro juego aéreo en las dos áreas para las pelotas paradas, pero juega al límite en las marcas individuales, por lo que casi siempre está al borde de cometer un penal (o lo termina cometiendo). Frank Fabra recién está volviendo de una lesión. Puede aportar en ataque una proyección digna de un wing izquierdo, aunque termina subestimando algunas ejecuciones técnicas en sectores "inconvenientes" y una mala decisión suya puede terminar en una acción de mano a mano del rival con Andrada.
Iván Marcone, un indiscutido para Alfaro, mejoró su rendimiento desde la llegada del italiano De Rossi. Sus mejores partidos se vieron en este semestre, ante Liga de Quito y Atlhetico Paranaense (por la Copa Libertadores), también en el segundo tiempo ante River. En la estructura del exDT de Arsenal, hasta los delanteros tienen un rol de sacrificio y marca en el retroceso. Sucedió con Mauro Zárate como volante izquierdo ante Liga de Quito, en Ecuador; también con Franco Soldano, que fue más volante externo ante Banfield y River que centrodelantero. El mejor ejemplo de lo que pretende Alfaro para Boca es Alexis Mac Allister: enganche por naturaleza (el propio jugador reconoce que donde más le gusta jugar y rinde es detrás del 9), se ganó un lugar por su versatilidad para adaptarse a jugar también por los costados, en un esquema 4-4-1-1 o 4-2-3-1, los que más está utilizando el técnico xeneize.
Alfaro decidió cambiar. Si la final ante Tigre la perdió jugando (de arranque) con cuatro delanteros (Villa, Tevez, Zárate y Benedetto), si en la etapa de grupos jugó ante Paranaense, en Brasil (0-3), con una planificación más cercana al gusto de Benedetto y Tevez, ya no iba a hacer concesiones en contra de sus pensamientos. Y siente, además, que los delanteros pueden ganar partidos, pero son los defensores los que levantan la Copa Libertadores. Y así como salieron Tevez y De Rossi, entraron Weigandt y Capaldo. Ahora evalúa rendimientos en función de su idea colectiva de equipo más allá de los nombres. El DT busca que Boca defienda mejor colectivamente y no le preocupa perder en la posesión con Aldosivi o Argentinos jugando en la Bombonera. Con Alfaro, Boca se para más atrás y contragolpea. Y por eso los rivales tienen más cerca a Andrada. Le patean y lo hacen lucir, aunque una cuota de suerte también hace su parte.
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