El Monumental se mudó a Japón: “El domingo cueste lo que cueste”, terminaron cantando los hinchas de River
Alrededor de 15 mil simpatizantes sufrieron con el desarrollo del partido vibraron con el triunfo y el pase a la final del Mundial de Clubes; así fue la fiesta por dentro
OSAKA (De un enviado especial).- La fiesta que empezó un día atrás con el banderazo de los hinchas de River en esta ciudad se prolongó al Nagai Stadium en el debut en el Mundial de Clubes. Los hinchas millonarios mudaron el Monumental a Japón: de 20.133 espectadores que hubo en el estadio, al menos 15.000 eran de River, en un escenario para 45.000 personas.
Banderas, camisetas, disfraces. Desde temprano la ciudad se tiñó de rojo y blanco. No había punto de Osaka en el que no apareciera un hincha de River. Al mediodía, en el estadio, cuando aún faltaban casi ocho horas para el partido, la gente ya estaba ansiosa en las inmediaciones. Fanáticos de todo el país, del exterior, todos unidos por la pasión riverplatense.
Dentro del estadio, hubo hinchas en los cuatro sectores de la cancha. Los japoneses de Sanfrecce Hiroshima estuvieron en una cabecera. Era apenas un puñado. Los hits que siempre se entonan en Núñez retumbaban en Osaka. "De la mano del Muñeco vamo’ a Japón", deliraba la hinchada, que explotó cuando los jugadores salieron a hacer los movimientos previos.
Enzo Francescoli, hoy manager, miraba desde la platea a los cuatro costados. Rodolfo D’Onofrio, con su pulóver rojo de cábala sobre la espalda, filmaba la fiesta con su teléfono celular. El partido comenzó y era difícil entender que ese estadio no era el Monumental.
Pero ese calor inicial se fue apagando con el correr de los minutos. El equipo no transmitía buenas señales, sufría y los hinchas lo sentían en una noche muy fría en Osaka. Los fanáticos intentaban levantar el ánimo de los jugadores. En el segundo tiempo, el pedido fue unánime: "River, ponga huevo", "esta noche tenemos que ganar". Alario convirtió el gol a los 27 minutos del segundo tiempo y el alma volvió al ese cuerpo colectivo. Grito con furia, emoción. River estaba en la final del Mundial de Clubes.
Un alarido se escuchó cuando se terminó el partido y el deseo fue uno solo: "El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar". Barcelona todavía no es el rival, pero todos ya piensan en Messi, Neymar y compañía...
ph/jp
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