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Esta tarde, cuando Iván Marcone camine serenamente hasta el círculo central, se coloque unos pasos por delante de la fila de sus diez compañeros y levante los brazos hacia los cuatro costados de la Bombonera quizás esté empezando a bajarle la persiana a lo que él mismo definió alguna vez como “sueño de su vida” y “punto más importante de su carrera futbolística”: jugar en Independiente, el club del cual es hincha fanático desde que tiene memoria.
El futuro del capitán Rojo a partir de enero, cuyo vínculo finaliza el 31 de diciembre, no está cien por cien definido. En los últimos meses múltiples gestos y situaciones parecieron conducir a un final sin remedio. Las deudas que la institución mantiene con el jugador, en torno a medio millón de dólares, y con el Elche, la entidad española de donde fue fichado, forman parte de un cortocircuito alimentado por un presunto distanciamiento con el técnico Jorge Vaccari, y por algunas actitudes que desagradaron a los hinchas. La más reciente, el enfrentamiento que tuvo en Sarandí con un simpatizante que lo increpó pidiéndole que se fuese del club hace apenas tres semanas.
Un mensaje en Instagram de esta misma semana avivó la llama de la despedida. Marcone reposteó una historia de Instagram de Federico Mancuello en la que ambos comparten una foto con Rodrigo Rey, a la cual el volante central que alguna vez expresó su deseo de ser presidente del club en un futuro le agregó la frase: “¡Mi corazón se queda acá! ¡Los quiero mucho y se merecen muchísimo más!”. El tema pareció sentenciado, pero…
En la noche del jueves, Alejandro Tocalli, coordinador general de fútbol de la entidad, le abrió la ventana a una posible continuidad: “Él y Jorge [Vaccari] se deben una charla, aunque sería bueno que siguiera, por su categoría como jugador y su cariño por el club”, subrayó, entrevistado por el programa partidario De la Cuna al Infierno, reavivando la posibilidad de que el jugador de 34 años renueve su contrato.
Recibido casi como un hijo pródigo en junio de 2022 después de varios intentos frustrados, la relación del Marcone/jugador con la camiseta que siguió desde la tribuna popular incluso cuando ya era un profesional consagrado en otros equipos argentinos, y también con los hinchas con quien compartía las gradas, resultó mucho más compleja de lo que pudo haber imaginado. El rendimiento desparejo, tanto físico como técnico-táctico y hasta en el aspecto actitudinal, estuvo siempre en discusión para el exigente simpatizante del Rey de Copas, y poco a poco, el futbolista más esperado se fue ganando dosis crecientes de silbidos y de críticas, en el estadio y en las redes sociales, donde más de una vez se lo “invitó” a volver a la tribuna.
No fue así, en cambio, para la larga lista de técnicos que dirigieron los destinos de Independiente en los últimos dos años y medio: Eduardo Domínguez (apenas siete partidos), Julio César Falcioni, Leandro Stilitano, Ricardo Zielinski, Carlos Tevez, Vaccari, más los sucesivos interinatos de Claudio Graf, Juan José Serrizuela, Pedro Monzón y Hugo Tocalli. En ese lapso, el Rojo disputó 115 encuentros en todas las competencias, de los cuales Marcone estuvo presente en 95. Fue titular en 90 de ellos, y sustituido sólo en 10. Apenas 5 veces se sentó en el banco de suplentes sin ingresar y otras 3 no fue convocado. El resto de sus ausencias se debieron a lesiones (8) o sanciones por tarjetas (3). La grieta en el mundillo Rojo se abre a la hora de juzgar la calidad de lo ofrecido a cambio de semejantes dosis de confianza.
“Es demasiado lento”, “No recupera”, “Juega todas las pelotas para el costado”, “No participa en ataque”, “No tiene la garra suficiente para contagiar a sus compañeros”, son los argumentos más escuchados en el Bochini y más leídos en los comentarios escritos en redes y otros medios. “Es un referente del plantel”, “Es indispensable porque no hay otro mediocampista que tenga salida clara”, responden desde la otra vereda.
En algún punto, los números parecen dar la razón a sus críticos. En sus 30 meses vestido de Rojo, Marcone marcó un único gol, el 2-2 contra Barracas Central en 2022, de cabeza, y dio apenas un par de asistencias, una contra Vélez en Copa Argentina ese mismo año; y otra frente a Central Córdoba de Santiago del Estero en el partido jugado hace dos semanas.
Una mirada más fina de lo realizado en la actual Liga Profesional invita en cambio a dudar sobre lo que se aprecia desde afuera. En los 21 partidos y medio que jugó (salió lesionado en el descanso del clásico frente a Racing) las estadísticas indican que, en el plano defensivo, Marcone ocupó el primer lugar del equipo en entradas exitosas (74,5 %), y no bajó del podio en duelos ganados (63,3 %) y recuperaciones (121). Sus números son muy parecidos a los del muy elogiado Kevin Lomónaco, que tuvo 69,6 % de entradas exitosas, 65,1 % de duelos ganados y 126 recuperaciones. En acciones con la pelota, el capitán del Rojo lideró la tabla de aciertos en pases largos (62,8 %), y fue tercero en porcentaje de pases precisos (79,9 %).
Aun así, el propio protagonista acepta que sus actuaciones desde que aterrizó en el club de sus amores no alcanzaron para satisfacer las expectativas: “Sé que estoy en deuda y que hay muchas cosas por cambiar y corregir de mi parte”, confesó al término del choque ante Atlético Tucumán. Marcone, como varios de sus compañeros, vivió su mejor período en el arranque del ciclo comandado por Tevez, para después bajar su nivel y recuperarlo sólo de manera ocasional. En el torneo que finaliza este lunes, el promedio de las calificaciones que recibió en LA NACION le dieron para un simple aprobado -5,5-, con un 8 ante Unión y un 3 contra Instituto en ambos extremos del boletín.
A Independiente y a Iván Marcone les quedan 15 días para determinar si, futbolísticamente hablando, sus caminos siguen juntos o separados. “Todos sabemos que me muero por estar acá, pero voy a respetar lo que decidan”, dijo el capitán del Rojo el lunes pasado. En la Bombonera saldrá a la cancha con la cinta de capitán y levantará los brazos en el círculo central unos pasos por delante de sus compañeros. De la charla con Vaccari y de lo que hable con los dirigentes dependerá que sea, o no, por última vez vestido de jugador.