Javier Pinola, un experto a la hora de jugar los clásicos
Debutará en un River-Boca; perdió sólo una vez en los duelos de Avellaneda y Rosario
Cuando River salió al mercado de pases en el último invierno, la apuesta fue clara: buscar experiencia y soluciones rápidas. Por eso, el cuerpo técnico decidió ir a fondo, en primer lugar, por jugadores a los que la camiseta millonaria no les significara un peso de responsabilidad difícil de llevar. A los 34 años, Javier Pinola fue una de las opciones más concretas que el mercado local ofrecía, y su buen presente en Rosario Central, sumado a su jerarquía, hicieron que el grupo técnico liderado por Marcelo Gallardo centrara sus ojos de lleno en el zaguero.
Experiencia es una palabra que se ajusta perfecto a lo que Pinola le ofrece hoy al millonario. Al lado de Maidana, conforma la dupla central del equipo desde su debut frente a Guaraní, de Paraguay, en julio pasado, y con tan sólo un puñado de entrenamientos encima. Aquella noche en Asunción, el defensor demostró un gran nivel, pero luego, en los primeros partidos del semestre, se vieron falencias en su rendimiento que hasta él mismo admitió. Con el transcurrir de las semanas, se fue afianzando y corrigiendo determinados errores puntuales.
Los partidos clásicos, donde hay mucho más en juego que tres puntos, resultan una tarea conocida para el hombre nacido en Olivos, provincia de Buenos Aires. En Racing, donde jugó entre 2004 y 2005, disputó tres veces el clásico de Avellaneda frente a Independiente y tiene récord positivo: ganó dos y perdió uno.
El primero que jugó fue en la fecha 15 del Clausura 2004 y la Academia se impuso por 3-1 en el estadio de Lanús, en lo que fue la última victoria de Racing como visitante durante once años hasta que la racha se cortó con el 2-0 de 2015 en la Liguilla Pre-Libertadores. El segundo fue derrota 1-0 en la fecha 8 del Apertura 2004; y el tercero fue una nueva victoria por 3-1 en la jornada 8 del Clausura 2005. En todos los casos disputó los 90 minutos completos.
Tras jugar casi diez años en Nüremberg de Alemania, Pinola decidió regresar al fútbol argentino en junio de 2015 y se puso la camiseta de Rosario Central. Allí, participó en cuatro clásicos, nunca fue amonestado ni expulsado y no perdió: ganó tres y empató uno. “Ganar el clásico es hermoso. En Rosario es terrible como se vive, hay que estar preparado. Mentalmente es un desgaste muy grande jugarlo”, explicó el defensor, tiempo atrás. “Los dos equipos siempre tienen presión y lo quieren ganar por la ciudad y por el honor”.
Su debut en el derby rosarino se dio en su tercer partido con el canalla y fue triunfo 1-0 como visitante en la fecha 18a del Torneo Primera División 2015. En la jornada 24a de los clásicos, empató 0-0 como local y recién volvió a chocar con la lepra en la segunda jornada del Torneo Transición 2016, con una victoria por 2-0. Aquel partido fue el único en el que salió reemplazado: Víctor Salazar ingresó por él, a 17 minutos del cierre.
Debido a la fractura de tibia en la pierna derecha que sufrió en marzo del año pasado, se perdió los dos clásicos siguientes y su equipo lo sintió: empató 0-0 en la fecha 12a del Transición y cayó 1-0 en Arroyito por la séptima fecha del Torneo Primera División 2016/17 y cortó un invicto de ocho años como local. El central se volvió a enfrentar con Newell’s en la fecha 24a de aquel mismo campeonato y su equipo se impuso por 3-1 en el Parque Independencia.
En total, el defensor central acumula siete clásicos oficiales disputados en el fútbol argentino, con cuatro victorias, dos empates y una derrota. Su historia, más sus credenciales ganadas en el fútbol europeo, marcan que Pinola tiene una ancha espalda para afrontar desafíos. Ahora, después del duro golpe que significó la derrota con Lanús en las semifinales de la Copa Libertadores en uno de los partidos más influyentes de su carrera, tendrá la posibilidad de sumar un capítulo más a su extensa historia de vivencias especiales: disputar su primer Superclásico absoluto en el Monumental.
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