Los motivos por los que Insaurralde no está cómodo y no quiere jugar más en Boca

Apenas quedaban unos minutos para que se concretara la tan ajustada como necesitada victoria frente a Newell’s (1-0) cuando en Boca se encendió una alarma más: Juan Manuel Insaurralde debió salir por una molestia. Puertas adentro hablaban de un desgarro. Tanto el zaguero como los médicos confiaban en que los resultados de los estudios que se efectuaron ayer por la mañana arrojarían ese diagnóstico que le impediría disputar los compromisos ante Huracán e Independiente.

Sin embargo, en Casa Amarilla hubo noticias inesperadas: en realidad, había sufrido un desprendimiento parcial del aductor mediano derecho, lo que derivará en una operación programada para mañana, que lo sacará de las cinco fechas que restan para la finalización del torneo. Así, su historia con Boca parece haber llegado al final. ¿Por qué? Al defensor le incomodan algunas costumbres de los Mellizos y analiza irse del club después de junio.

“Juan no quiere saber nada con seguir en el club. Su relación con Guillermo no es buena”, le confiaron a la nacion desde el círculo íntimo del jugador. Sin embargo, tan importante parece ser su rol que al Chaco no lo condiciona el hecho de ser, hace tiempo, uno de los más considerados por los Barros Schelotto para armar su última línea: desde la fecha 11 (2-1 a San Lorenzo) hasta la 25 (disputada el último fin de semana) fue titular en todos los partidos. Así y todo aparenta tener una decisión firme, aún cuando tiene un contrato que vence dentro de un año.

Hay algo cierto: desde el cuerpo técnico también lo tienen algo apuntado. No gustaron para nada dos situaciones que lo tuvieron como protagonista en los últimos meses. Lo que más furia provocó fue aquel mediodía de febrero en el que se trenzó a golpes de puño con Jonathan Silva en plena práctica y por la que recibió una sanción económica y deportiva (no jugó dos amistosos de verano). Y pocos días después estuvo cerca de lesionar a Ricardo Centurión, a quien le pegó un planchazo fuerte en la tibia y lo sacó del entrenamiento.

Hasta el momento, el chaqueño de 32 años disputó en el club de la Ribera 125 encuentros oficiales entre los dos ciclos (2010-2012 y 2016-2017), anotó siete goles y fue expulsado en dos oportunidades. Pese a haber regresado como un referente, no mostró el rendimiento de su primer ciclo y el por qué es fácil de identificar: se destacó sólo al lado de Rolando Schiavi, con quien obtuvo el Apertura 2011 (invicto) y la Copa Argentina 2012, ambos con Julio César Falcioni de técnico. En su vuelta, nunca tuvo a su lado a alguien con la trayectoria del Flaco y él, con experiencia encima, no supo cumplir ese rol para potenciar a otros.

Se verá si la recuperación, que le demandará cerca de dos meses, lo obliga a quedarse en Boca un tiempo más. Aunque su decisión de buscar nuevos rumbos parece estar tomada desde hace tiempo.