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Qué utópico resulta pensar que una persona tenga tantas puertas abiertas en diferentes clubes del fútbol argentino. Se podría decir que no existe por la propia pasión de este suelo, de la sensación popular de traición, de los celos que –a veces- genera ver que un protagonista se marcha hacia lugares más fuertes. Miguel Ángel Russo es uno de los pocos que rompió con eso: admirado y querido en Lanús, su localidad de nacimiento; respetado en Vélez, donde la alegría fue grande hace dos décadas; amado en Rosario Central con tatuajes y murales que abundan; gestor de la sexta y última Copa Libertadores de Boca, donde es eterno. Aunque en él siempre hubo una debilidad especial: Estudiantes de La Plata, el único club en el que jugó y por el que se desvivió. Las palabras que le dedicó y las uniones que puntualizó como fundamentales para su vida personal y futbolística no van a otro sitio.
“En Estudiantes me formé con un ADN único en el mundo del fútbol. Resulta imposible explicar cómo se genera, pero a través de experiencias propias se va transmitiendo de una generación a otra. Y crea un sentimiento de pertenencia importante", explicó Russo más de una vez.
Cuando en agosto de 2005 LA NACION reunió a figuras de Estudiantes porque el club cumplía 100 años uno de los que se presentó en el viejo edificio de la calle Bouchard fue Russo. No sólo eso. Hombre de códigos y siempre respetuoso de los demás trabajos y roles que se observan en el fútbol, hasta él mismo se encargó de llamar por teléfono a ex compañeros para convocarlos para la producción fotográfica.

Estudiantes fue un amor que surgió en días adolescentes en los que su pasión todavía no tenía colores claros, sino más bien el objeto en sí, la pelota: “Toda mi familia de parte de mi papá vivía en Luna 140, a seis cuadras de la cancha de Huracán. De chiquito me llevaban, pero más que nada era una función social de familia. A mí me gustaba el fútbol. Y en el año 68 voy a ver Estudiantes-Vélez en la cancha de Racing, también como un día más de fútbol. Ahí nace el amor mío. Después, todo lo que viví y sentí… Estudiantes es mi casa. Me educó, me formó”, contó hace unos años, pero el concepto fue repetido en cada entrevista en la que le consultaron por la relevancia Pincha.
El destino estaba marcado para que su vida tomara el rumbo que tomó. Jugando, aprendiendo, preguntando, dirigiendo y enseñando. El comienzo del Russo jugador data de una empresa norteamericana de las calles de La Plata que lo contrató como cadete en aquel comienzo de su adolescencia. El gerente era el ingeniero naval Pascual Antonio Ortuondo, un dirigente Pincharrata que colaboraba en las juveniles. Lo llevó, pero antes negoció con su mamá: “Entrenaba martes y jueves, con la obligación de seguir estudiando. Yo tenía que mostrar el boletín para jugar”, detalló Miguel Russo.
“Entré en sexta. Al año siguiente, junto a Patricio Hernández, Bron (así lo llamaba Carlos Salvador Bilardo a José Luis Brown y así lo llamó Russo), Abel Herrera y todos esos chicos, saltamos a reserva muy jovencitos. Y, de a poquito, a primera”, relató Russo en Clank! Su debut como profesional se produjo el 30 de noviembre de 1975, ante San Martín, de Tucumán, por el Torneo Nacional, reemplazando a Miguel Ángel “Fantasma” Benito con 19 años y de la mano del Narigón.
Sin embargo, en una charla mano a mano con Juan Ramón Verón le recordó otro de sus primeros encuentros, ante el Globo, en el Cilindro, por una Clasificatoria mano a mano rumbo a la Copa Libertadores. La anécdota les causó risas: “Carlos manda el cambio, salgo yo y entrás vos. Llego al vestuario, me estoy cambiando y te veo caminando porque te habían expulsado, ja”.
🇦🇹 ⚽ Miguel Ángel Russo en @Liberotyc:
— La Voz Albirroja (@Lavozalbirroja) February 28, 2024
"En el año '68 voy a ver #EDLP - Vélez en la cancha de Racing, y ahí nace mi amor por Estudiantes. Después vino todo que viví, lo que sentí, todo. Estudiantes es mi casa, me educó y me formó" pic.twitter.com/iD8iFntVIE
En ese diálogo, sentados frente a frente en la pantalla de TNT Sports, ambos tuvieron la oportunidad de decirse los más profundos sentimientos. “Para todas las generaciones de Estudiantes, incluido yo, vos y todo ese grupo de gente son próceres para nosotros. Estudiantes tiene un sentido de pertenencia muy grande y muy alto que sigue manteniendo. Quizás, ese es el logro más importante del club”, inició Miguel con una devoción hacia la Bruja que profundizó: “Yo te vi jugar, son cosas que tengo guardadas. Fuiste uno de los más grandes del fútbol argentino. Indudablemente eras un jugador diferente. El que hacía goles, gambeteaba y desequilibraba en las finales. Y cuando aparecí en primera, tuve la suerte de tenerte en la habitación. Me agarrabas, me cag… a pedo, tenía que cumplir todo. Sabés que te amo, Juan”.
De hecho, Russo contó que aquel partido que recordaron significó su primer salario, detallando cómo el propio Verón y los compañeros más grandes le fueron marcando el camino: “Me dijeron ‘esto es para tu mamá, que tenés que terminarle la casa; esto otro es para comprarte botines y esto, para vos’. Y yo me enojé, pero me dijeron ‘después te vas a comprar los vaqueros, las remeras y las zapatillas importadas que vos quieras’.
Diego Armando Maradona, Jose Luis Brown y Miguel Angel Russo. Glorias del fútbol Argentino durante un Estudiantes de la plata VS. Boca Juniors. (1981) QUÉ NENES! pic.twitter.com/wr5Zer71c2
— EPDO FC (@EPDOFC) April 30, 2024
¿Qué le dedicó Juan Ramón? “Junto a Alejandro (Sabella), el Tata y toda esa gente, fuiste muy grande en el club. Se me pone la piel de gallina cuando hablo de ustedes. Iba a ver todos los partidos del ‘82 y ‘83 aunque yo no jugara porque era increíble la capacidad de juego que tenían. No había algo parecido”, le sacó una sonrisa al recordarle el funcionamiento del medio campo que conformó junto a Marcelo Trobbiani, José Daniel Ponce y “Pachorra”, uno de los destacados de la historia del fútbol argentino. Russo, ya con la experiencia de haber sido el volante central titular desde su mismísimo debut, sin que le pesara ser el reemplazante del multicampeón Carlos Pachamé.
“Para jugar en Estudiantes tenía que mostrar el boletín, y estoy hablando del setenta y pico. Estudiantes tiene una formación muy grande y el lugar que tiene hoy y en donde está es fruto de todo eso”
En el primer año mencionado por Verón consiguieron el Torneo Metropolitano con Bilardo en el banco y, en el segundo, el Nacional, cuando el Narigón había partido al seleccionado nacional y dejó a cargo a su ayudante Eduardo Luján Manera. Dos pilares en su vida: “Para mí, son dos cosas fuera de lo común, fueron muy grandes en mi vida y mi carrera. Carlos (Bilardo) fue el mentor: me crió, me educó, me formó. Te protegía, pero no te lo decía. Eduardo era más directo”.

“Yo terminaba de entrenar y te subían al auto, te daban de almorzar. Y un día aparecimos en la cancha de Argentinos, porque Carlos me había dicho ‘vamos que debuta alguien que va a ser distinto, el mejor del mundo y te llevo a verlo. Argentinos-Talleres… Claro, era Diego (Maradona). ¡Antes de que debute! Son tipos que te llevaban y charlábamos de fútbol en los viajes, en restaurantes. Aparte, no me hacían pagar nada. Era un nene de ellos”, valoró siempre los conocimientos compartidos y los momentos. Y sí, era uno de los predilectos del DT campeón del mundo en 1986, certamen al que quiso llevarlo y desistió por los problemas en la rodilla, un dolor para ambos. “Cuando seas entrenador, me vas a entender”, le prometió Bilardo, llorando. “Tenía razón”, admitió Russo.
Aunque no lo tuvo, le dio su debida importancia a Osvaldo Zubeldía: “Fue el primer gran adelantado, 50 o 60 años atrás. Más allá de que nací en Estudiantes, siempre digo que el fútbol marca un antes y un después de él”. Por eso, aprovechó el encuentro con la Bruja para exprimir ese concepto: “Siempre ustedes tienen algo de Osvaldo que después te ilumina, te ayuda en un montón de cosas. Los genes de Estudiantes están en preguntar qué hizo el anterior por todo lo que significa y representa. Preguntar es el alma nuestra”, resumió la ideología Pincha con la que amplió su constante afirmación de que “Estudiantes forma una base y una escuela”.
Enzo Trossero (CA Independiente), Miguel Ángel Russo (Estudiantes LP) y el árbitro Abel Gneco.
— Olympia (@olympia_vintage) September 8, 2023
1ª Ronda Copa Libertadores 1984.
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Y así, después de 13 años de ponerse solamente la camiseta rojiblanca, ser capitán y quedar como el tercer jugador con más presencias en la historia de la institución (432), detrás de Abel Herrera (481) y Manuel Pelegrina (489), el 15 de junio de 1988 jugó su último encuentro como profesional.
Un año después pasó a ser DT y, luego de dirigir en Lanús, volvió a su casa cuando el Pincha militaba en la segunda categoría. Con la compañía técnica de Manera consiguieron en 1995 el ascenso con un equipo que cosechó el 78% de los puntos, devolviéndolo a primera cinco fechas antes y hasta el día de hoy. Juan Sebastián Verón fue uno de sus dirigidos en esa campaña.

No así Martín Palermo, al que decidieron no tener en consideración pese a que ya asomaba hacía dos temporadas. Tampoco, en el regreso a primera. Y, vaya paradoja, se reencontraron en 2007, en Boca, para conquistar la Libertadores, con un Russo ahora gustoso del goleador. Lo que Zubeldía contagió en Bilardo, el Narigón lo impregnó en Russo. Son decisiones…
Dejó el cargo en Estudiantes tras un flojo arranque y recién retornó en 2011 para un segundo ciclo que duró apenas cuatro meses. Miguel Ángel Russo y Estudiantes, una historia de amor y crecimiento que forzó el cariño y respeto en otros lados argentinos muy diferentes. Un club que le enseñó valores y visiones. Y que, en medio de un popurrí de fanatismos en la familia Russo, hasta su hija Natalia lleva en su corazón.



