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No solo es “Chiquito” Romero: la conjunción de Boca es perfecta por los ejecutantes de los penales
Tras haber sido superior a Talleres en el 1-1 en los 90 minutos, el equipo de Almirón se impuso 4-1 en la definición y enfrentará a Estudiantes en las semifinales de la Copa Argentina
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Mereció haber ganado en los 90 minutos, pero Boca volvió a necesitar de uno de sus recursos predilectos, los penales, para avanzar a las semifinales de la Copa Argentina, etapa en la que se enfrentará con Estudiantes.
Esta vez no fueron las manos y piernas salvadoras de “Chiquito” Romero en los remates, sino quizá la inhibición que irradia sobre los rivales para que los disparos de Bustos y Benavídez se fueran desviados, muy lejos de los tres palos. Buscaron potencia antes que precisión El arquero sigue alimentando su leyenda de hombre decisivo en los penales. Quinta serie que lo ve triunfador en los últimos meses. Dos por la Copa Argentina (Almagro y Talleres) y tres por la Copa Libertadores (Nacional, Racing y Palmeiras).
“Les dije a mis compañeros que iba a hacer el esfuerzo para atajar uno o dos, pero realmente hoy no me sentía del todo bien, estaba bastante caído, raro, pero por suerte dos muchachos de Talleres no le acertaron al arco y nuestros jugadores metieron todos”, expresó Romero.
Tan importante como Romero es la eficacia de los ejecutores de Boca, que maximizan los aportes del guardavallas. Convirtieron Benedetto, Figal, Cavani y Barco para un 4-1 que ratificó el pulso firme de Boca en estas situaciones de a todo o nada. La conjunción perfecta: arquero que ataja o desvía con la vista y ejecutantes que no fallan.
Con la mente en la final de la Copa Libertadores del 4 de noviembre ante Fluminense en Río de Janeiro, Boca se mantiene vivo en una competencia que ya obtuvo tres veces. Dejó en el camino a un rival que había eliminado a River, es cierto que en otro momento, cuando disponía de mayor pólvora ofensiva con los transferidos Valoyes y Santos.
La fecha FIFA para los seleccionados afectó a los dos por igual en cantidad de ausencias: Advíncula y Fabra en Boca, y Sosa y Catalán en Talleres. Del medio hacia adelante, Almirón alineó a los intérpretes titulares que consiguieron la clasificación en San Pablo ante Palmeiras y que tienen las mayores posibilidades de estar en la final de la Copa Libertadores.
Lo más destacado de Boca 1 (4) - Talleres 1 (1)
Talleres empezó a un ritmo alto, presionó sobre campo rival, asumió el mayor desgaste. Boca se sostenía con Figal y Rojo ante el potente Barticciotto -hijo del argentino exgoleador de Colo Colo-, mientras los volantes no encontraban vías para hacer pases verticales.
Boca salió del agobio inicial con dos jugadas bien concebidas, con triangulación y descargas; Merentiel no alcanzó a conectar debajo del arco y Herrera contuvo un débil remate de Cavani. Cuando parecía que Boca se armaba mejor e imponía condiciones, Talleres golpeó con el 1-0. Figal salió demasiado lejos, Blondel quedó fuera de foco, Saracchi falló en el despeje y Benavídez, el pujante lateral derecho, le ganó a Barco en el cierre para definir.
El gol terminó de destapar al partido, el ida y vuelta se hizo frenético. Boca reaccionó de inmediato, se puso serio y punzante. Los volantes y los laterales acompañaron los ataques. Pol Fernández se posicionó en terreno adversario para distribuir, Medina profundizaba por la derecha y Barco buscaba los espacios para hacer valer su conducción y toque clarificador.
Merentiel y Cavani eran dos constantes amenazas, les llegaban pelotas, pero no acertaban dentro del área. Aun en medio del agobio, Talleres tomó aire para armar un par de contraataque filosos con Depietri y Ortegoza. El desarrollo nunca dejaba de ser entretenido.
El encuentro no daba respiro, atrapaba en su vértigo. Boca estaba cerca del empate y se enojó con el árbitro Echenique por dos manos dentro del área de Talleres que no fueron sancionadas con penal (en la Copa Argentina no se utiliza el VAR). La primera, de Juan Rodríguez, se produjo tras un tapada de Herrera; la pelota se le vino encima al zaguero, fue una jugada muy interpretativa. Menos dudas quedó cuando el brazo izquierdo de Suárez bloqueó un remate de Merentiel. Ni Echenique, ni su segundo asistente, lo tienen que haber visto, porque si no, no hay justificativo para que no cobrase penal.
Boca se empezaba a poner nervioso por todo: por la desventaja, con el árbitro y hasta entre sus propios jugadores, como la reacción de Cavani ante Barco, que le había pedido un pase.
La derrota era un castigo excesivo para Boca en el primer tiempo. Había dominado (67 por ciento de posesión) y rematado al arco más que Talleres (11 contra cinco). Le faltaron serenidad y justeza para coronar esa superioridad. El equipo de Gandolfi se fue replegando progresivamente y sostuvo el 1-0 más en los imponderables que en la firmeza defensiva. La línea media no recuperaba y las grietas eran tanto en las bandas, sobre todo en la izquierda, como por el centro de la defensa. Con ese panorama, se le iba a hacer muy complejo aguantar en el segundo período.
La otra alternativa cordobesa fue seguir encomendándose a Herrera, que en el arranque del segundo tiempo tapó remates de Merentiel y Barco.
Quizá con el cargo de conciencia por el penal que no había advertido antes, Echenique sancionó uno dudoso por un supuesto foul de Portillo sobre Cavani, que se dejó caer cuando sintió el contacto del defensor que saltó detrás de él. El uruguayo lo ejecutó bien esquinado para marcar en una tercera competencia desde que llegó a Boca, tras hacerlo en la Copa de la Liga y la Copa Libertadores.
Con el empate, Boca bajó un poco las revoluciones, pero se volvió a activar con dos asistencias de Barco a Cavani, errático en ambas resoluciones (una la quiso pinchar y la tapó Herrera, y la otra salió desviado). Caído de boca al piso, el uruguayo quería enterrar su rostro por lo desperdiciado.
Ya a esas alturas, la conformidad de Boca por su producción incluía el lamento porque se le iban los minutos sin resolver frente a Herrera. Entró Benedetto, lúcido en un par de movimientos, cuando el cansancio ya se apoderaba de casi todos. Pero en los penales, a Boca siempre le queda una dosis de temple y energía.
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