Oliver Kahn
El gigante del arco alemán está muy confiado en que su equipo será el campeón ; sin embargo, reconoce que para la final de pasado mañana, ante Brasil , su equipo tendrá que tomar algunos recaudos
SEUL, Corea del Sur.- La misma seguridad y una convicción idéntica a la que muestra con el buzo y los guantes puestos las otorga fuera de la cancha. Es muy difícil imaginar una situación que haga que Oliver Kahn altere en algo su tranquila y aplomada forma de conducirse y de hablar.
Cuarenta y cinco minutos después del mediodía coreano, el arquero y figura de Alemania se sentó a la mesa de la sala Mugungwha del inmenso y lujoso Seoul Sheraton Walker Hill Hotel, con aspecto de recién levantado. Despachó como si nada tres vasos de agua mineral mientras el encargado de prensa del seleccionado y el traductor se ocupaban de la formalidad de la presentación, y comenzó a responder a los más de 100 periodistas presentes sin alterar nunca la expresión de su rostro.
Y Kahn, el gigante del arco alemán, demostró enseguida que no es hombre de conformarse con apuestas sencillas. Cuando se lo consultó sobre qué vislumbraba para el domingo próximo en Yokohama, no dudó: "Mi instinto me dice que seremos los campeones mundiales. ¿Qué es lo que me hace sentir así? Realmente no sabría explicarlo. Sé que en realidad las posibilidades son del cincuenta por ciento para cada uno, pero eso es lo que me dice mi intuición".
Se le apuntó que enfrente está Brasil, el coloso que todos temen, el dueño de cuatro títulos mundiales, un equipo de estrellas... King Kahn no se inquieta: "Probablemente, Brasil es el mejor equipo del certamen en términos de individualidades, en todas las posiciones. Es el mejor rival que a uno le puede tocar. Pero eso no significa necesariamente que sean mejores como equipo o que no se les pueda ganar. El equipo que tiene los jugadores más dotados no siempre es el que gana. Si el mejor equipo siempre se quedara con la Copa del Mundo, Brasil tendría que haber ganado 14 mundiales, no sólo cuatro", expresó.
De lo que ni él ni ningún otro de los protagonistas del duelo decisivo pueden abstraerse es de su significación. "No podemos decir que es un clásico, porque nunca nos enfrentamos antes; pero que es una gran final, no hay duda. Es algo extraordinario, un partido que a uno se le presenta una o a lo sumo dos veces en su carrera. Y no hay margen para decepcionar, porque hay un país detrás de uno."
-¿Qué deben hacer para vencer a Brasil?
-Una cosa es segura: no le ganaremos a Brasil si cada uno de nosotros no rinde al ciento por ciento. Menos que eso será insuficiente. El domingo próximo, cada uno de nosotros tendrá que jugar el partido de su vida. En lo que hace a la manera de jugar, tenemos que lograr que el partido se desarrolle según nuestro ritmo.
Tampoco la alusión a los grandes nombres brasileños parece causarle preocupación. El capitán germano recordó que él también trae pergaminos de sobra para oponerles a Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho... “Son jugadores excepcionales. Tengo, y tenemos, un gran respeto por ellos, pero para mí, como arquero, no significa nada en especial enfrentarlos, porque tanto en la selección como en Bayern Munich ya tuve adelante muchas veces a los mejores delanteros del mundo. Ellos tienen que demostrar que están en condiciones de derrotarme”.
Decisivo para que el equipo siguiera adelante más de una vez a lo largo del Mundial, Kahn está convencido de que Alemania debe mantener la línea. “No podemos cambiar demasiadas cosas a dos o tres días de la final. Pero habrá que estar atentos a un montón de detalles. Una final significa una enorme presión para todo el equipo y para cada jugador individualmente. Y muchas veces los pequeños detalles deciden si la suerte será buena o mala. A veces un equipo neutraliza al otro, como ocurrió en la final del 94, y en ese caso son pequeñas cosas las que deciden todo.”
Al llegar a Oriente, a los alemanes no los acompañaban los mejores augurios. En su país los despidió un clima mayormente indiferente y poco esperanzado. Kahn sabe que el panorama cambió: “Aquí, tan lejos, no tenemos la sensación de primera mano sobre lo que se vive allá, pero estuvimos navegando por Internet y quedamos impresionados por el fantástico estado de ánimo que vive la gente allí en este momento”, dijo.
La huella que va dejando Alemania en la Copa del Mundo no tiene que ver con un juego brillante, precisamente. Lo del equipo de Rudi Völler pasa por la disciplina, el apego a un estilo sencillo y, especialmente, la eficacia defensiva. Kahn sabe que es una pieza fundamental en esa estructura, pero insiste en destacar que el mérito es de todo el equipo. “Estoy orgulloso de que mi nombre sea citado en público en ese sentido, pero no es mi esfuerzo solitario lo que ha llevado a Alemania a la final. Mucho de lo que ocurra en el partido contra los brasileños dependerá de cómo nos defendamos, pero eso está ligado al trabajo de todo el equipo, no sólo de los defensores. El trabajo defensivo empieza por los delanteros. Yo hago sólo una pequeña contribución en todo esto.”
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