Claudio Tapia eligió a su "prócer": los motivos de la vuelta de César Luis Menotti al seleccionado argentino
10 de diciembre de 1982 – 14 de enero de 2019. Podrían ser dos fechas cualquiera, simplemente separadas por más de 35 años. No para César Luis Menotti. Aquel día marcó el adiós de la AFA, después de conducir a la Argentina a una gloria desconocida en 1978 y reescribir los manuales de la selección albiceleste. Ayer volvió, un regreso laboral con honores, impulsado por la fascinación del presidente Claudio Tapia, que lo quiere al frente de una nueva refundación en el siglo XXI. Será el Director de las Selecciones Nacionales. La idea de supervisar una nueva era lo atrapó, le confiaron a LA NACION. Se siente valioso, le sabe a reivindicación. Y hasta bromeó con el alcance del máster plan 2018-2028 de la AFA. Una década en el horizonte impide imaginarse el desenlace cuando ya se han cumplido los 80 años, cuentan que ironizó.
"Sabe que este mundo es distinto al anterior", le contó a LA NACION un hombre de estricta confianza de Menotti. Ya no son los ‘70. Pese al cuero duro por tantas experiencias, el primer entrenador campeón del mundo con la Argentina atraviesa horas de emoción. Menotti es la bisagra en la historia del seleccionado argentino. El año 1974, su llegada, representó un hito que permite entender su dimensión. En la AFA, ayer se esparcía un corrillo halagador que repetía la palabra "prócer". Hasta no hace mucho tiempo, ni el círculo íntimo de Tapia estaba al tanto de las gestiones. Fue una iniciativa presidencialista. Tapia admira a Menotti. Es más, cuando a finales de noviembre pasado, en la Asamblea, presentó el plan para la próxima década, recordó que la AFA no elaboraba algo así desde 1974, con Menotti. Olvidándose, en aquella ocasión, de la refundación que José Pekerman inició en 1994 y todavía baña las costas de la selección argentina.
Menotti está entusiasmado, pero viejo zorro al fin, tomará sus recaudos y se cuidará de no pisar en falso. Su historial de desencuentros con el poder lo mantendrá alerta. Incluso con la gestión Tapia no se ha ahorrado críticas. Cuentan que la figura del hijo de Menotti, César Mario, resultó vital para volver a su padre más receptivo, para entender que la tecnología y las nuevas plataformas, por ejemplo, pueden ser aliados sin alejarse de la esencia futbolística que siempre defendió.
El ex entrenador de @Argentina, César Luis Menotti, será Director de Selecciones Nacionales. Comenzará su función el próximo 1 de febrero. ¡Bienvenido a su Casa, César! pic.twitter.com/Ze2O7ksNY9&— Selección Argentina [R][R] (@Argentina) 14 de enero de 2019
A primera vista, la designación de Menotti encierra una contradicción: la AFA resolvió el cargo jerárquico más alto solo después de definir piezas menores, como extender la continuidad de Scaloni hasta la Copa América, la elección de Fernando Batista como conductor de la Sub 20 y la reciente elección de Roberto Ayala como ayudante de Scaloni. Parece una dinámica inversa a la sensatez. Desde la AFA, le aclararon a LA NACION que, aunque importantes, esos solo fueron tres cargos y que de ahora en más habrá que definir otros 48 puestos y allí Menotti será una fuente de consulta. Menotti, aseguran, conducirá el promocionado proyecto 2018-2028, una estructura gigante, con áreas interdisciplinarias que requerirán la convocatoria de muchas piezas. Por ejemplo, la creación en el interior del país de ocho centros de desarrollo técnico. Menotti ocupará un cargo rentado y tendrá un contrato anual.
Serán días febriles para Menotti. Sus 80 años no parecen una limitación. Ágil, intenso, incluso piensa acompañar a la selección en algunos viajes. Aunque oficialmente asumirá el cargo el 1° de febrero, para el 25 de enero, un día después del sorteo de la Copa América en Río de Janeiro, donde asistirá Scaloni, ya está pautada una reunión con el técnico de la mayor. Scaloni cumplió 40 años: cuando Menotti conquistó el título del mundo, el Gringo de Pujato apenas tenía poco más de un mes de vida. Entre las facultades de Menotti, también figurará decidir la continuidad o no de Scaloni tras la Copa. La compatibilización de los calendarios, la elección de los amistosos y la organización y coordinación de los diversos cuerpos técnicos de los seleccionas también ingresarán en su radar. Progresivamente, se sentará con Hermes Desio, con Fernando Batista, con Placente, con Aimar… que se llama Pablo César, por Menotti. Y un sueño que intentará reeditar: los seleccionados del interior. Porque si bien Menotti coincidió en los lineamientos generales del máster plan al analizar sus 172 páginas, por supuesto quiere dejarle su impronta.
De ninguna manera Menotti trabajará en el campo de juego. Ni cerca. El entrenador pertenece al pasado, su última paso como DT fue en el club Tecos, de México, en 2007. Sí será un conductor ideológico y una persona de consulta constante. Con línea directa a Tapia. Las figuras de Jorge Luis Burruchaga, como manager, y de Jorge Miadosqui, como secretario de selecciones, no correrían peligro. Mientras Tapia no explique el nuevo escenario, parecen una superposición. El cargo es trascendente y vital resultará cargarlo de sustancia. Cuando Carlos Bilardo lo ocupó, entre 2008 y 2014, atravesando los ciclos de Maradona, Batista y Sabella al frente de la selección mayor, nunca escapó de una función decorativa.
"Con este proyecto y esta estructura, los resultados van a llegar", relató en las últimas semanas Menotti, a medida que se fue involucrando. El desembarco estaba listo, incluso la llegada de Roberto Ayala será una pieza clave como enlace generacional con el cuerpo técnico. Las voces de aliento comenzaron a atropellarse al conocerse la novedad, desde Fillol y Cappa, hasta Roberto Saporiti y Sorin, entre otros. La noticia impactó por la magnitud del protagonista. El hombre que hace un par de años, con la selección al borde de esos abismos que suelen visitarla, en una entrevista con LA NACION, decía: "La regresión ha dado toda la vuelta. Estamos como en julio de 1974". Casi medio siglo después, reaparece el apellido Menotti en la selección. Detrás de la bienvenida, una oportunidad para recuperar el legado que se extravió.
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