Ricardo Centurión vuelve a Racing: el regreso a Avellaneda del crack de gambetas indescifrables
“No lo dejen ir: secuéstrenlo”. La orden/ broma partió desde Mar del Plata el jueves pasado cuando Ricardo Centurión visitó el predio Tita, en el corazón de la mitad celeste y blanca de Avellaneda. Fiel a su estilo, Eduardo Coudet pedía que no dejaran salir al volante que fue a entrenarse, a mover un poco las piernas y también a modo de despedida. Según publicó él en su cuenta de Instagram y según salió en todos los medios, al otro día debía volar a España para sumarse al Málaga. Menos de una semana después, casi como si fuera una de esas gambetas impredecibles que dibuja en la cancha, hubo un anticipo de algo que ni él mismo conocía, como si se tratara de un acercamiento inconsciente. Racing le pagará al Genoa de Italia 4 millones de Euros por el 70% de la ficha y así se quedará con el 100% del futbolista que querían Diego Milito y Eduardo Coudet para animarse a pelear la Copa Libertadores. Y se transformó en la compra más cara de la historia del club.
El predio Tita es para Centurión, al cabo, mucho más que el patio de su casa. A nadie le sorprendió su presencia el jueves, ni tampoco el sábado anterior, cuando se entrenó la Primera y comenzó el operativo seducción de Milito y el Chacho. Desde aquel sábado 6 que Coudet le insiste telefónicamente para que se sume al plantel. El Caco, como lo conocían en las Inferiores de la Academia, pisa ese suelo desde los ocho años, apenas tres después de que su padre Luis falleciera en un incendio de una fábrica de pirotecnia ilegal en la que trabajaba en Lanús. Fue su abuela la que por primera vez lo llevó al club del que es hincha su madre Beatriz.
Las gambetas indescifrables del mediocampista nunca fueron anunciadas por los especialistas en divisiones inferiores que suele haber en los clubes. Fue una explosión. No se había destacado en los juveniles, acaso porque no había encontrado su puesto o porque no sentía confianza. Durante 2012 Miguel Colombatti armó un selectivo para que Luis Zubeldía pueda subir chicos a la Primera. El joven entrenador quedó encantado con la verticalidad y la decisión de Ricky. Debutó como titular, sin haber estado nunca en el banco, en la fecha 18 del Clausura 2012: Racing cayó ante Atlético de Rafaela 4 a 2 pero Centu se lució, aunque se habló más de una polémica foto en la que aparecía con un arma que de su buen rendimiento. No salió nunca más. Su consagración llegó apenas cinco partidos después. Por la tercera jornada del Inicial la Academia venció a Independiente 2 a 0 como local. A más de cinco años, todavía se recuerdan las bicicletas que tiró Centurión en ese partido ante el Rojo.
“Arriba tengo dos cracks, pero hay que ver cómo les hago llegar la pelota”, fue el primer diagnóstico de Coudet sobre el plantel. En eso trabajó Milito en estas semanas: la apuesta era un refuerzo de jerarquía internacional para ese puesto. En la ruleta de apellidos que empezó a girar en falso por el hermetismo que manejó el secretario técnico giraron Lucas Zelarrayán, Ricky Álvarez, Juan Fernando Quintero y Gio Moreno. Pero la bola cayó en Centurión, casi por una decisión del destino.
Pese a que desde que se sumó a Boca hubo muchos hinchas de la Academia que se mostraron molestos con el futbolista de 24 años, él siempre mantuvo su buen vínculo con sus excompañeros y con el club. Por ejemplo, donó 900 mil pesos de su pase a San Pablo y visitaba las prácticas de Inferiores para dar consejos. “El verdadero hincha está agradecido. Son trabajos y uno elige. Soy lo que soy gracias a Racing, siempre le voy a estar agradecido y hoy me toca estar acá. Fue difícil elegir: mi viejo era de Boca, mi vieja es de Racing”, dijo alguna vez. La mala conducta, eso sí, preocupa. En Avellaneda no sorprendieron los episodios que se conocieron cuando era figura xeneize, pero la diferencia era que su notoriedad era menor y los errores no llegaban a trascender. La dirigencia confía en que la cercanía de Milito y el temperamento de Coudet serán un buen termómetro para el comportamiento extradeportivo.
La buena relación de Milito con el club italiano en el que es ídolo fue importante en la negociación. En 2014, el regreso del ex Inter a Racing se dio después de que Víctor Blanco viajara a Italia para convencerlo. En ese mismo viaje, el presidente de Racing pasó por Genoa para reclamar una vieja deuda que tenían los italianos, que se habían llevado a Centu a préstamo con una obligación de compra. Como Genoa no cumplió, Ricky volvió junto a Milito. Los protagonistas son los mismos. Una especie de déjà vu de lo que pasó en la previa de aquel torneo en el que la Academia terminó dando la vuelta olímpica, con un cabezazo de Centurión en el partido definitorio. El sueño de Racing es que tenga el mismo final.
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