Rocky Balboa lo convenció a Di María de seguir peleando en la selección
Ángel Di María repite una frase por estos días. "Seguir cuando crees que no puedes más es lo que te hace diferente a los demás", lanza. No la pronuncia con arrogancia, describe su estado de ánimo. La rebeldía y el compromiso con el que volverá a asomarse al mundo de la selección argentina. Se la tomó prestada a Rocky Balboa, que en el primer capítulo de la saga pugilística, luego agrega: "La vida no se trata de la fuerza de tus golpes, si no de la fortaleza de tu carácter". Di María está de vuelta, a los 31 años. Y está dispuesto a pelear por un lugar que siente que nunca abandonó. Contra las sospechas, contra los murmullos. Igual quiere estar.
Son las últimas horas en París antes de retomar una gimnasia que conoce de memoria: incorporarse a la selección. Pero esta vez será diferente, nunca estuvo tanto tiempo alejado. Descartándolo a Lionel Messi, siempre en otra dimensión, Di María parece el único histórico sobreviviente. Este domingo jugará el clásico francés en el Parque de los Príncipes, frente a Marsella, y luego viajará a Madrid para zambullirse en la intimidad albiceleste, en el hotel Eurostars Madrid Towers, el búnker elegido por la AFA para los próximos ocho días. "Estoy muy bien. Feliz de volver a ser citado, sabiendo que es la última convocatoria antes de la Copa América. Es obvio que tengo que ganarme un lugar, es obvio que tengo que demostrar que quiero estar presente en la Copa América. Pero sé que todo depende de mí, de mostrarle al nuevo cuerpo técnico que puedo ayudar. Ellos están haciendo un gran trabajo, están intentando darle una identidad a esta selección", le cuenta a LA NACION desde su casa en el barrio de Passy, con el Bois de Boulogne a pocas cuadras.
No se engaña ni duda. Lo impulsa una obsesión: "Quiero estar porque tengo ganas de finalmente ganar algo con la selección. Sí, mi objetivo es poder estar en la Copa América y terminar logrando algún título con la selección". Lionel Scaloni siempre lo quiso en su plantel, solo había que esperar. Cada vez que conversaban por teléfono, el entrenador advertía el ánimo de revancha que crecía en Di María. Cuando en las últimas semanas ‘Luifa’, el profe Luis Martín, comenzó a llamarlo con frecuencia, el delantero entendió que la convocatoria cobraba fuerza. "Me voy a tener que ganar un lugar, yo no estuve en las últimas convocatorias y los chicos que estuvieron, lo hicieron muy bien", confía.
La selección se encuentra en un proceso de renovación. Entre mundialistas de poco recorrido, Dybala, Lo Celso o Tagliafico, algunos apellidos que Di María ya conoce, como Lautaro Martínez, Pezzella o Lanzini, y otros con los que se cruzará por primera vez en Madrid: desde Foyth, hasta Musso y Zaracho. Di María lo sabe. Nació otra era generacional, y él buscará sumar. Está convencido de que puede ser útil. El año pasado, en una entrevista con LA NACION, espiaba el futuro y decía: "Será difícil que vuelva a darse que jugadores importantes estén tanto tiempo, 8, 9 o 10 años, en la élite del fútbol. Ojalá que se repita, pero no será sencillo. Pero por otro lado…, si nos llegan a extrañar, será porque a la nueva generación le estará yendo mal. Y no quiero que eso pase, entonces, ojalá que no nos extrañen y la generación que nos suceda tenga éxitos, logre cosas importantes y le regale muchas alegrías a la gente. Porque de eso se trata". Siente que llegó el momento de colaborar en la transición. Y si en el camino se saca una espina, mucho mejor.
"Quiero estar porque tengo ganas de finalmente ganar algo con la selección. Sí, mi objetivo es poder estar en la Copa América y terminar logrando algún título con la selección" .
Di María se presentó en el Sudamericano Sub 20 de Paraguay, en 2007, de la mano de Hugo Tocalli. Ya pasaron muchos años, pero de la fascinante factoría de Pekerman y asociados todavía relucen algunas joyas. La progresión de ‘Angelito’ resultó fabulosa, porque se inició con Tocalli pero después continuó con Sergio Batista, saltó a la selección mayor con Alfio Basile, se afirmó con Diego Maradona, se convirtió en uno de los ‘Cuatro Fantásticos’ con Sabella, Martino llegó a considerarlo uno de los cinco mejores futbolistas del planeta, fue el único con asistencia perfecta en el fugaz ciclo de Bauza y una debilidad para Sampaoli. Desde que debutó en 2008, todos los tuvieron en cuenta. Nadie desestimó su eléctrico poder de adaptación a lo que pidiera el momento, el equipo y sus compañeros. Jugó con todos y también lo hará con Lionel Scaloni, que siempre lo tuvo en su radar. Solo había que esperar el momento. Y llegó.
Ha pasado el tiempo y todos los entrenadores coincidieron en el mismo punto: Di María es el que mejor se asocia con Messi, el que mejor lee sus jugadas, el que más opciones de pase y descarga le ofrece, jugando como extremo o como interior. Compartieron algunas buenas, como la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Pekín, y todas las malas. Todas. Desde las tres finales perdidas –traumáticas, especialmente para Di María porque salió golpeado en 2015 y 2016, y directamente no jugó por lesión en Brasil 2014-, hasta las eliminaciones en Alemania 2010, Argentina 2011 y Rusia 2018.
Si participa de los dos amistosos, contra Venezuela y Marruecos, quedará a un paso del distinguido ‘Club de los 100’, esa exclusiva parcela albiceleste que solo habitan Mascherano, Messi, Zanetti, Ayala y Simeone. Di María suma 97 partidos y siempre supo que el último no podría ser aquel del 30 de junio del año pasado, en Kazán, cuando Francia despidió a la Argentina del Mundial de Rusia. Entonces se despidieron Mascherano y Biglia, pero él no. Nunca más jugó, igual que Lionel Messi. Él tampoco estuvo en los amistosos durante el interinato de Scaloni. Vuelven coincidentemente. Junto con Messi, el futbolista más fascinante con el que compartió un equipo. "El ‘Enano’ ya es el mejor de la historia", sentencia Di María, que siempre se rodeó bien, desde Cristiano Ronaldo hasta Neymar, pasando por Rooney, Ibrahimovic y Mbappé. Además de Kaká, Cavani, Xabi Alonso, Falcao, Gareth Bale, Van Persie, Benzema, Özil, Iker Casillas, De Gea, Sergio Ramos, Buffon y Dani Alves, entre tantos.
Le faltó jugar con uno..., con Ronaldo, el brasileño. Su preferido en la Play cuando era pibe. Ronaldo se marchó de Real Madrid en 2007, y Di María llegó en 2010. "Yo no soy una estrella, yo corro para que la estrella se luzca", aclara. La temporada en PSG volverá a coronarse con más títulos nacionales. La Liga y las copas, las que parecen insuficientes mientras se sigue demorando la endiablada Champions League, un tormento por París. Pero la estación de Di María es tan intensa como productiva, ya encadena 14 goles y 13 asistencias en 38 partidos. En número individuales, apenas la anterior, la 2017/18 fue mejor entre las 13 que lleva en Europa. Y faltan varias semanas para el final, por lo que la cosecha crecerá.
Le dolía no estar en la selección. Extraño, ¿quién quiere estar en un lugar donde el maltrato se vuelve frecuente? Hay razones del corazón que ni la razón entiende. "Las críticas están perfectas, pero cuando se pasan es muy doloroso. Las burlas lastiman...", advierte. Muchas de horas de terapia fueron muy útiles. "Siempre es lindo vestir esta camiseta. Digan lo que me digan, me critiquen o lo que sea, yo sé que siempre que la vestí di todo y mucho más. Con errores, con buenos y malos momentos, pero siempre dejé todo dentro de la cancha. Y quiero volver a hacerlo en estos dos amistosos. Y si me toca ir a la Copa, volveré a dejar todo y dar todo por esta camiseta", destaca. "Si Leo insiste, intenta, no se derrumba… nosotros también debemos hacerlo", agrega. Al menos, él lo siente así.
El mensaje de WhatsApp es del 2 de julio de 2018. "Aunque ya no había nadie, quise quedarme hasta el final. Por eso recién me voy hoy", se lee. Habían pasado más de dos días desde la eliminación con Francia, y Di María era el último jugador en marcharse de la concentración argentina en Bronnitsy. "¿Despedirme de la selección? No, no, cerrar jamás. Jamás voy a decirle que no a la selección, si me convocan estaré. A la selección nunca se le dice que no. Yo trabajaré para estar en la Copa América del año que viene", completaba. Su plan ya estaba en marcha. "Seguir cuando crees que no puedes más es lo que te hace diferente a los demás..."
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