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MONTEVIDEO.- Un ambiente de tensión, de inseguridad y de hostilidad envuelve al repechaje de mañana entre Uruguay y Australia, que es clasificatorio para el Mundial de Corea y Japón. Un clima irritable, con ribetes de toda clase, alejó al partido de la expectación futbolística.
Se sabe, no se trata de una competencia deportiva más, porque de este partido surgirá el último de los clasificados para el campeonato de Japón-Corea 2002. Pero tampoco es un combate entre dos países, ni algo parecido. Sin embargo, aunque resulte extraño, las noticias que dominaron la jornada de ayer en Uruguay se referían al posible envenenamiento del equipo visitante, mientras autoridades del gobierno uruguayo reiteraban a través de los medios sobre planes de seguridad con grupos especiales, patrullajes adicionales y operativos de inteligencia para detectar problemas de disturbios.
"¿Qué pasa en este país que se caracteriza por ser uno de los de mayor seguridad interna de América del Sur?", era la pregunta que ayer se hacían muchos montevideanos. El problema tuvo un punto de partida: la historia comenzó el martes 20, en la madrugada previa al partido de ida en Melbourne. Frente a la terminal de ómnibus Tres Cruces se había montado una pantalla gigante para ver el partido que empezaba a las 6 y un escenario con espectáculos bailanteros para que el público se entretuviese. El efecto del alcohol (entre otras cosas) determinó que los más violentos aguantasen poco y a eso de las 2, se les dio por romper todo lo que tenían a su lado: lo que no tiene antecedentes similares.
Tras la derrota por un gol, los "celestes" y australianos llegaron el miércoles último a Uruguay. Varios hinchas locales insultaron, salivaron e intentaron golpear a los australianos. Mientras la venta de entradas avanzaba a gran ritmo (quedan muy pocas; habrá más de 70 mil personas en el Centenario), los uruguayos comenzaron a debatir sobre los hechos de violencia. Para unos, eso había sido un bochorno. Para otros, no está mal que se haga "sentir la presión".
A los australianos, la violenta bienvenida no les cayó bien y los atemorizó. La Federación Australiana de Fútbol (FAF) protestó, pidió garantías de seguridad y amenazó con irse a Buenos Aires, en busca de mayor tranquilidad... Incluso pidió que el partido se juegue en la Argentina, pero fue más una forma de presión para obtener respaldo que una posición firme.
Entre tantos puntos de conflicto, la delegación australiana reconoció que temía ser víctima de un envenenamiento y ese sentido se recordó que en 1995, durante el Mundial de rugby disputado en Sudáfrica, la selección de Nueva Zelanda sufrió una "extraña" intoxicación alimenticia. Ian Knop, presidente de la FAF, dijo que exigieron al hotel Sheraton, donde se aloja la delegación en esta ciudad, garantías sobre la calidad de la alimentación y que hicieron viajar a su propio cocinero.
Luego de una de las tantas reuniones con la embajadora de Australia en la Argentina, Sharyn Minahan, el ministro del Interior del Uruguay, Guillermo Stirling, calificó de "inconcebible" que los australianos teman ese tipo de atentado. "Nadie merece un recibimiento tan estúpido y se investiga si un grupo organizado fue el que lo produjo", expresó Stirling. Jaime Trobo, ministro de Deportes, advirtió que "se aplicarán sanciones severas" si se confirma la relación con instituciones deportivas.
También se habló sobre manifestaciones de barras bravas para impedir que los australianos pudieran dormir en el hotel. Pero el jefe del Estado Mayor policial de Montevideo, Néstor Artigas Lema, dijo que "de ninguna manera" se permitirá eso. Se dispuso vigilancia permanente alrededor de los visitantes, se aumentó la seguridad para el domingo en el Centenario y un patrullaje especial para los traslados de los australianos, que además viven rodeados por el GEO, un comando especial para casos extremos. También hay un dispositivo adicional, con más policías, para vigilar la avenida 18 de Julio, siempre que Uruguay gane por más de un gol de ventaja y clasifique para el Mundial.
El primer ministro de Australia, John Howard, culpó a las autoridades uruguayas por no brindar protección al seleccionado de su país. “Fue un comportamiento despreciable, sin justificación. Este hecho deja muy mal parado a los gobernantes uruguayos”, dijo Howard según la agencia Reuters.
Según lo informado por la policía uruguaya, fue identificado uno de los simpatizantes celestes que participaron de los incidentes en la llegada de Australia a Montevideo. Gracias a los videos que aportó la TV se conoció la identidad del agresor.




