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SAN JUAN.- Del club modelo, ni su sombra. De los títulos locales e internacionales, ni una huella. Vélez juega con su camiseta, con su historia, pero desde hace un buen tiempo atraviesa una crisis profunda en todos los ámbitos. Lo sufre, en buena medida, el equipo que sale a la cancha con una ansiedad que no soporta. Lo agobia la presión, en Liniers, en San Juan, como anoche, y en cualquier lugar. La derrota por 2 a 0 contra San Martín, de San Juan -que tomó aire-, es la séptima de nueve partidos. Demasiado profunda es la falta de identidad de un equipo, de un club, que era la envidia de... casi todos.
Sin gol (no anotó en los últimos tres partidos), es imposible ganar. Vélez es una formación débil, acechada por la supuesta próxima salida de Raúl Gámez, el presidente, y por la sombra de los violentos, más presentes que nunca en Liniers.
"Tenemos que reacionar rápido", entiende Leandro Desábato. El volante cree que tiene la fórmula para salir de la decepción. "Se sale con sacrificio, humildad y trabajo", advierte. El promedio asusta: apenas cinco equipos están debajo. Y descienden cuatro.


