"Volví a jugar porque sin el fútbol no puedo vivir"
A los 35 años, el ex delantero de River reapareció en primera C con un gol de emboquillada
El "Olé, olé, olé... Mencho, Mencho" rugió otra vez en una cancha; ahora en una escenografía muy distinta; lejos de un estadio de primera. Sencillamente en una cancha de tablón, al pie de un enjambre de monoblocks, cerca de Avellaneda, donde unos 1300 hinchas de Dock Sud alentaron a su equipo en la victoria frente a Berazategui por 2 a 0, por el torneo Apertura de la C; y también aplaudieron hasta enrojecer sus palmas el golazo -de emboquillada al arquero Gergaff- de su nueva figura: Ramón Ismael Medina Bello. Sí, el Mencho de Gualeguay, que a los 35 años, y después de estar casi dos alejado de la actividad, regresó con su sello: el gol.
"Volví a jugar porque sin el fútbol no puedo vivir, no porque me falte dinero. Colgué los botines cuando me fui de Talleres, de Córdoba, a mediados de 1999, pero no estaba muy seguro. No sabía si seguir la carrera de director técnico o ayudar a los juveniles... Hasta que no aguanté más y por las mías comencé a practicar en el parque Dominico con los jugadores libres de la C y la D", cuenta el Mencho.
Por casualidad se reencontró con Luis Villalba, un amigo de la época de River. Y Luigi , fanático de Dock Sud, lo alentó para que volviese a las canchas; en realidad, a Dock Sud. "Estuvo como tres meses hinchándome, pero llegó el verano y me fui cuatro meses de vacaciones a Gualeguay. Cuando regresé fui otra vez al parque Dominico; Villalba buscó a Carlos Vera -DT del Doque-, me lo presentó, y los dos me terminaron de convencer", relata con entusiasmo Medina Bello.
Ayer, increíblemente para la gente de Dock Sud, hubo colas para adquirir las entradas -de $ 4 y $ 6- para ver a la nueva estrella del equipo. "Acá no vienen más de 250 personas cuando el equipo va bien", comenta Ariel, un hincha que colgó una bandera gigante con la leyenda "Bienvenido Mencho".
Y el hombre de piernas macizas, de pique cortito, ganador de ocho títulos con River; triunfador con Racing en la Supercopa ´ 88; bicampeón de la Copa América ´ 91 y ´ 93 con el seleccionado argentino de Basile; hasta campeón en Japón con Yokohama Marinos, tuvo su gran tarde con con un gol de emboquillada. "El gol sirvió para asegurarnos la victoria, llegar a la punta y demostrarme que puedo jugar. Seguro que muchos pensaron que iba a fusilar al arquero, más después del gol que me comí en el primer tiempo debajo del arco. Pero yo soy así", dice sonriente.
Aun en otra categoría -con las diferencias del caso- Medina Bello no perdió las mañas. Por algo hizo 26 goles en Racing, 70 en River y 3 en Talleres. "Hice varios... Y los que hacía hacer. Pero bueno... Hubiese canjeado 10 de esos goles por hacerle uno a Boca. Es lo único que le faltó a mi carrera", admite.
Y no dudó en las comparaciones, que él conoce como pocos. "Hay diferencias. Aquí las patadas te llegan al cuello y todo sigue. No hay continuidad en los entrenamientos, porque varios muchachos hacen otro trabajo para ganarse el pan. Pero yo llegué con el sueño de ser campeón y trataré de cumplirlo..." Y no hubo más. Lo despidió un grupo de hicnhas con aplausos. El sonrió y se fue del brazo con Mirta, su esposa; con sus hijos Mauricio, de 12 años, y Marisol, de 4; era un hombre feliz.
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