Kroos, perfectamente simple
Nació poco después de la caída del muro de Berlín en Greifswald, una pequeña ciudad a orillas del Báltico, en la ex Alemania Oriental. Creció durante la transición del socialismo hacia la integración alemana, con los rasgos finales de la austeridad uniforme. Su fútbol se parece a la descripción de su historia. Toni Kroos se armó de simplicidades para destacar en un fútbol sofisticado como el de hoy.
El fútbol sigue reservando espacios centrales para jugadores cuyas virtudes se asocian a lo sencillo más que a lo extravagante. Kroos es eso, simple, perfectamente simple. Comprende todas las complejidades del juego. Mientras la música suena, él va haciendo los arreglos, exactos, sin una nota de más, sin un silencio de menos.
En el desglose de los fundamentos esenciales del fútbol, el pase y el control van a la cabeza de la lista. Kroos escribe semanalmente el manual de pases y controles, obedientes a su ingenio y criterio colectivo. Maneja toda la variedad de pases: largos, cortos, transversales, profundos, media altura, etcétera. Y recibe de todas las formas posibles y bien. Sus recepciones son académicas: si la pelota llega desde la derecha, controla de zurda, si viene desde el otro sector, para con derecha, controla orientando hacia la siguiente acción, ataca la pelota para evitar un corte, o la protege con su cuerpo si es necesario.
Sus recursos se distinguen, no solo por la pulcritud técnica, sino por el lugar que elige para disponer de ellos. No es sencillo que un futbolista se desenvuelva con absoluta comodidad y naturalidad de mediocentro, de interior o de volante ofensivo. En general, hay aptitudes predominantes que determinan qué función es la más adecuada. Para Kroos es un detalle insignificante. Puede iniciar de 5, progresar como interior o pedir la pelota atrás de los volantes rivales. No elige el rol en función de la confortabilidad personal sino de las necesidades del equipo en ese momento.
Cuando el balón sube por los costados, va leyendo el futuro de la acción: un paso atrás para ofrecerse y despejar el juego hacia la otra banda, o un paso adelante para robarle metros al adversario y buscar la profundidad interior. Se apoya si está incómodo, gira y se pone de frente si no. Siente lo pasa a su alrededor, y en esa intuición (o inteligencia) está el secreto de su excelencia en la interpretación del juego. No precisa tener fibras rápidas para ser veloz, ni fuerza física para imponerse a un rival; procesa la información antes que el resto. Incluso, sabe que muchas veces es preciso demorar para llegar temprano.
Fue el mejor jugador del Mundial, sin premio oficial. Real Madrid lo eligió para integrar un mediocampo soñado y así, dotar al equipo de un punto de calma e inteligencia que no siempre tuvo hasta ahora. Xabi Alonso y Modric, agradecidos por el nuevo aliado, el flaquito, rubio y lento de Greifswald, que de chico, tuvo que agudizar su ingenio para jugar con los grandotes y potentes.
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