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Retrocedo en el tiempo y recuerdo el Mundial de Inglaterra, en 1966. Visitar el centro de Londres era una idea seductora y llena de sorpresas. Sus calles, sus tiendas, sus pubs, la gente, el ruido, el color, todo a la orden del día para una ciudad impactante. Yo, James III, me convertí en el guía de los muchachos del seleccionado argentino que salían de paseo por la hermosa Londres.
Caminaban, deslumbrados y alegres, los jugadores Roma, Marzolini, Perfumo, Ferreiro, Albrecht, Rattin y también Oscar Mas, que era el más divertido de la selección argentina. El famoso Pinino siempre tenía un chiste para cualquier ocasión. Aunque la broma, alguna vez, le saliera mal. Y ese día, mientras visitábamos las tiendas del centro londinense, el delantero se cruzó con una mujer terriblemente fea. Y lo que le dijo en la cara fue exactamente eso: que era terriblemente fea. Asombroso.
Pero lo realmente cómico de la situación resultó que la mujer le respondió, en castellano..., ¡que él tampoco era lindo! Se trataba de la traductora que acompañaba a la selección y que justo ese día tenía franco. Oscar Mas juró nunca más hacer un chiste de esa índole.




