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"Es la carrera más importante del país". Las palabras de Mario Petrucci, presidente de la Asociación Civil de Carreras y Maratones Ñandú, caen en un saco roto. Otra vez. De nuevo. Pasan los años y los 21k de Buenos Aires (recordemos que la marca media maratón de Buenos Aires le pertenece a Domingo Amaison, a quien se la suspendieron en 2009 con las inscripciones abiertas) convoca a miles de corredores y a un puñado de atletas de elite que asisten (asistimos) todos como testigos a una carrera cada vez más deslucida. Todo mientras Ñandú, la entidad sin ¿fines de lucro? que la organiza al igual que la maratón de Buenos Aires, aceita su maquinaria financiera. Suena raro, claro, tratándose de una carrera que para el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires es un evento cultural central. Así lo afirman las autoridades porteñas cada vez que son convocadas a contar sus sensaciones en medio de las millones de endorfinas que quedan sobrevolando las calles en los días previos y posteriores a su realización.
Los 21k son un evento cultural. Sí, es cierto. También sería bueno que se admita, de una buena vez, que es un gran negocio. A modo de ejercicio, tomemos los datos oficiales. En esta edición, la inscripción costó $420 y Ñandú, con el pecho inflado, reconoce que hubo 22.857 inscriptos para batir una vez más su propio récord. Entonces, la cifra en inscripciones ascendería a $9.599.940. Este valor, puede resultar engañoso, es verdad. En total, completaron la prueba 19.137 finishers. Significa que 3720 personas no cruzaron la meta. Esto es entre aquellos que no iniciaron la media maratón y aquellos que abandonaron o corrieron sin chip. Y también aquellos que recibieron el cupo condonado por la organización (atletas de elite, invitados por los sponsors y periodistas).
Siguiendo esta línea, los sponsors que apoyaron a la carrera más convocante del país tuvieron una destacada participación y visibilidad: una empresa petrolera, una marca deportiva, una marca de tecnología, una de agua, otra de bebida isotónica, una de emergencia médica, una bodega, una compañía aérea, un laboratorio, una empresa de colchones, un diario y su par deportivo y varios más. Cada uno dejó algún beneficio (económico en su mayoría) para la organización, de acuerdo a su preponderancia. Es decir, a Ñandú. Recordemos y para que quede en claro: Ñandú es una institución ¿sin fines de lucro?, cuyo cara visible es Mario Petrucci, actual presidente de la Federación Argentina de Ajedrez.
Este año, el predio ferial de Palermo dejó de ser el centro donde los más de 20.000 inscriptos se acercaron para retirar sus kits de corredores. Por cierto, un ítem deficiente que constó de la remera oficial, que aportó la marca de las tres tiras; el número o dorsal de corredor; el chip; y siete folletos, uno con un descuento del 20% aportado por el sponsor deportivo. El resto, una bolsa de friselina similar a la de todos los años. El lugar elegido para 2016 fue el Distrito Audiovisual, en la calle Dorrego 1898. "La explicación es muy sencilla. Ñandú se ahorró más del 70% del costo que este año le salía La Rural. En cambio, acá por 3 días de Expo le cobraron mucho menos: $160.000. Cada día salía $80.000 pero le regalaron una jornada", contó a LNCorre una fuente confiable, que agregó: "Fue una decisión económica. El costo de La Rural superaba los $600.000. Encima, el frío no ayudó y eso generó muchas quejas de los corredores".
Asimismo, los expositores, unos 44 según el plano oficial, también se quejaron. "Nos cobraron todo: $25.000 por un box de 3 metros por 3 metros. A eso, sumale $160 por día para estacionar el auto, $200 por el matafuegos. Ni agua caliente nos daban. Imaginate que estuvimos todo el jueves, viernes y sábado", confesó un expositor que, lógicamente, pidió anonimato porque, más allá de las quejas, desea estar en la próxima Expo Maratón. "Con las ventas no recuperamos el costo del alquiler. Con salir empatados estábamos contentos. Estar acá es importante porque necesitamos que los corredores vean nuestros productos", afirmó otro expositor.
Además, la accesibilidad a La Rural es distinta que al Distrito Audiovisual, en Colegiales. Mientras, al predio de Palermo se accedes a través de varias líneas de colectivos, una de subte (D) y a un par de cuadras una de trenes; la Expo de 2016 quedó más alejada, salvo para quienes pudieron acercarse en vehículos propios.
A partir de 2016, en la ciudad de Buenos Aires entró en vigencia la ley 5397, modificatoria de la ley 139, que exigía la presentación de un certificado de aptitud física para la realización de actividades en gimnasios. La novedad es que la obligatoriedad se aplica ahora también a las carreras de calle . Se tienen en cuenta distancias desde los 5 kilómetros. La antigüedad del certificado no debe exceder el año y se podrá presentar uno solo para todas las carreras, con variantes de formulario según cada organizador. Por lo tanto, la media maratón debía exigir certificado médico. Pero no lo hizo.

Queda por preguntarnos, entonces, ¿por qué la media maratón no pidió certificado médico? A los corredores les llamó la atención. Y varios organizadores de Buenos Aires se mostraron sorprendidos, además de sentir un profundo malestar. "Si nos exigen a nosotros, ¿por qué en la carrera con más corredores no lo hacen?", se sinceró un gran organizador. Vale aclarar y más allá de la contracción económica del país, que las carreras de calle en Capital Federal sufrieron una merma de inscriptos a causa del pedido por ley de los certificados médicos. Sobran los ejemplos: Fila Race 10k, Unicef 10k, Carrera Maya (ex Fiestas Mayas), por sólo citar tres casos que, en ediciones anteriores, superaban los 10.000 corredores cada una. Este año y después de mucho tiempo, no lograron completar los cupos. Un indicador que puso en alerta a los organizadores. Y, evidentemente, a Ñandú también.
Si bien en diciembre de 2015, con la renovación política, la ciudad de Buenos Aires sólo cambió de rostros (Horacio Rodríguez Larreta como nuevo Jefe de Gobierno en lugar de Mauricio Macri, actual presidente de la Nación, y Luis Lobo por Francisco Irarrazával en la subsecretaría de Deportes, por nombrar algunas de las caras más visibles), la promesa de quienes iban a asumir era unánime: licitar la media maratón y la maratón de Buenos Aires. "La razón es muy sencilla. La Ciudad se merece una carrera que mire hacia afuera, pero que no pierda el eje en quienes año a años la hacen: los corredores. La media maratón y la maratón de Buenos Aires van a ser licitadas", expusieron desde el área de Deportes de la Ciudad, a LNCorre en varias oportunidades. Una promesa que no se cumplió.
Un punto no menos sensible es el de los premios. Por raro que suene, Ñandú afirma en su reglamento que no entrega premios dinerados. La decisión viene desde 2015. El último atleta que recibió un premio fue Mariano Mastromarino en 2014. Fueron $6000 que le sirvieron para costear parte de la preparación que realizó Cachi, Salta. Recordemos que hasta ese momento, Mastromarino no tenía beca del estado nacional. El marplatense, a casi 2 años de su triunfo, aún espera que le entreguen el plus por ser el primer argentino y en hacerlo en menos de 2h19m30.
En 2015 y 2016, los premios a los 3 primeros hombres y las 3 primeras mujeres, según los propios organizadores, fue a través de la Federación Atlética Metropolitana (FAM). Llama mucho la atención que los cheques que este año recibieron quienes se subieron al podio estuvieran firmados por Mario Petrucci, de Carreras y Maratones Ñandú (tal la razón social de la Asociación Civil de Carreras y Maratones Ñandú), con sede en Av. Mitre 383, Villa Martelli. En consecuencia, ¿los premios los otorgó la FAM o Ñandú? La respuesta suena obvia: los dio Ñandú, dejando afuera a las categorías especiales (sillas de rueda y no videntes). Aquí aparece con claridad la anuencia silenciosa y cómplice de la FAM, entidad rehén que debe defender los derechos de los atletas metropolitanos.
Así, las distintas irregularidades se potencian año a año, al calor de las dos carreras que convocan a más de 30.000 corredores. Todo, a los ojos de las autoridades porteñas que dejan hacer mientras patean hacia adelante decisiones para las que fueron elegidos.



