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SAINT-ETIENNE, Francia.- Representan a alguien, después de todo. A cada grupo de revoltosos que hacen de nuestras canchas el lugar más inseguro. Y como enviados que son debían mostrarse ante los rivales potencialmente más fuertes; tenían que exhibir su irritante andar frente a los hooligans, más tristemente famosos en cuanto a desparramo de violencia en el fútbol. Por eso los barrabravas argentinos se prepararon para su día. Como no ocurrió en los otros partidos se vieron sus colores, identificación propia de una pandilla, y lograron el cometido principal: pelearse con los ingleses, al menos en una escaramuza en la tribuna cabecera que ocuparon a su antojo. Una vergüenza más que se exporta.
Sin saber que no hubo hooligans en la cancha, los violentos hinchas argentinos quisieron mostrarse capaces de enfrentar lo que otros eluden. Con los bombos de Central como ritmo de combate se juntaron los delegados de las barras de River, Boca, San Lorenzo, All Boys, Chicago, Independiente, Banfield, Colón y Argentinos Juniors. Los fanáticos de Defensores de Belgrano, los que ya perdieron tres hombres por detenciones en París, quedaron aislados en una platea lateral, pero no les interesó la soledad y mantuvieron permanentes altercados con la seguridad interna del estadio. Es más, se notó que ganaron de prepo su lugar en la primera fila, porque fueron varios los espectadores que reclamaron por un asiento que no pudieron ocupar.
El grupo más numeroso -unos cincuenta- chocó rápido con los ingleses cuando Batistuta marcó el primer gol. En ese momento se les acercaron unos cuantos patoteros que a los golpes comprendieron el error de tribuna. Después del incidente, con algunos enfrentamientos cuerpo a cuerpo, los ingleses dejaron el lugar y también una bandera con la leyenda Burrey, trapo que seguramente se verá en la cancha de Independiente.
Los barrabravas no tuvieron exclusividad en la violencia en la cancha, primeros encontronazos sufridos en el Mundial cerca del juego. En la otra cabecera algunos ingleses cargaron contra los argentinos, robaron una bandera e intentaron cortarla sin poder concretarlo por la acción de los hombres de seguridad del Comité Francés de Organización. Las peleas no se repitieron por falta de adversarios en las cercanías.
Sin embargo, atacaron nuevamente apenas supieron que estaban fuera de la competencia. Esta vez los oponentes fueron los gendarmes, que fueron agredidos por los hooligans con miles de latas de cerveza. Las rápidas intervenciones de las fuerzas policiales evitaron que los disturbios fueran en aumento. En total hubo 30 detenidos y más de 15 heridos La pregunta de cómo están aquí se mantiene sin respuesta, oculta entre los pliegos oscuros de nuestro fútbol. Pero la visita de la barra brava de River a L«Etrat da una pauta de cómo ingresan en las canchas. De las inmediaciones de la concentración argentina se fueron contentos estos embajadores de lo inútil. Y ese muchacho de barba candado y camiseta con la banda roja que gritó en el núcleo del seleccionado de barras es conocido. Se lo vio en Toulouse sentado al lado de los custodios que cuidan al equipo argentino. ¿Lo protegieron también a él? La duda quizá no sea eterna.

