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No existen las dos veredas para el doctor Cristian Martelletti. Como integrante de la Unidad Médica Presidencial, hasta el año pasado cuidó la salud de Cristina Fernández de Kirchner y ahora hace lo mismo con Mauricio Macri. Para semejante tarea, Martelletti, histórico hombre del Club Los Matreros, encuentra un refugio de tranquilidad y alegría en el rugby, entrenando desde hace un tiempo a las Juveniles de su club y alargando las mañanas de los domingos con interminables terceros tiempos.
Este domingo que pasó, Martelletti fue uno de los testigos de esas fabulosas experiencias de vida que se transitan especialmente en el rugby infantil y juvenil, donde los maestros caminan en la grandeza del anonimato. En un partido entre las M16 de Virreyes y Matreros, en la cancha del primero, el árbitro sorprendió a todos por dirigírsele por su nombre a los jugadores y por la forma didáctica en que lo hacía. El encuentro fue luchado y jugado con enorme limpieza gracias también a ese árbitro.
En el tercer tiempo, los entrenadores de los dos equipos fueron a saludar al árbitro y éste les agradeció, pero le contó al de Virreyes que no estaba a gusto con un chico de Virreyes que le había faltado el respeto. Marcos Julianes, uno de los grandes referentes del club de San Fernando, fue a buscar al chico en cuestión, quien, colorado de la vergüenza, se disculpó ante el árbitro en presencia de compañeros y jugadores del otro club. Al instante, unos chicos se acercaron al árbitro y le dijeron: "¿Usted no es el que ayer fue el juez de touch en la final del Nacional de Clubes? Lo vimos por televisión". En efecto, se trataba de Matías Fresia, quien el sábado estuvo en la terna del partido entre Hindú y Belgrano, y había pedido dirigir Juveniles para el día siguiente.
"¿Por qué? Bueno, vengo de una operación en la rodilla y la exigencia en Juveniles es menor que en la Primera, pero estaba bueno volver a la categoría en la que empecé a hacer de referí hace 10 años. Fue una experiencia muy gratificante", cuenta Fresia, quien ya cumplió funciones arbitrales en URBA Top 14, Sudamericano, Argentino, Mundiales Juveniles, Rugby Championship y Súper Rugby, siempre de manera amateur, aunque lo haya ejercido en los torneos profesionales de la Sanzar en los que interviene la UAR.
Hijo de un árbitro que sólo dirigió Juveniles y con un pasado de jugador de Deportiva Francesa que se interrumpió a los 23 por un fuerte golpe en la cabeza, Fresia es docente de educación física y considera que la docencia, precisamente, es clave a la hora de dirigir. "Igual, para mí lo más importante es que el partido termine sin lastimados, especialmente en el scrum", agrega.
El gesto de Fresia -"la pasé genial y es admirable con la pasión y la grandeza con la que jugaron los chicos de los dos clubes"- de ir a dirigir a los más chicos 24 horas después de haber estado en el partido más trascendente del rugby nacional, es uno de los tantos por los que el rugby es todavía un lugar para disfrutar, recomendar y cuidar. Son los gestos -los hay miles todos los fines de semana en los clubes- que no salen en las fotos ni en las cámaras ni en los titulares, pero que verdaderamente hacen grande a este deporte.


