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CORDOBA.- Fue más importante el envión anímico de haber goleado a Boca que las 48 horas menos de descanso que tenía en comparación con su rival. River fue el que cerró los festejos del 99 con la obtención del Apertura y es el que los abre en el verano del 2000 con la conquista de la Copa Ciudad de Córdoba, al derrotar a Talleres por 3 a 1. Sin varios titulares habituales, pero con apellidos que asumieron muy bien la posta ganadora, como Ledesma, Zapata y Cardetti. El partido despertó con un mensaje alentador: los dos compartían una firme vocación ofensiva. A los diez minutos ya se había abierto el marcador y River había estrellado un par de remates en los palos. Gareca le dio un tinte más audaz a la formación con la inclusión de Oliva -reapareció tras un desgarro- para maniobrar detrás de los dos tanques (Gigena y Astudillo).
En River, Ramón Díaz optó por rotar un poco el plantel e hizo un par de retoques en la alineación que sorprendió tan gratamente en la goleada a Boca: Sarabia -el comodín preferido del Pelado en la defensa- entró por Franco y el esforzado Rambert ocupó el lugar del cada vez más cerebral Rambert. Se mantuvo la idea de juego, con despliegue y movilidad en el medio para llegar a las posiciones de definición.
A los 4 minutos, la Lora Oliva dejó constancia de sus notables condiciones técnicas al superar el cruce de Trotta y Lombardi, desparramar a Sarabia con una gambeta y definir con una exquisita emboquillada.
El juego se hizo abierto y ágil, a pesar de que Talleres se retrasó un poco para especular con el contraataque. Cardetti (en el travesaño) y Gancedo (en un poste) estuvieron cerca de la igualdad. Talleres respondió con una arremetida de Astudillo que salió elevada, y Cuenca, en dos rápidos anticipos, no le dio tiempo y espacio a Cardetti para el toque final.
Lo único que desentonaba era la labor de Pezzotta, que en su afán de aligerar el desarrollo no fue riguroso en algunas sanciones.
Para el segundo tiempo, Ramón Díaz movió el banco y apostó por un enganche más clásico como el pibe Alvarez, con lo cual Gancedo se movió por la derecha.
El partido siguió siendo interesante porque la pelota corrió sin pausas y sin que decayera la tensión ofensiva. Las defensas dejaban espacios y el peligro sobrevoló en las dos áreas. Entre el desorden de los visitantes, Astudillo metió un cabezazo que devolvió el travesaño. River respondió con el desnivel de quien fue la revelación de este cuadrangular: Zapata, que con su ritmo sostenido llegó al fondo por la izquierda y sacó el centro para el anticipo de Cardetti. La descarga de contundencia de River continuó enseguida con el gol de Rambert (intervino Zapata) y otro de Cardetti. River cambió algunos nombres, pero su estirpe ganadora está intacta.



