Pase de rutina
MADRID.– El Barcelona y Athletic Bilbao son una especie de cuadro de la Copa del Rey española: una de esas tradiciones que el país asume como propias a poco que pasen los años y los toros. Los dos son los más premiados y suelen encontrarse en los callejones más prestigiosos. Frecuentan finales en las que se dinamita la monarquía cada verano silbando el himno, salvo este año, que se dieron un respiro citándose como bandidos románticos antes de tiempo.
Fue por eso que a pesar de la distancia en la ida (1-2) el Athletic amarró al Barcelona en el primer tiempo. Sucedió entonces un fenómeno curioso: Leo, a falta de balón, empezó a desenfocarse como Robin Williams en la película de Woody Allen. Eso repercutió en el juego, porque se fue desconectando el juego del Barça poco a poco, como cuando se va la luz en casa de habitación en habitación. Sin Messi el Barça se achicó y crecieron los vascos, que acorralaron y marcaron para darle una atmósfera de remontada muy de Copa, muy vasco.
Como no llegó otro gol, y nadie perdona al asesino en su lecho del muerte, el tridente cayó encima del rival como un peso muerto. Clareó en el campo, se aparecieron los rostros como soldados en guerra, y el juego tuvo el atisbo mecánico de siempre, girando alrededor del 10. Neymar abrillantó el campo del Athletic como un mueble polvoriento: de esa pequeña luz se aprovechó Luis Suarez y el propio brasileño para fusilar la eliminatoria. Con el camino despejado por la sentencia al Madrid, víctima de su propia torpeza, los culés resolvieron el camino hacia la final sin necesidad de su comodín, Messi, que jugó uno de esos partidos burocráticos en los que descansa, como si se tratase de su séptimo día.
(*) Periodista y escritor español
mj/jt
Más leídas de Deportes
"Buscaba cosas malas". La figura de Brasil que provocaba a la selección argentina tocó fondo y encontró una solución
Indiscutible. Ángel Di María, el sexto nombre en el Olimpo histórico de la selección argentina
Del desprestigio al asombro. El caballo que viajó 10.000 km, saltaba charcos en una pista precaria y correrá por 7 millones de dólares