Con un testaferro
Messi sobrevive dentro del tambor de una pistola con la que el Barça se ha puesto a jugar a la ruleta rusa. Messi gira y gira, sin saber si será en este partido o en el siguiente cuando al Barcelona le descabecen la Liga como a una gamba. Y de esta manera, con el argentino aún con oxígeno, los catalanes ganan y mandan. Por 6-0, ni más ni menos; con tres penaltis a favor en cinco minutos y ante un rival que pelea por seguir en Primera. Una ficción, el resultado. Pero no la única.
En una de sus frases más afortunadas Jorge Valdano llamó a Romario jugador de dibujos animados. Valdano veía en la plasticidad del genio brasileño la obra de un creador que exploraba la fantasía. Ayer Messi recordó a su manera al Baixinho. Lo hizo en la segunda parte, cuando Neymar le dio un pase de sombrero y Leo se dedicó a tocarla en el aire como un delfín del acuario mientras pensaba en dónde la iba a colocar a su espalda, en la portería.
Agitó Leo la coctelería como James Bond y levantó el balón en un escorzo para hacer una vaselina que sacó el defensa bajo la línea. Dedicó el resto del partido a lo que había dedicado la segunda parte, ejercer de suavísimo asistente. De ese modo llegó su mejor obra, una jibarización nunca vista; el pase de gol por encargo. Messi empezó la temporada tirando los penaltis, luego pasó a dar pases a Suárez en los penaltis y ayer, por fin, mandó directamente a Suárez a tirarlos todos. En los ochenta del Real Madrid, cuando Hugo Sánchez no llegaba al centro de Míchel, el mexicano remataba con Butragueño. Algo así empieza a pasar en el Barça: como Leo tiene que retrasarse tanto para empezar la jugada, cuando no llega a portería se estira hasta conseguir golpear el balón con Suárez. Que ayer metió cuatro goles, tres como testaferro.