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CORDOBA.- Cualquier atisbo de sufrimiento, allá por el final, habrá sido una especie de aviso. No contra los merecimientos, porque River ganó bien ayer en Córdoba. En todo caso, aun cuando resultó superior a Belgrano, River hizo exactamente lo justo. Obtuvo su tercer triunfo en el interior (ya le había ganado a Instituto y a Colón) con una suficiencia casi peligrosa. Y terminó arrinconado contra 10 rivales, pues Belgrano había sufrido la expulsión de Julio López a los 26 minutos del segundo tiempo.
River venció por 1 a 0 en el Olímpico cordobés. ¿Bien? Sí. ¿Apretado? También. ¿Y pudo haber ganado por una diferencia mayor? Por supuesto. Por qué no lo hizo, entonces, es la pregunta que sigue.
Y es que River pudo ganar con mayor holgura. De hecho, la pelota estuvo casi todo el partido en los pies riverplatenses. Sin embargo, terminó sufriendo.
Y ello sucedió porque este River se dejó estar, perdió un tiempo y encima no supo acelerar cuando las circunstancias le resultaban completamente favorables.
De movida, River controló el desarrollo. Pero padecía cada vez que llegaba a tres cuartos de cancha. Hasta ahí, el manejo era total. Desde ahí, el avance se complicaba, tanto por el esquema de Belgrano como por la superioridad individual que demostraba Javier Villarreal al tomar a Aimar.
Era difícil conseguir un desnivel, de todas maneras, porque el planteo de Belgrano apuntaba a no perder. Como River atacaba por las puntas, quienes llevaban el balón siempre se encontraban con una marca de dos adversarios. Y cuando ello sucedía, un volante de Belgrano bajaba y colaboraba con la última línea. Conclusión:Belgrano dejaba cinco defensores para impedirle a River el ingreso con pelota dominada.
A River se le hacía difícil generar peligro, de la misma manera que a Belgrano, con tanta gente atrás, se le volvía semiimposible preocupar a Bonano.
En el medio, se sucedían los desaciertos de Angel Sánchez. Primero, ante una falta de Ragg como último hombre sobre Cardetti, quien ya lo había eludido. Debió ser falta y expulsión. Pero Ragg siguió.
Después hubo una toma de Medina a Saviola, que el árbitro también ignoró. Debió ser penal. Casi un gol. Pero nada sucedió.
El partido había tenido un par de situaciones para abrirse, pero se mantenía cerrado. Hasta que Aimar puso fantasía, dejó solo a Cardetti, y el delantero marcó el 1 a 0.
Por cuarta vez en cuatro partidos (tomando los amistosos de verano también), el 2000 veía a Cardetti goleador en Córdoba. Y eso le daba, una vez más, el triunfo a River.
Desde allí, el equipo de Núñez controló la pelota, Damián Alvarez se volvió difícil de marcar para Solana y, encima, Julio López se fue expulsado por golpear a Pereyra. Estaba todo preparado para que River aumentara, pero no aumentó.
Belgrano puso amor propio, el nuevo líder empezó a regular por eso de los compromisos cada tres días (jugará a mitad de semana por la Copa Libertadores) y la victoria segura se convirtió en una incógnita.
En eso, Carnero eludió a Bonano y, cuando la gente de Belgrano ya gritaba el empate, el estadio se calló: Carnero remató desviado con el arco solo.
Al final, River zafó de la presión y ganó. Bien, pero con lo justo. Con mucho sufrimiento y sin que se le escapara nada de nada se subió a la punta solo (aunque habrá que ver qué hacen hoy San Lorenzo y Gimnasia La Plata) y se anima a soñar con todo lo que se le ponga enfrente. Está bien... si no desoye los avisos.
CORDOBA (De un enviado especial).- Rara paradoja la de River en este Clausura: ganó los tres partidos como visitante (Instituto, Colón y Belgrano) y no pudo vencer en el Monumental (empató con Central y Estudiantes). "Pero nosotros ya ganamos en el Monumental. Goleamos a la Católica", se opuso Américo Gallego luego de la victoria de anoche. En cuanto se le insistió con que River no había triunfado en su casa durante el torneo local, Gallego no se achicó: "Ah, no, es cierto. Bueno, el domingo próximo le ganamos a Independiente y listo".



