Tokio 2020. La medalla de los Pumas: “Esto no es un grupo de amigos: es una familia”
En la frase de Rodrigo Isgró se resume el sentimiento de los rugbiers argentinos: unidad entre los que están e incluso con los que no están, sean ex compañeros y familiares.
Las sensaciones se agolpaban y surgían a borbotones. Pero en el volcán de sentimientos que provocaba lograr un redondelito de bronce, no se perdía la lógica. Más bien, se la asociaba a la emoción. “Esto no es un grupo de amigos, es una familia. Me explota de felicidad el corazón en el cuerpo. Estoy muy feliz. No sé qué más decir”, sostuvo Rodrigo Isgró, después de vencer a Gran Bretaña y antes de ponerse esa medalla sobre el pecho. Los Pumas 7s acababan de conseguir el primer podio para la delegación argentina en los Juegos Olímpicos Tokio 2020.
Con distintas palabras, todos los rugbiers albicelestes tuvieron mensajes parecidos: alegría y recuerdo a quien no estaba presente. El compañero que no había llegado a Japón y se había quedado en el camino; el que sí estaba allá pero, lesionado o suspendido, no había podido disputar el tercer puesto; el familiar que había sufrido mucho en este tiempo de problemas y tristeza.
“Jugamos por el de al lado, por el que no está. Hubo cinco, siete jugadores que se quedaron en Argentina y fueron el motor de equipo. Les agradezco de corazón por todo lo que hicieron por este equipo”, subrayó, también al borde del quiebre emocional, Santiago Álvarez Fourcade, el capitán de los Pumas 7s. La suya era, quizás, la situación más especial de todas en un plantel de 12 jugadores y un cuerpo técnico que también es parte de grupo de parientes. “Falleció mi abuela una semana antes. No pude estar con mis familiares para despedirla. Quiero decirle a mi mamá que la quiero mucho”, expresó el jugador de CASI. de 27 años.
Y se apilaban frases por el estilo, que no salían de ese par de leitmotivs. “Esto es una satisfacción enorme porque lo que da cada uno por este equipo es increíble”, subrayó Marcos Moneta. Un histórico del seleccionado de rugby reducido, Gastón Revol, no pudo participar en el triunfo sobre los británicos a raíz de una suspensión de tres partidos. Pero... “Lo viví como si me hubiese tocado jugar. Se trata de dejar todo siempre. Esto es sentido de pertenencia y tengo una felicidad inmensa”, manifestó el cordobés de 34 años, sancionado por la expulsión frente a Sudáfrica en el cuarto de final.

En otro deporte quizás se hablaría de un “héroe” del logro, porque Ignacio Mendy consiguió, con total mérito individual, el try decisivo en el segundo tiempo. Pero en el rugby no existe tal cosa, heroísmos personales. “Me corté solo, sí. No sabía si correr o apoyar, no caigo en el try... Esto es una sensación increíble. Inexplicable. Hay mucho laburo atrás. Yo soñaba todos los días esto cuando me iba a dormir”, contó el muchacho de 21 años.
Si los Pumas 7s son una familia, Santiago Gómez Cora, su histórico entrenador, es una suerte de padre. Como a sus pollos, se le patinó la voz: “Desde hace tres días no duermo. Estos chicos emocionan. Estuvieron un año encerrados para jugar. Hacen lo imposible para cumplir sus sueños”, concluyó el hombre de Lomas, el diseñador del equipo que hizo que la Argentina se asegurara no irse de Japón con las manos vacías.
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