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En su casa, apasionado como siempre, Enrique Morea, de 92 años, se sintió pleno. Se sentó delante de la TV y no pudo salir de allí. No almorzó ni tomó nada por la tarde. Silencio pleno hasta el desenlace. Cada punto lo jugó como cuando fue capitán de Copa Davis entre 1948 y 1958, como cuando fue campeón de dobles mixto en Roland Garros en 1950 y como cuando era presidente de la Asociación Argentina de Tenis (estuvo en la entidad en cinco mandatos y en 2010 lo designaron presidente honorario). Compartió todo el día con Alicia Masoni, su esposa y cuando Federico Delbonis cerró el partido ante Ivo Karlovic, la miró y le dijo: “Te juro que con esto, ya cumplí mi objetivo de vida en el tenis”.
Siempre estuvo en todos los torneos de tenis. Su vida la dedicó al deporte. Algunos problemas de salud no le permitieron llegar hasta Zagreb. Contó Alicia que tenían cuatro pasajes para ir a Croacia y hasta último momento estuvieron atentos a realizar el viaje. Como Enrique no podía subirse al avión, entendieron que lo mejor era que Marian, su hija, fuese en representación de la familia. Porque los Morea debían estar de alguna manera, contó Alicia. Incluso, Marian le comunicó a su mamá que el capitán del equipo, Daniel Orsanic, le dijo: “Esto también le pertenece a tu padre”.
La relación entre Enrique y Juan Martín del Potro es especial. Tienen un afecto muy profundo, incluso, cuando la Asociación reconoció a Enrique, Del Potro estuvo en la ceremonia. Y entre ellos existe un ritual muy particular, porque después de cada serie de Copa Davis el tandilense le da su remera a Morea. Hace dos días la Enrique le escribió a Juan Martín para desearle suerte. Alicia le contó a la nacion que su marido estaba seguro de que Del Potro iba vencer a Cilic aún cuando estaba 2-0 abajo. “Juan Martín ya le dijo a mi hija Marian, que va a venir personalmente a darle su remera a Enrique. Mi marido está feliz”.
Cuando Alicia habla del momento que está viviendo su familia se advierte que la completa la felicidad. Dice entre risas que a Enrique no se lo pudo molestar en toda la jornada. Que prefería no hablarle porque lo veía nervioso, pero también confiado en que la Copa Davis en esta oportunidad no se escapaba. “Ahora sí puedo estar tranquilo. El objetivo está cumplido”, le repitió a su esposa mirándola fijo a los ojos con una marcada emoción.
“Te aseguro que esto que pasó en Zagreb es como que le da energía a Enrique. Te digo más, en este momento está delante de la TV mirando nuevamente el partido de Juan Martín. Estamos en el quinto set. No puede dejar de mirar lo que pasó. Es lo que soñó desde siempre”, le contó Alicia a la nacion.




