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CANBERRA (Especial).- La dueña del silencio, Paola Suárez, sigue escribiendo capítulos para el recuerdo. Ratificó que lo suyo no es únicamente el dobles. Para afirmarse entre el pelotón de vanguardia en el ranking de individuales. A puro corazón, tras levantar cinco match-points, la pergaminense confirmó su gran momento tenístico en tierra australiana. Suárez, de 27 años, N° 14 del mundo y segunda favorita, cosechó el cuarto título de su carrera profesional al vencer a la italiana Silvia Farina-Elia por 3-6, 6-4 y 7-6 (7-5) en la definición del certamen que se disputó en esta ciudad y que repartió 110.000 dólares en premios.
La mejor argentina de la actualidad había llegado a la definición del certamen tras vencer a la croata Karolina Sprem por 6-2, 2-6 y 6-4. En la semana última, Suárez fue semifinalista en el torneo de Auckland.
El camino hacia el 35° título para el tenis femenino de nuestro país fue bastante ardoroso. Suárez se imponía por 3-1 en el primer capítulo, pero Farina-Elia, N° 23 del mundo, se repuso y ganó cinco juegos consecutivos. En el segundo, la argentina tuvo una ventaja de 5-1, pero sólo pudo confirmar su supremacía en el décimo game. En el decisivo, Farina se imponía por 5-2. Llegó a tener un match-point (5-3 y 40-15), pero Suárez, con alma y tesón, se recuperó. La italiana reaccionó: ganaba 6-5 y sacaba la pergaminenese. Aparecieron otros cuatro puntos para partido y Suárez siempre respondió. A pura emoción, llegaron al tie-break. Y aun sufriendo hasta el último punto, Suárez, tras 2h32m, logró ponerle el broche a un éxito inolvidable.
Como se citó anteriormente, fue la cuarta conquista de la pupila de Daniel Pereyra. Conquistó su primer certamen hace seis años, en Bogotá, ciudad en la que volvió a triunfar en 2001; en la temporada última, Suárez se adjudicó el certamen de Viena.
Más allá de su notable momento en individuales, la jugadora argentina es una destacada figura en el mundo del dobles: por segundo año consecutivo finalizó en la cima del ranking de esa especialidad, junto con su compañera española, Virginia Ruano Pascual. Nacida el 23 de junio de 1976, la residente de Munro, acumula 30 conquistas en dobles, entre las que se destacan las victorias en Roland Garros (2001 y 2002), el US Open, (2002 y 2003) y el reciente triunfo, en el Masters de Los Angeles.
Admiradora de Pete Sampras, la historia tenística de Suárez está emparentada con el sacrificio. Empezó a jugar a los cinco años, en las canchas que su padre, Orlando, cuidaba en Gimnasia, de Pergamino. Eran días en los que no sólo el tenis era el único deporte. En su ciudad natal también practicó gimnasia artística. Tenía facilidad para el deporte, pero también estaba esperanzada en ser farmacéutica. De a poco, fue encontrado su lugar en el mundo de las raquetas. Se empezó a destacar en los torneos provinciales y nacionales y, con sólo 12 años, ya se colocaba entre las cinco mejores de la Argentina.
Para el progreso, eligió un camino diferente del de muchos de sus colegas. Al mismo tiempo que conoció a Daniel Pereyra, su entrenador desde hace 14 temporadas -toda una rareza en el tenis nacional-, completó sus estudios secundarios. Integró equipos de nuestro país que intervinieron en destacados certámenes internacionales, pero su primer toque de atención fue en 1992, cuando cayó ante la paraguaya Rossana de los Ríos en la final junior de Roland Garros.
Introvertida, no tuvo una inserción explosiva en el circuito. Cuando todo parecía perdido y el tenis, un grato recuerdo, conoció a Ruano Pascual. Hablaron y se pusieron de acuerdo en dejar de lado las presiones y empezar a divertirse dentro de un court. Paulatinamente, esa estrategia se empezó a concretar en triunfos en dobles. Esa confianza la trasladó al singles. Empezó a subir en el ranking y a sumar nuevas conquistas. Escribiendo una historia diferente, con un secreto básico, viejo y efectivo: el sacrificio.

