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Mundial de voleibol: la Argentina y los detalles que debe tener en cuenta para volver a ganarle a Brasil, el candidato natural
El equipo nacional recuperó su mejor versión y dejó en el camino a Serbia, una sorpresa; este jueves se cita con el gigante, como en la definición del tercer puesto de los Juegos Olímpicos
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Hay historias que son para toda la vida. A veces, al pie de página, reza un “continuará”. Casi perceptible.
Son las tres, cuatro de la mañana del 8 de agosto de 2021, envueltos en frazadas y abrigados hasta los dientes, frente al hervidero que transmitía la televisión, desde Tokio, del otro lado del mundo. De pronto, un par de bocinazos, como si se tratara de un triunfo futbolero. De pronto, un río de lágrimas, acá, allá y para siempre: la Argentina derriba a Brasil, el gigante, en un 3-2 electrizante en el Ariake Arena y consigue la medalla de bronce, que vale oro y vuelta olímpica. El voleibol repite, de un plumazo, el hito de Seúl 1988.
Contra todo, contra todos. En los Juegos Olímpicos del silencio y los protocolos, un océano de abrazos. De Hugo a Facundo Conte, de los jugadores, de los allegados, de todos. Simboliza la emoción más intensa que regala el deporte en 2021, más allá del fútbol, más allá de Leo Messi. El conjunto que dirige Marcelo Méndez rubrica el examen de toda una vida, en el enorme 25-23, 20-25, 20-25, 25-17 y 15-13.
“Nosotros estábamos arriba, bajábamos a hacer las notas, pero no podíamos ni acercarnos a los jugadores. Chocábamos el puñito y venía alguien de seguridad y nos decía: ‘Don’t touch’. No se puede, no se puede, había burbujas, pero no queríamos quebrar ninguna regla. Pero al final, desde la organización me dijeron: ‘Vení, que merecés darle un abrazo a tu hijo’. Me llevaron, entré a la cancha, esperé que terminara una entrevista, vino y … fue un abrazo que encerraba muchísimo, no sólo la alegría, el orgullo de ese momento, sino que tenía que ver con muchos años atrás, cuando era chiquito y jugaba con mi medalla. Su sueño personal. Todo el esfuerzo, para llegar ahí, a ese momento, ganarla, no aflojar nunca, tener la cabeza dura”, le contó Hugo, a La Nación.
Algo de todo eso vuelve a escena, ahora mismo. Con Facundo, con todos los demás, ahora desde Polonia, un país que respira voleibol. La Argentina estaba de capa caída, era una moneda al aire. Sin embargo, el grupo lo es todo: cuando hay que saltar más alto, más fuerte, está. Resiste. Más motivado que nunca, el seleccionado nacional se impuso por 25-23, 25-21 y 25-23 a Serbia, uno de los mejores de la primera etapa, y logró el pasaje para los cuartos de final del Mundial que se disputa en Polonia y Eslovenia. Ya está entre los ocho mejores, lo que no conseguía desde el Mundial 2002, cuando finalizó sexto en la cita realizada en nuestro país. Y ahora, otra vez…
Mañana, desde las 12.30 de nuestro país, se viene el gran choque: con el triunfo de Brasil sobre Irán en tres sets (25-17, 25-22 y 25-23) reaparece el clásico de los clásicos. Brasil, como siempre, es el candidato. Aún en la renovación, aún en otra era: Brasil es Brasil. Pero hay que tener cuidado con la Argentina: si repite parte de la perfección del choque contra Serbia, va a replicar imágenes de esa madrugada inolvidable.
El final ante Serbia fue pleno de euforia: la primera gran celebración, porque en el plantel ya anidaba la certeza de que se había recuperado el mejor nivel. Por eso los abrazos entre todos los jugadores, los saltos y los aplausos para la tribuna.
Por eso tanta alegría y a esperar lo que viene, con aroma a clásico. Mejoró Argentina en el servicio, con un saque táctico y mayor efectividad. Y porque, sobre todo, tuvo la fortaleza mental para tener las riendas del partido de principio a fin. Ya sabía lo que era perder luego de estar 2-0 arriba. El seleccionado aprovechó los cinco días de descanso para preparar el encuentro contra Serbia y recuperar el físico luego de tres exigentes partidos en la primera rueda, cuando perdió 3 a 2 ante Irán, luego cayó por el mismo marcador ante Países Bajos y se clasificó como el mejor tercero tras superar a Egipto, también en tie-break. Más allá de los altibajos en la primera rueda –de a ratos, una mayúscula decepción, por el potencial de un plantel variado y de jerarquía internacional-, ahora recuperó el espíritu. Su sello distintivo.
Serbia había tenido una gran primera rueda y terminó en el primer lugar del Grupo A. Los europeos ganaron los tres partidos por 3 a 0 ante Ucrania, Puerto Rico y Túnez. Serbia fue tercero en el Mundial de 2010 y, en la última Copa de 2018 venció a la Argentina por 3 a 0, por la segunda fecha de la etapa de grupos. En la antesala de este Mundial, el 18 de agosto, Argentina lo superó en un partido de preparación por 3 a 1 en el marco del Memorial of Hubert Wagner.
Podía ocurrir cualquier cosa. De pronto, volvió la magia.
Las estadísticas indican que Argentina ganó 43 puntos en ataque contra 41 de Serbia, estuvieron igualados en los puntos de servicio (3-3), mientras que el equipo de Méndez capitalizó los errores del adversario (19) contra los 16 propios. Además, fue más efectivo en los bloqueos (10-7).
Bruno Lima, el opuesto del seleccionado, resultó el jugador más destacado del partido con 14 puntos; le siguieron Facundo Conte (13) y Agustín Loser (12). No siempre los datos reflejan la clase individual. Esta vez, no hubo dudas de quiénes fueron los mejores.
Luciano De Cecco, el capitán, juega, conduce (una sutileza durante el segundo parcial fue de colección), grita y disputa su quinto Mundial, algo que solo tres jugadores consiguieron: Javier Weber, el venezolano Vicente Pastor y el checo Josef Musil. La Argentina también tiene a Agustín Loser como el mejor bloqueador del torneo y a Santiago Danani como el segundo mejor receptor. Bruno Lima (73) y Facundo Conte (67) están entre los cinco máximos anotadores. El banquete de hoy, por los cuartos de final: Italia-Francia y Eslovenia-Ucrania. Mañana, abrirá la jornada el choque de planetas; luego, el bicampeón Polonia frente a Estados Unidos.
En sus doce participaciones mundialistas, la Argentina se subió al podio en el Mundial de 1982, que se jugó en nuestro país. Ocupó el 15º lugar en el Mundial de Italia-Bulgaria en 2018, cuando al seleccionado era dirigido por Julio Velasco. Sin embargo, esto puede superarlo todo. Del bronce de Tokio a un nuevo capítulo con el vecino, el gigante. Se trata de repetir el mismo plan: minimizar las limitaciones, explotar las virtudes. Ahogar al rival, no dejarlo pensar.
Y por qué no…
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