¿Cuál es el nivel óptimo de reservas del Banco Central?
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Quien formula esta pregunta espera una contestación numérica, pero cuando quien responde es un economista profesional, en vez de una cantidad presenta una lista de condicionamientos. Algunos tienen que ver con el régimen cambiario: otros, con el rol que juega el Banco Central como agente financiero del Estado. Forzado a dar un número, el economista profesional optaría por un rango de 0 al infinito, lo cual tiene sentido, pero seguramente generaría perplejidad y una buena carcajada.
Al respecto conversé con el canadiense Robert Alexander Mundell (1932–2021) quien, según Rudiger Wilhelm Dornbusch, “influyó de manera decisiva en una generación de economistas, a quienes les inyectó el atractivo de los modelos simples para analizar cuestiones relevantes”. En 1999 recibió el premio Nobel de economía. Un verdadero personaje que, en el banquete celebrado en su honor, reemplazó el acostumbrado discurso por cantar A mi manera. Gastó buena parte del dinero que recibió del premio, para reconstruir Santa Colomba, un palacio de 65 habitaciones, del siglo XII, ubicado en la Toscana, Italia, ámbito propicio para celebrar encuentros de economistas. Fue un pintor entusiasta y notable. Su firma, basada en sus iniciales, RAM, coincide con la de otro economista/pintor, Richard Abel Musgrave.
–Todo muy pintoresco, pero usted no obtuvo el Nobel por ser excéntrico.
–Según el Comité Nobel, me lo otorgaron por mis análisis monetario y fiscal bajo diferentes regímenes cambiarios y por mis análisis de las áreas monetarias óptimas. Porque fijé las bases de la teoría monetaria y fiscal en economías abiertas, y porque mis trabajos combinan análisis formales, pero técnicamente accesibles, interpretaciones intuitivas y resultados con implicancias de política inmediatas, mostrando el valor de la investigación básica.
–Trabajos escritos a fines de la década de 1950 y comienzos de la de 1960, reunidos en un volumen publicado en 1968, que causaron gran impacto en su momento. En particular, hay que destacar su análisis de la relación entre el comercio internacional de bienes y el movimiento internacional de actores productivos.
–La teoría de las ventajas comparativas, en la versión de David Ricardo, no considera la migración internacional de trabajo y capital. Porque probablemente no fueran relevantes en Inglaterra, en su época. Pero ignorarlo, pensando en países como Canadá o la Argentina, es no pensar.
–Además de lo cual, usted es considerado el padre de la curva de Arthur Betz Laffer, y también el padre del euro.
–No exageremos. Jude Thaddeus Wanninski afirma que le proporcioné fundamento teórico a la curva de Laffer. Y en cuanto al euro, más que el padre debería ser considerado uno de sus padrinos.
–¿Por qué los economistas no podemos responder con una cifra cuando nos preguntan por el nivel óptimo de las reservas que tiene que tener un Banco Central?
–Separemos el mercado cambiario del rol de agente financiero del Estado. En el primero hay que diferenciar entre el mercado liberalizado y el no liberalizado; y en el régimen cambiario, entre el tipo de cambio fijo y el libre o flotante. Un mercado está liberalizado cuando los participantes solo necesitan tener suficientes recursos. Entro en un bar, pido un café y me lo sirven sin preguntarme nada; pero aunque fuera más barato, no podría tomarlo en la confitería del club Vélez Sarsfield, porque como no soy socio, no podría acceder.
–Si el mercado estuviera liberalizado, ¿cuántas reservas debería tener el Banco Central?
–Cero reservas si el tipo de cambio fuera libre o flotante, porque en ese caso sería determinado por la oferta y la demanda privadas, sin movimiento de reservas; o infinito, si el gobierno pretendiera mantener en el tiempo un tipo de cambio por debajo del de equilibrio y si, por consiguiente, tuviera que vender divisas de manera sistemática. La repuesta puede generar risas, pero tiene sentido.
–En la Argentina 2022 el mercado de cambios no está liberalizado, ni el tipo de cambio oficial es libre.
–Efectivamente. Por eso hay segmentos y brechas. El Banco Central de la República Argentina tiene un enfoque administrativo: quien no consigue dólares hoy a pesar de estar autorizado, puede comprarlos en el segmento paralelo, o volver mañana.
–El Banco Central, además, actúa como agente financiero del Estado.
–No se trata, meramente, de que cuenta con tecnología para efectuar cobros y pagos por cuenta del Estado, sino de que el gobierno le transfiere deudas, teniendo que honrar compromisos en moneda extranjera que debería afrontar la Tesorería.
–Pero tanto el Banco Central como la Tesorería forman parte de un mismo gobierno.
–Sí, pero esto no parece ser neutral desde el punto de vista decisorio y de la presentación del “quién es quién” en cómo se afrontan los problemas.
–Explíquese, por favor.
–La Tesorería de un país muestra un comportamiento irresponsable cuando genera déficit fiscal, pero, ¿qué tal encargarle al Banco Central que pague algunas deudas externas con sus propias reservas y que, como contrapartida, reciba títulos públicos que nunca se rescatan apropiadamente, obligando a sucesivos gobiernos a “recapitalizar” al Banco Central? A propósito: en un país como el suyo, con una tasa de inflación superior a 50% anual, ¿qué sentido tiene que el Banco Central le envíe a la Tesorería las ganancias que obtuvo en términos nominales?
–¿Cómo puede ser que el Banco Central afirme que la Argentina tiene reservas brutas por alrededor de US$40.000 millones y que los analistas afirmen que las reservas netas son prácticamente nulas?
–Porque los analistas miran, simultáneamente, cuán líquidas son cada una de las reservas y qué compromiso las liga con algún pasivo del propio banco. Ejemplo: las reservas creadas por los depósitos en dólares de los particulares, están en el activo del Banco Central, pero no deben ser utilizadas para ningún otro fin, y la sospecha de que esto último pueda ocurrir genera preocupación y retiro de depósitos.
–Con el “principio de la clasificación efectiva de los mercados”, usted mostró cómo debería funcionar el área económica de un país que no centralizara la conducción económica de un país en una sola persona. Pues bien, Mauricio Macri y Alberto Ángel Fernández parecen haber seguido su consejo.
–El principio alude a la dificultad de contar con suficiente información cuantitativa como para centralizar la conducción económica de un país, pero no es una piedra libre para que cada funcionario haga lo que le parezca. A propósito: ni Estados Unidos ni Inglaterra tienen un funcionario cuya tarjeta de presentación diga “ministro de economía”, pero en ninguno de esos países alguien tiene que enfrentar los desafíos que se le presentan a sus colegas de la Argentina.
–Don Robert, muchas gracias.

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