Sus orígenes se remontan hasta la época del Imperio Romano, en la que las mujeres usaban una banda de tela alrededor del pecho, pero se puede decir que su antecesor más reciente es el corset, que se popularizó a partir del siglo XVI. La prenda de la que se habla es el corpiño, que tiene algunas fechas más que marcan grandes hitos en su historia y que en la Argentina mueve un negocio de US$100 millones anuales.
Según la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), el primer sujetador moderno nació en 1866 y consistió en una versión hecha de cable y seda. En 1869, Herminie Cadolle crea un corset divido en dos partes: una para sujetar el pecho y otra para marcar la cintura. La parte superior sería conocida como el corselet gorge, el último paso antes del soutien-gorge, la palabra francesa para sostén. En 1893, Marie Tucek lanzó el primer sujetador con aro en los Estados Unidos, pero no vendió casi ninguno.
Pero es el 3 de noviembre de 1914, el día en que Mary Phelps-Jacobs patenta el que la industria considera el primer diseño de sujetador: el Caresse Crosby. Estaba en una fiesta de la alta sociedad y llevaba un corsé muy apretado que sobresalía por su vestido y la incomodaba. Entonces, le pidió a una doncella que la ayudara y juntas confeccionaron un sujetador con dos pañuelos unidos a partir de las cintas rosas del corsé. Así, empezó a fabricar modelos para sus amigas y poco después vendió la patente a The Warner Brothers Corset Company.
Poco antes, una marca que llegaría a ser muy reconocida en el mundo de la lencería, daba sus primeros pasos en un granero de Heubach, Alemania . Allí, el corsetero Johann Gottfried Spiesshofer y el comerciante Michael Braun fundan la fábrica de corsetería Spiesshofer& Braun e inician su actividad de producción corsetera, con seis máquinas de coser y seis empleados. Luego se mudarían a Munich y después, a Suiza.
La empresa se expande con rapidez durante el apogeo de la industria de la corsetería, ya en 1890 cuenta con 150 empleados y en 1894 empieza a exportar a Inglaterra . Pronto aparece la necesidad de crear una marca fácil de recordar y ésta surgiría a partir de una visita de sus fundadores al Arco del Triunfo, en París : de ahí en más se llamarían Triumph, nombre con el que llegó hasta la Argentina , en 1968.
Martín Kairuz, CEO para la Argentina de Triumph, dice que lo que venden acá es todo importado. "Desde 1997 hasta 2015 fuimos una compañía afiliada a Triumph International, y hoy somos una distribuidora independiente con licencia exclusiva para el mercado argentino. La empresa madre está en 180 países, tiene 10 plantas de producción y 2000 puntos de ventas directos", detalla el ejecutivo. Hoy, la marca que nació en un granero, compite aquí con otras 200 que conforman el mercado argentino.
En tanto, en 1958 se produce otra revolución en la industria del corpiño: nace Lycra, líder mundial de fibra de elastano y de otras fibras premium de elastano y de tejidos que se pueden combinar con muchos otros tejidos, como el algodón, la lana, el cuero e incluso el cachemir. Se convierte en la materia prima principal para la fabricación de esta prenda.
Cecilia Blanco, representante de Marketing de Lycra, dice que la aparición de la fibra de esta marca, hace 60 años, marcó un antes y un después en todas las categorías de indumentaria, pero muy en particular en la ropa interior y en los corpiños. "Hasta ese momento, estas prendas eran confeccionadas con tejidos rígidos, sin elastano. En lo elástico de los corpiños, además, nuestra fibra reemplazó al caucho, mejorando aún más el confort de la mujer", destaca la ejecutiva.
Entre las múltiples marcas que compiten en el mercado argentino, se destaca una de origen nacional que marcó una época a principios de los '80: Caro Cuore (hoy del fondo L Catterton y De Narváez). "Después de una investigación de mercado muy amplia en varios países, se trató de provocar una innovación muy fuerte", cuenta Claudio Drescher, una de las personas que pasó por el proceso de creación de esta marca y que es el actual director de Jazmín Chebar.
Drescher y compañía descubrieron que había una gran oportunidad en la mujer joven, que podía tomar el corpiño como algo vinculado no solo a su función específica, sino también a la moda y al deseo. "Justo se iniciaba un cambio sociocultural muy fuerte: a mujer empezaba a derribar tabúes relacionados con su cuerpo. Entonces, comenzamos a atender al mercado de 30 años para abajo. Incursionamos con modelos jóvenes, con cuerpos normales, con colores originales y hasta se llegó a utilizar packaging que recreaba las latitas de Coca-Cola", explica.
Esto fue una innovación a nivel mundial, porque las marcas líderes tenían otro criterio y usaban incluso otros materiales. "Nosotros incorporamos el algodón, por ejemplo. Además, todo el fenómeno se encuadró en un contexto de mayor liberación de la mujer y la llegada de la democracia en 1983. En su apogeo, la marca llegó a exportar a más de diez países", señala Drescher.
El mercado del corpiño en el país está muy atomizado y está atravesado fuertemente por la informalidad. Según estima Kairuz, el jugador más grande no capta más de 10% de la plaza, mientras que su marca hoy está por debajo de 3%. "En alguna época alcanzamos 5%, pero ahora diría que somos el Mini Cooper de la industria: bajo volumen, precio premium y alta durabilidad", destaca.
Es una industria poco golpeada por las importaciones, porque hay un tema de diseño y de figura femenina, que es distinta a la de los Estados Unidos y Europa. "Esto le da algún margen de protección al sector, que hoy está muy segmentado por grupos etarios. Entre las principales marcas, se destacan Sweet Victoria, Caro Cuore, Triumph, Perlea, Getien, Selú, Ana Grant, Deville y Ariela Coty", comenta Alicia Hernández, gerenta general de la CIAI.
En lo que respecta a las ventas, se puede decir que los años dorados del corpiño en la Argentina fueron los noventa. Luego, el crecimiento se mantuvo estable en los 2000, hasta que se cortó en 2008 y a partir de ahí empezó a decaer. Hoy, según estima Kairuz, se vende por año un promedio de 100 millones de unidades, que representan unos US$100 millones de facturación
Marcela Blanco, hija del fundador de Getien y exdiseñadora de la marca, cuenta que su padre, Juan Carlos Blanco, y su madre, Beba, empezaron con la corsetería en los 70, en un momento en el que el corpiño se vendía como ropa funcional. "Pero ya en los 80, cuando yo entré a la empresa, empezamos a investigar estrategias de mercado y vimos que algo estaba cambiando", comenta.
Finalmente, para fines de los 80, cuando se empieza a transformar el mercado, Getien hizo la primera reestructuración en el estilo y presentó productos que se usaban directamente para salir a tomar algo o bailar. "A partir de Madonna , empieza la corsetería a mostrarse y a ocupar un lugar como prenda de moda. Ahí pusimos el slogan «Sale con vos» y sacamos una publicidad con una chica (Paola Orlando, hija de Rubén Orlando), vestida solo con un jean y un corpiño", recuerda Blanco.
Después de esa movida, lo que pasó es que la ropa interior tomó cada vez más los colores de la moda y dejó para siempre de ser algo oculto. "Igualmente, el estilo fue cambiando muchísimo con el paso de los años: hoy se dejó de usar el armado y el volumen y se impuso una figura más parecida en cuanto a la morfología a lo que se veía en los 70, con mayor sencillez y sin voluptuosidad, más natural", explica Blanco.
Es muy curioso cómo la evolución del estilo de la prenda en la Argentina se puede identificar viendo las distintas modelos contratadas para hacer publicidad en cada época. En Getien, por ejemplo, tuvieron a Karina Mazzoco, entre 1996 y 1998; a Katherine Fullop, en los primeros de 2000; a Carolina "Pampita" Ardohain, en 2004/05 y a Calu Rivero en la actualidad.
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