La nueva apuesta del hombre sin cordones
Tras asociarse con Adidas e instalarse en Nueva York para lanzarsus hickies en 50 países, ahora va por la conquista de América latina
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El inglés Danny Willett ganó el Masters de Augusta, primer Grand Slam de la temporada del golf de la PGA, y su primer título "grande" en el circuito profesional. Pero no fue el único que festejó. Los argentinos Gastón Frydlewski y su mujer, Mariquel Waingarten, también. Es que el primer inglés en ganar el Masters en 20 años y el segundo de todos los tiempos desde que lo hiciera Nick Faldo, tenía un invento argentino en sus pies: las hickies.
Se trata de unas bandas elásticas, de un material que se llama TPE (Thermoplastic Elastomer), que el matrimonio argentino inventó, desarrolló y vende desde su empresa con base en Nueva York y que, en definitiva, termina con la dictadura de los cordones.
Willett había comprado sus hickies en un viaje a Dubai, pero pronto se convirtieron en una cábala a medida que ganaba nuevos torneos. A tal punto que cuando reveló "su fórmula" disparó las ventas en un segmento hasta ese momento inexplorado.
Frydlewski y Waingarten no dejan de sorprenderse por la anécdota, aunque desde hace años vienen trabajando para consolidar el sueño que gestaron en la Argentina, cuando Gastón defendía a capa y espada su idea en la Universidad de San Andrés y su hoy socia demostraba en trip advisor que un hotel boutique de seis habitaciones liderado por una sub 25 podía estar arriba en el ranking de preferencia.
Para su nueva empresa se asociaron con Peter Mahrer, un ex presidente de la región EMEA de Under Armour, también ex Adidas y Puma, a quien le interesó participar como inversor desde un primer momento pero al que le pidieron que fuera más que eso y, desde entonces, es un mentor clave dentro del management. También con Ralf Puschmann, quien había sido director de Operaciones de Puma, donde conoció a Mahrer, y que desde Alemania les suma todo su conocimiento en una base estratégica para el hipercompetitivo mundo del calzado.
Tal como suele ocurrir en el terreno de las complejas ideas simples, pocos le ponían fichas al proyecto de Frydlewski cuando apenas tenía 21 años y trataba de convencerlos. En la medida que veía todos los problemas que traían los cordones a los abuelos que no pueden agacharse por los dolores de espalda, a los chicos a los que les cuesta aprender y muchas veces caen e inclusive a los deportistas que pierden tiempo estratégico en los partidos, más se convencía del potencial. "Fue ahí cuando con Mariquel -nombre que surge de la fusión de María y Raquel- decidimos echar raíces en Nueva York y, tras vender el hotel Taylor que ella tenía en Las Cañitas y renunciar yo a JP Morgan [donde se desempeñó por varios años] partimos con siete valijas bajo el brazo de las que seis eran de ella", se ríe Frydlewski.
Tras la primera aceleración de Kickstarter el camino se despejó definitivamente. Vendieron 10.000 packs de una vez y el piso quedó claro desde un primer momento. "Fue increíble. Ahí terminamos de convencernos de lo que venía", grafica.
Y lo que vino es una presencia en 50 países y más de dos millones de packs vendidos en cuatro años. "En la medida en que pasan los meses abrimos mercados más rápido y en el último ejercicio comercializamos un millón de packs", comenta.
El crecimiento de los mercados asiáticos fue exponencial porque es de mucha utilidad que las banditas se inserten cada una en dos ojales enfrentados, se abrochen y luego directamente memoricen el tamaño del pie de manera de actuar como una especie de pantuflas. Es que por tradición los habitantes de ese país suelen sacarse los zapatos al entrar a determinados ámbitos.
Si bien desde la empresa no quisieron cuantificar su facturación, fuentes del mercado dicen que superaron los US$ 10 millones. Adidas se sumó como inversor en el proyecto que también es furor en Corea del Sur y al que varias celebrities eligen. También crece el mercado en Dubai adonde lanzaron una particular línea premium de oro.
Los próximos pasos, paradójicamente, los devuelven al lugar desde el que alguna vez partieron. Ya no como ex estudiante del San Andrés (en el caso de Gabriel) o de la Di Tella (Mariquel), sino como los creadores del "sistema de sujeción de calzado" que en un mes superó en la Argentina las ventas previstas para el semestre. Para ello se asociaron con Topper, que tiene la licencia para los principales países de América latina. "Las restricciones a las importaciones nos impedían lanzar en nuestro país. Por suerte, ahora pudimos hacerlo", describe quien proyecta una especie de ensamblado similar al de los electrodomésticos para el formato de negocios local. Es decir, las banditas se importan pero todo lo relacionado con el packaging, la presentación y demás se hace localmente.
El proyecto lejos está de completarse. Con muy bajo perfil avanzan en el desarrollo de los zapatos Hickies by Adidas. "Haremos el camino inverso al tradicional, pero es una de nuestras principales apuestas. La primera etapa será orientada en los chicos", se entusiasma. Hoy emplea a 20 personas de manera directa y a unas 200 en forma indirecta.
En ese mapa, uno de los hombres clave es el abogado full time de la empresa. No es casual que sea de origen chino y que tenga en la mira a aquellos países en los que alguien intenta copiarle su creación. "Tenemos más de 70 patentes de diseño y uso a nivel mundial, pero vamos por más. De hecho cuando ni siquiera tenía el dinero inicial para arrancar, lo que hice fue dedicarle tiempo a la parte jurídica que es imprescindible para preservar el futuro", comenta quien sueña con ser un nuevo clásico made in Argentina, como el dulce de leche, la birome o el colectivo.
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