Fintech y bancos: cómo la tecnología está redefiniendo el futuro del dinero en la Argentina
La digitalización aceleró la irrupción de nuevos jugadores financieros y obligó a los bancos tradicionales a reinventarse. Adrián Ciappini, Director Especialista Tax & Legal de Deloitte Argentina, analiza los avances, desafíos regulatorios y el rol del Estado en acompañar este cambio.
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El sistema financiero argentino atraviesa una transformación profunda. En los últimos años —y especialmente durante la pandemia— las Fintech ganaron un protagonismo inédito. Estas empresas, que combinan finanzas y tecnología, ofrecen desde préstamos y procesamiento de pagos hasta herramientas de inversión, y se convirtieron en un actor clave en la vida económica cotidiana.

“El principal activo de las Fintech es su capacidad de innovar y adaptarse rápido a las necesidades de los usuarios”, explica Adrián Ciappini, Director Especialista Tax & Legal de Deloitte Argentina. Su irrupción también impulsó el nacimiento de bancos digitales, sin sucursales físicas, que ofrecen la misma gama de servicios que las entidades tradicionales.

Competencia, alianzas y modernización
El crecimiento de las Fintech obligó a los bancos a repensarse. La competencia inicial dio paso, en muchos casos, a nuevas formas de colaboración. “Se generaron asociaciones en las que cada uno aporta sus fortalezas. Así se logró mejorar la experiencia del cliente”, señala Ciappini.
Esta convivencia está dando lugar a un ecosistema más dinámico y competitivo, donde la innovación tecnológica se combina con la solidez y la regulación del sistema bancario.
El desafío regulatorio y fiscal
En sus primeros años, las Fintech operaban con un marco normativo más flexible que los bancos, lo que generó cierta desigualdad competitiva. Pero en los últimos tiempos, las autoridades comenzaron a equiparar las reglas de juego.
“El Estado fue avanzando en regulaciones que igualan las obligaciones de las Fintech con las de los bancos, tanto a nivel nacional como provincial”, explica Ciappini. En 2021, por ejemplo, se incorporó el Impuesto a los Débitos y Créditos para las cuentas virtuales de personas jurídicas, y la AFIP estableció regímenes de información similares a los de las entidades tradicionales.
Aun así, persisten desafíos. Los múltiples regímenes de retención y percepción —sumados a las tasas municipales— generan costos que impactan en la competitividad y en el acceso al crédito. “Estas cargas administrativas pueden desalentar la formalización y afectar el capital de trabajo de las empresas”, advierte el especialista.
El futuro: innovación y control equilibrado
Más allá de las dificultades, el aporte de las Fintech es innegable: ayudaron a reducir la informalidad, ampliaron la inclusión financiera y aceleraron la modernización del sistema.

“Es clave que el Estado acompañe este proceso estableciendo normas que no frenen la inversión en tecnología, especialmente ahora que la inteligencia artificial empieza a tener un rol creciente”, concluye Ciappini.
En un escenario donde la innovación y la regulación deben avanzar de la mano, el desafío está en construir un sistema financiero que combine eficiencia, transparencia y oportunidades de crecimiento para todos los actores.
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