Un gimnasio para nuestra capacidad de atención
No es solo una sensación. El tiempo que podemos hacer foco en algo, es decir nuestra capacidad de concentrarnos, es cada vez más limitado. De hecho, en los últimos 15 años se contrajo casi un cuarto y son solo unos 10 segundos los que tenemos antes de que nuestra mente intente irse a otro lado.
Muchos experimentamos esto al intentar estudiar, avanzar con un trabajo o cuando no logramos sentirnos realmente presentes en donde estamos. Nos cuesta hacer foco y como consecuencia tardamos mucho en cumplir una tarea, nos paralizamos ante tantos estímulos y la calidad de nuestro tiempo se erosiona, se escurre entre las distintas distracciones y nos genera una sensación de malestar.
Las razones por las que nos sentimos incapaces de concentrarnos en una sola cosa por un tiempo son múltiples y se deben tanto a factores internos (el propio cerebro nos lleva a cambiar de una tarea a otra) o por factores externos (algo en el mundo exterior que nos reclama).
Si estás entre los que vemos pasar una mosca y nos parece interesante, tengo una buena noticia: podemos entrenarnos en aumentar la capacidad de concentración, pero lo cierto es que la tenemos cada vez más difícil.
Un enemigo de la atención es la falta de sueño y la mayoría de las personas tenemos algún déficit de descanso durante la semana. Los argentinos, en particular, cenamos tarde y estiramos las últimas horas del día viendo series o usando redes sociales.
Una buena manera de tantear cómo estamos de descanso es intentar leer algo complejo a primera hora de la tarde. Si nos empezamos a sentir somnolientos a los cinco minutos, es una señal de que necesitamos dormir más. Allí es cuando solemos intentar engañarnos con cafeína, y si bien esta nos pone más alertas, no ayuda al cerebro a procesar y almacenar información de manera más efectiva.
Estos datos se desprenden del recién traducido Por qué dormimos, el libro del científico Matthew Walker, una guía para quienes buscamos descansar mejor y entender más sobre ese estado tan importante que se lleva casi un tercio de nuestra vida.
Un segundo factor interno importante es la frustración y el aburrimiento. En su libroSmart thinking, el psicólogo Art Markman explica que después de haber estado trabajando en una tarea por un tiempo, sobre todo si es repetitiva o lenta, el cerebro intenta hacer otra cosa.
El aburrimiento y la frustración son las formas en que el cerebro alerta que podríamos estar desperdiciando energía en algo improductivo. Sin embargo, hay muchas tareas en el trabajo que realmente son tediosas y debemos cumplirlas igual, en este caso tenemos que estar atentos para que no nos paralicen y "tomar las riendas". Por ejemplo, dice Markman, reconocer ese aburrimiento o frustración y decidir trabajar durante cinco minutos más para luego tomar un descanso elegido.
Esta estrategia nos permite "entrenar" al cerebro para que su primera respuesta a esos sentimientos sea seguir trabajando y sentir que podemos gestionar esas emociones que se presentan.
Por otra parte, el mundo actual también está lleno de cosas que roban nuestra atención. En el trabajo, uno de los obstáculos está en las oficinas abiertas, que, si bien se les reconocen algunos beneficios para generar culturas más horizontales, son una fuente de conversaciones e interrupciones que atentan contra nuestra concentración.
Una de las razones por las que hay un boom de ventas en auriculares noise cancelling, no es por su calidad de audio, sino para escapar del mundo ruidoso, qué paradoja.
La mayor fuente de estimulación externa proviene de la conectividad permanente y las pantallas con decenas de contenidos que se pelean por nuestra mirada, porque en muchos casos nos sentimos recompensados al utilizarlos.
Nuestro cerebro aprende no solo qué acciones toma normalmente, sino también en el marco de tiempo en que las toma. Como resultado, si usualmente revisamos el teléfono varias veces por hora, cada 20 minutos más o menos el cerebro interrumpirá lo que estemos haciendo para recordarnos que es hora de verificarlo nuevamente. Dejar el teléfono móvil en otra habitación hasta cumplir con la tarea que necesitamos o pautar horarios para revisar el correo son buenos hábitos para adquirir.
Cuanto más tiempo logremos hacer foco antes de que lleguen las interrupciones, más estaremos entrenando nuestro cerebro a permanecer en una sola actividad por vez, intentar técnicas, probar rutinas, estrenar herramientas, todo lo que esté a nuestro alcance para generar un gimnasio para nuestra capacidad de atención.