Conocido internamente como “La Orden”, este grupo religioso operó por años con total libertad en Estados Unidos; fue denunciado formalmente por 10 de sus fieles, quienes expusieron los horrores a los que eran sometidos
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Blaklyn tenía 16 años en 2020 cuando la obligaron a casarse con su primo Travis e inmediatamente quedó embarazada. Estaba sometida, sin poder de decisión sobre nada en su vida. Su destino era perpetuar la “sangre Kingston pura” y obedecer los designios de su marido 11 años mayor que ella.
En algunas ocasiones, Blaklyn despertaba en medio de la noche mientras su esposo abusaba de ella. No podía quejarse. Dentro del clan Kingston, los deseos sexuales masculinos dentro del matrimonio deben acatarse y no se pueden considerar violación, aunque la mujer no haya dado su consentimiento.
Pero cuando vio que su marido utilizaba a su bebé como juguete sexual dijo basta y buscó la forma de escapar. Los padres de Blaklyn -para preservar su identidad la nombramos con su apodo- eran hermanos entre sí y, cuando se casaron, su padre tenía otras cuatro esposas a la vez.
Su padre y su suegro, que habían decidido el matrimonio arreglado, son dos de los “Siete Hermanos”, la cúpula del clan Kingston en Salt Lake City, en el estado de Utah, una secta endogámica y poligámica escindida de la Iglesia mormona que fue denunciada ante la justicia a comienzos de septiembre por 10 víctimas.
En la denuncia, además de las relaciones incestuosas forzadas, las víctimas plantean que fueron adoctrinadas y sometidas a abusos físicos, trabajo infantil desde temprana edad, condiciones laborales de esclavitud y artimañas para defraudar al Estado, algo que dentro de la comunidad se conoce como “Sangrando a la bestia”.
El grupo Kingston, conocido internamente como “La Orden”, negó su culpabilidad en los delitos de los que se lo acusa.
El origen del clan
Charles Kingston, un hombre de Salt Lake City que pertenecía a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocidos como mormones, fue excomulgado en 1929 por practicar la poligamia.
Esta práctica había sido desterrada de ese culto a finales del siglo XIX, una condición que le impuso Estados Unidos a Utah para otorgarle la calidad de estado. Seis años después de la excomunión, uno de los hijos de Kingston, Elden, entendió que su familia debía seguir estando regida por leyes religiosas y fundó su propia iglesia.
El nombre oficial del clan Kingston es Davis County Cooperative Society (Sociedad Cooperativa del condado de Davis) y su culto religioso se denomina Iglesia de Cristo de los Últimos Días.
Se rigen bajo un estricto sistema jerárquico. En la parte superior de la pirámide está el “profeta”, un hombre que debe tener “sangre Kingston pura”, que descienda directamente de Jesucristo.
El cargo es ocupado desde 1987 por Paul Elden Kingston, nieto de Charles y sobrino de Elden, un hombre que se estima tiene unos 500 hijos con 34 esposas. Todas las decisiones dentro del clan deben tener su aprobación.
Las reglas dentro de la secta
Para controlar al detalle a la comunidad, todos deben obedecer a un superior, incluso si lo que les está ordenando es algo incorrecto o inmoral.
Esto está regido por la “ley de uno sobre otro”, una interpretación de Elden Kingston sobre un pasaje de la Biblia evangélica: “Ser uno con los demás significa que cada uno de nosotros es uno con el de arriba”. Cuestionarlo sería cuestionar a Dios.
El clan entiende que las leyes estatales o federales no les aplican, sino que deben guiarse por los designios de Dios, que será quien los juzgue.
Debajo del “profeta”, también llamado “el hombre de la torre de vigilancia”, están los “Siete Hermanos”. A ellos responden los “Hombres Numerados” -un estatus superior dentro de la comunidad que designa su jerarquía dentro del clan-, debajo de estos están los hombres casados no numerados y, por último, mujeres y niños.
El superior de los niños y niñas es el padre. Una vez que las niñas se casan, su superior pasa a ser su esposo. Todo hombre casado no numerado es designado un “Hombre Numerado” como superior, típicamente su padre o un familiar cercano.
A las mujeres se las obliga a casarse con alguien dentro de la comunidad sin preguntarles a ellas si están de acuerdo. Muchas veces todavía son menores de edad y el marido elegido es un familiar cercano, como un hermano, un primo hermano o un tío.
Los hombres pueden tener más de una esposa. Las mujeres no, pero sí deben tener un marido y la premisa es que den a luz la mayor cantidad de hijos que puedan, así sea contra su voluntad, para que la secta crezca. Y un aborto espontáneo es considerado un pecado cometido por la mujer, a quien se la castiga.
Las denunciantes afirman que el objetivo de que las adolescentes queden embarazadas desde edades tempranas y que tengan muchos hijos es que no puedan huir de “La Orden”.
Esos hijos serán, además, mano de obra infantil para su conglomerado de empresas, que van desde tiendas y supermercados hasta campos y escuelas que se financian con fondos estatales. En el pasado tuvieron minas de carbón y una compañía energética que defraudó al fisco en algo más de US$500 millones.
Dentro de la comunidad utilizan su propia moneda, el scrip, y no pueden usar dólares. El número total de integrantes del clan Kingston es desconocido debido al fuerte secretismo que imponen, pero se estima que son entre 5.000 y 10.000 personas.
“Matrimonios plurales” en Utah
La poligamia, denominada “matrimonio plural” por quienes la practican en Utah, permaneció como práctica habitual en esa parte de Estados Unidos no solamente dentro del clan Kingston, sino también en otros grupos que se escindieron de los mormones.
La Iglesia fundamentalista de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es una de las más notorias luego de que su líder, Warren Jeffs, fuera condenado a cadena perpetua en 2011 por abuso sexual infantil e incesto. Diez años antes, Tom Green, había sido condenado por bigamia y abuso sexual infantil. Tenía 5 esposas y 35 hijos.
La poligamia estaba penalizada en Utah con hasta cinco años de cárcel, pero en 2020 el Congreso de mayoría republicana la despenalizó y la redujo a la categoría de falta. El argumento utilizado por los legisladores fue que de esa forma las posibles víctimas de crímenes tendrían garantías para denunciar y no ser penadas por ello.
Secretismo
No relacionarse mucho con personas por fuera del clan y responder lo menos posible ante las preguntas de extraños es parte de la lógica con la que se rigen los Kingston. Que el mundo exterior conozca lo menos posible acerca de la vida en esta comunidad es un mandato.
Tan es así que, según el relato de una de las denunciantes, tenían una empresa donde “se imprimían anuncios e invitaciones de bodas de ‘La Orden’ porque las fotos de boda de niñas pequeñas casándose con hombres en matrimonios incestuosos o plurales no se podían imprimir en Walmart”.
Los matrimonios son celebrados por integrantes del clan habilitados para tal función por parte del estado, aunque en ocasiones se cambian los apellidos de los integrantes de la pareja en los documentos para despistar en posibles investigaciones de las autoridades estatales.
Ocurre, asimismo, que en muchos casos el padre de un recién nacido no figura en la partidas de nacimiento; al registrarlos, sus madres mienten y alegan desconocer quién es el padre o dicen que desapareció luego de enterarse que la había dejado embarazada.
“Es una práctica común e intencional en la Orden que los padres no figuren en los certificados de nacimiento de sus hijos para crear confusión, evitar el enjuiciamiento penal por engendrar hijos en matrimonios de menores de edad, plurales o incestuosos”, afirma la denuncia.
El clan Kingston estuvo en el ojo de la justicia desde hace al menos 25 años, y en el pasado algunos de sus integrantes fueron condenados por delitos sexuales, estafas al estado y lavado de dinero.
Por Felipe Llambías
BBC News Mundo
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